(CNN) – El pelo negro es un tema delicado que se relaciona con la belleza, la identidad y la política. Ya sea que se trate de peinados afros y Black Power o trenzas africanas y hip-hop, los peinados asociados con la cultura afroamericana pueden hacer una declaración antes de que sus usuarios digan una palabra.
Así que cuando los blancos eligen un peinado tradicionalmente afroamericano como las rastas, esto añade otra capa de complejidad a la cuestión.
Consideremos el caso más reciente: un video viral que muestra a una mujer afroamericana desafiando a un estudiante blanco de la Universidad Estatal de San Francisco por sus rastas. El video ha desencadenado el debate acerca de si las rastas en los blancos constituyen una apropiación o una apreciación cultural, un papelón en la moda o alguna combinación de los mismos.
Ninguna parte respondió a las solicitudes de comentarios de parte de CNN, de modo que no hay manera de saber qué pasó antes o después del video de 46 segundos. Su conversación llevó a una confrontación física que está siendo investigada por la universidad. El encuentro tirante se centra en el origen de las rastas, el cual ambos parecen concordar que es Egipto. La mujer asevera que las rastas pertenecen a “mi cultura”, y el hombre dice que “no importa”.
Las rastas en esencia son mechones de cabello enredados, que se consiguen mediante varios métodos para enrollar el cabello. Es difícil decir quiénes las tuvieron primero, ya que los primeros seres humanos que carecían de peines o de productos para el cuidado del cabello, probablemente recorrían el planeta con el cabello enmarañado. Múltiples fuentes atribuyen a las escrituras védicas de origen indio la documentación de la primera evidencia de mechones retorcidos de cabello desde el año 1800 AC.
Historiadores y antropólogos han encontrado evidencias del peinado en el antiguo Egipto, las tribus germánicas, los vikingos, los isleños del Pacífico, los primeros cristianos, los aborígenes y los habitantes de Nueva Guinea al igual que las tribus somalí, galla, masái, ashanti, y fulani de África.
Como el profesor Bert Ashe de la Universidad de Richmond escribe en “Twisted: My Dreadlock Chronicles”, la mejor pregunta es: “¿Quién no ha llevado rastas en uno en otro momento?”
Sin embargo, hay que tener en mente que el término real “rasta” viene de la cultura Rastafari, a la cual se le atribuye ampliamente la popularización de la moda en la cultura occidental. Los rastas consideran los mechones como una señal de su identidad africana y un voto religioso de su separación de lo que ellos llaman Babilonia, una estructura imperialista históricamente europea blanca que ha oprimido a los negros y a otras personas de color desde hace ya mucho tiempo, según las migraciones en la historia.
Dada la abundante historia de las rastas, es difícil que un solo grupo reclame su origen, dijo Feminista Jones, escritora, oradora y antigua portadora de mechones.
“Seguro, las personas blancas pueden usar mechones”, dijo ella en un correo electrónico. “Para algunos, ellas tienen un significado religioso o espiritual. Para otros, es tan solo un estilo de peinado. Mi investigación me informó que los monjes indios las usaban mucho antes de que llegaran al hemisferio occidental, así que no estoy segura de que alguien pueda afirmar su origen exclusivo”.
Al igual que muchos, a ella no le interesa cómo se ven en algunas personas de raza blanca. Ella no está tan segura de que eso cuente como apropiación cultural.
“Yo solía usarlas y no era por ninguna razón espiritual y yo no era una rasta; simplemente me gustaba como se me veían. Me pregunto ¿acaso alguna persona india podría decir que yo me las apropiaba?”, dijo.
“La apropiación cultural se trata de la dinámica del poder. Cuando las personas que tienen poder y privilegios deciden ‘validar’ las costumbres y tradiciones que oprimían a las personas que han sido marginadas durante mucho tiempo al decir: ‘Esta es la nueva moda’, entonces tenemos problemas serios. O cuando se niegan a acreditar a las personas que innovaron aquellos estilos o tradiciones y afirman que son ideas originales, entonces entramos en lo que se conoce como apropiación”, dijo.
“Mostrar amor por algo impresionante y hacerlo con respecto a la cultura es la apreciación y no veo problemas con eso, en su mayor parte. No obstante, verdaderamente creo que las personas blancas tienen que ser conscientes de su privilegio y pensar dos veces antes de saltar sobre su más reciente ‘tendencia’, en especial si esta claramente toma prestado algo de las personas privadas de su derecho de representación”.
Jamia Wilson, escritora y antigua amante de los mechones, comenzó a adoptar el estilo hace 10 años como un retorno a su estado natural. Ella recuerda haber visto a las personas blancas con rastas en el mismo salón de Berkeley, California, que ella solía visitar de manera regular.
“Para mí lo que significa dejarse el cabello en mechones realmente se siente como regresar a la progresión natural de lo que mi cabello era por su cuenta”, dijo. “Ver que otras personas toman medidas adicionales para impulsar su cabello en esa dirección es algo interesante de observar, como un tipo distinto de metáfora en contraposición a esto, que es lo que tu cabello haría de manera natural”.
A ella le encantan sus mechones pero reconoce que estos vienen con cargas. Sus familiares inicialmente se preocuparon porque pudieran poner en peligro los prospectos de empleo; un profesor le aconsejó que se alisara el cabello si quería ingresar al periodismo televisivo.
Ha habido ocasiones en que las reacciones frente a su cabello la han hecho sentirse insegura. Los extraños en ocasiones se acercan a ella para pedirle drogas. En una ocasión, un hombre indigente la llamó “perra con pelo sucio” porque no le dio dinero.
Ella se pregunta si las personas blancas con rastas pasan por las mismas cosas.
“Los peinados no son inofensivos”, dijo. “Hay connotaciones de género y de raza, además de estereotipos, adheridos a ellos”.
Ella no quiere “controlar” los mechones ni desanimar a nadie de que los usen. Sin embargo, ella les pediría que consideraran el contexto.
“Si vas a usar algo que tiene un significado sagrado e histórico y una historia desigual de las dinámicas de poder, es importante honrar esa historia”, dijo. “Debes ser un aliado mediante el conocimiento de lo que adoptas, ser respetuoso y reconocer de dónde viene”.