Nota del editor: Jay Parini, un poeta y novelista, es profesor en Middlebury College en Vermont y es autor de “Empire of Self: A Life of Gore Vidal” (El imperio del yo: la vida de Gore Vidal). Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.
(CNN) – Antes de levantarme de la cama esta mañana, mi esposa me preguntó: “¿Por qué odian tanto a Hillary Clinton?”
Aunque en las primarias voté por Bernie Sanders, mi senador de Vermont, no me disgusta Clinton en lo más mínimo. Todo lo contrario. Votaría por ella felizmente en noviembre.
Es una admirable servidora pública, a pesar de sus evidentes defectos, los cuales son principalmente consecuencia de décadas en una posición de autoridad. Todas las monedas tienen dos caras.
Su trabajo como primera dama sin duda le permitió ver de cerca la vida en el Despacho Oval… un tiempo de “audacia y arrogancia”, según los reporteros del New York Times, Peter Baker y Amy Chozick, cuando descubrió cómo funcionan las palancas del poder. Habiendo servido como senadora de Estados Unidos durante ocho años, sabe cómo funciona el congreso… o no funciona. Además, tiene un vasto conocimiento de los asuntos extranjeros, habiendo visitado 112 países durante los años que fungió como secretaria de Estado (2009 al 2013)… más que cualquier persona que haya ocupado ese puesto anteriormente.
Los logros de Clinton
Sus logros en el Congreso y en el Departamento de Estado no se pueden negar, aunque muchos lo intentarán. No olviden su valeroso discurso en China sobre los derechos de las mujeres, su agresivo trabajo sobre el cambio climático y su habilidad como senadora para guiar el Programa de Seguro Médico para Niños a través del Congreso. Ayudó a negociar un alto al fuego con Hamas durante un momento tenso en Israel. Pienso en sus éxitos en la creación de alianzas en América del Sur, África y Asia, y su papel en el establecimiento de sanciones enérgicas contra Irán. Eso solo es el comienzo.
Aun así, las personas la odian. Sus calificaciones negativas, de hecho, han sido terriblemente altas para alguien tan cercana a la nominación de su partido. De hecho, una de las preguntas que con mayor frecuencia se le ha hecho a la candidata es una versión de “¿por qué no les agrada?”
Por supuesto, los republicanos desde hace mucho tiempo saben que Hillary Clinton es una candidata inusualmente fuerte, y esto los aterra. Por lo que se han aprovechado algunos temas de debate como Bengasi (un caso en el que ella tiene poca o ninguna responsabilidad) y el escándalo de su correo electrónico. En relación a este último, incluso la Ruth Marcus —quien sin duda no es fan de Clinton— escribió recientemente en The Washington Post que “no existe evidencia clara de que Clinton tuviera conocimiento (o incluso si debía saberlo) que el material en sus mensajes de correo electrónico era clasificado”. Según hemos visto, ni Bengasi ni el problema del correo electrónico podría desalentar a los votantes demócratas, quienes consideran eso como temas de debate de los republicanos.
Misoginia desenfrenada
Quizás es demasiado fácil culpar al sexismo por la maldad que empaña a la oposición de Clinton. Sin embargo, uno ve que borbotea misoginia en la sección de comentarios de los artículos en la Web, donde ningún sentimiento —por muy crudo que sea— tiene límites. Ellos atacan su voz, su peinado, sus trajes de pantalón, su risa. Y así sucesivamente.
Incluso en la corriente principal, uno escucha comentarios misóginos, como cuando Tucker Carlson dijo al referirse a Clinton en MSNBC: “Cuando ella aparece en televisión, involuntariamente cruzo mis piernas”, o como cuando Rand Paul dijo: “Me empieza a preocupar que cuando Hillary Clinton viaje, necesitarán dos aviones… uno para ella y su séquito, y uno para su equipaje”.
A Clinton la critican por “gritar” y por no sonreír lo suficiente, aunque estas son críticas que no oímos cuando se refieren a los candidatos masculinos. Al parecer, lo que menos les agrada de Hillary Clinton es su género, y uno solo puede imaginar el tipo de lenguaje que Donald Trump usará en las elecciones generales.
También han surgido crítica duras contra Clinton. Algunos creen, por ejemplo, que ella no dice la verdad. O que está en deuda con Wall Street. O que por su culpa murieron cuatro personas en Bengasi. Otros insisten en que ella jugó con sus mensajes de correo electrónico, poniendo en riesgo la seguridad nacional e infringiendo la ley.
Yo mismo la culparía por presionar al presidente Obama para que interviniera en Libia: esa línea dura me preocupa. El cambio de régimen no es nuestro asunto, y yo esperaría que haya aprendido esta lección.
Sin embargo, no tiene sentido que las personas la odien.
Decir la verdad
De hecho, ella oculta la verdad a veces, al igual que todos los políticos, incluyendo a Sanders. Politifact, un excelente sitio web, mide la calidad de la verdad de las declaraciones hechas por todos los que se postulan a la presidencia de ambos partidos, y Clinton resulta ser la más veraz del grupo, incluso más que Sanders… aunque ambos están casi empatados, diciendo toda la verdad o algo muy cercano a la verdad la mitad de las veces. (Por el contrario, solo el 9% de las declaraciones hechas por Donald Trump y revisados por Politifact fueron calificadas como “verdad” o “en su mayoría verdad”. Más de tres cuartas partes de las declaraciones de Trump fueron calificadas “en su mayoría falsas”, “falsas” o “mentira”).
En cuanto a Wall Street: la industria financiera ha suministrado aproximadamente el 3,9% de la financiación de Clinton, o el 7% si toma en cuenta el dinero de los PAC relacionados. Ella, por supuesto, ofreció una gran cantidad de discursos para los grandes bancos… aunque de ninguna manera gran parte de sus ingresos como oradora se derivaron de esos discursos.
¿Y qué obtiene Wall Street por su dinero? No mucho.
En el Senado, que votó a favor del TARP, el plan de Bush para rescatar a los bancos. Pero esta fue una decisión acertada, en mi opinión, ayudando a rescatar a una economía que estaba cayendo en picada. Ella argumentó desde la Cámara: “Desde hace dos años, mi persona y otros hemos hecho un llamado para que se tomen acciones ya que una ola tras otra de incumplimientos y ejecuciones hipotecarias afectaron a las comunidades y a la economía en general”. De hecho, ella ha hecho un llamado para que se imponga un impuesto sobre las transacciones de alta frecuencia, el tipo de maniobra que pone en riesgo los ahorros de jubilación de las personas.
No es perfecta, pero es inteligente y tiene experiencia
En general, Clinton ha sido bastante solidaria con Wall Street y está dispuesta a trabajar con el mismo, incluso colaborar con el mismo a veces. Esto molesta a algunos de la izquierda. Pero, ¿realmente queremos a un presidente que odie a Wall Street, la cual es el motor de nuestra economía?
No lo creo.
No lo dudes: Clinton sigue siendo una demócrata liberal. Ella y Sanders en realidad votaron “de la misma manera el 93% de las veces en los dos años que compartieron en el Senado”, según un análisis realizado por The New York Times. Ella es, claramente, más de centro que Sanders en la mayoría de temas… pero las diferencias entre ellos son muy pocas.
La razón principal por la que los republicanos, en particular, odian a Clinton es que ella probablemente le gane a Trump o a Cruz o a cualquier persona lanzada por el Partido Republicano en las elecciones generales.
El abuso contra Hillary Clinton debe detenerse. Ella no es perfecta. Pero ella es inteligente, experimentada y compasiva, y ella entrará al Despacho Oval mejor preparada para asumir un trabajo exigente en tiempos difíciles como casi nadie en nuestra memoria reciente.
Jay Parini, un poeta y novelista, es profesor en Middlebury College en Vermont y es autor de “Empire of Self: A Life of Gore Vidal” (El imperio del yo: una vida de Gore Vidal). Las opiniones expresadas en este comentario son suyas.