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(CNN) – El lunes, el Kremlin introdujo una nueva palabra en el idioma inglés: “Putinofobia”.

Fue una reacción a las imputaciones del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) y sus socios de los medios de comunicación, quienes dicen que obtuvieron una recopilación de documentos que revelaban –entre otras afirmaciones– una red clandestina que relaciona a los socios del presidente de Rusia, Vladímir Putin, con riquezas escondidas en compañías offshore.

En pocas palabras, el gobierno ruso ha denunciado las revelaciones de la ICIJ, conocidas como los papeles de Panamá, como una gigantesca campaña de desprestigio para desacreditar al líder de Rusia… un intento para debilitarlo antes de las elecciones parlamentarias que se llevarán a cabo posteriormente en este año.

Los informes, los cuales CNN no ha podido verificar de forma independiente, también involucran directamente a 12 líderes mundiales, actuales y antiguos. Desde que se publicaron, el primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, ha dimitido frente a las acusaciones de irregularidades financieras.

Pero para los observadores del Kremlin que buscan un destronamiento similar, bien puede esperar sentados. El público ruso se ha quedado de alguna manera inmune a las acusaciones de corrupción que conciernen a su líder y a los de su círculo íntimo.

¿Cifras? Es un juego de adivinanzas

Durante años, los críticos de Putin han jugado a adivinar el tamaño de la fortuna privada del líder de Rusia.

Stanislav Belkovsky, un honesto analista político de Rusia, planteó la cifra de 40.000 millones de dólares en 2007, luego de asegurar que Putin controlaba participaciones significativas en las industrias del petróleo y la gasolina de Rusia.

Podrían ser hasta 200.000 millones de dólares, le dijo Bill Browder –director ejecutivo de Hermitage Capital Management, el antiguo inversionista más grande de Rusia y antiguo partidario de Putin– a Fareed Zakaria, de CNN, el año pasado.

De hecho, nunca hubo mucho que demostrara tales cálculos.

Tal como sugiere la más reciente revelación contenida en la filtración de datos de los papeles de Panamá, es difícil tener pruebas contundentes cuando se trata de Putin.

Sus asesores reiteran que ni un solo documento contiene el nombre de Putin. De hecho, el poderoso presidente ruso parece tener muy pocos activos registrados a su nombre.

¿Qué pasa con el círculo íntimo de Putin?

No, son los miembros del estrecho círculo íntimo de Putin, sus amigos, antiguos colegas de la KGB y los leales hombres de negocios quienes el informe del ICIJ afirma que poseen propiedades de lujo, dirigen las empresas fantasma y amontonan el dinero.

Amigos como Sergei Roldugin, un violonchelista de San Petersburgo, quien, cuando era joven, presentó a Putin con su exesposa, Lydmilla, y se convirtió en el padrino de su primera hija, Maria.

Durante décadas, él ha sido el mejor amigo de Putin y, según las filtraciones de Panamá, ahora parece dirigir una serie de empresas fantasma que han visto pasar cientos de millones de dólares de préstamos y contratos lucrativos por sus libros.

“Los pagos se disfrazan de diferentes maneras”, informó el ICIJ. “En papel, las acciones en las compañías se intercambian de un lado al otro en un día; los documentos son retroactivos; se evalúan las sanciones financieras cuestionables; los derechos para préstamos multimillonarios de dólares se venden entre compañías offshore por 1 dólar”.

Roldugin no ha respondido a las solicitudes de CNN para una entrevista sobre las transacciones financieras y le dijo a los reporteros del ICIJ que necesitaba más tiempo para saber lo que él quería decir. Pero, de hecho, él minimizó su riqueza en los comentarios con el periódico The New York Times: “Tengo un apartamento, un auto, una dacha”, le dijo al periódico. “No tengo millones”.

Según los documentos filtrados, algo del efectivo fue prestado a compañías controladas por otros cercanos al líder ruso, lo que ha planteado más inquietudes acerca del lavado de dinero.

Pero el nombre de Putin no aparece en ninguno de los documentos. Él es el dueño legal, tal parece que no es nada inapropiado.

Los críticos argumentan que la ausencia de una evidencia legal de culpa que incrimine a Putin demuestra cómo funciona realmente la corrupción en Rusia.

Los críticos dicen que cuando Putin quiere recompensar a sus amigos lo hace con préstamos bancarios favorables o con contratos gubernamentales lucrativos del tipo de los que se exponen en los papeles de Panamá.

La teoría dice que cuando él desea algo a cambio, más vale que lo entreguen o corren el riesgo de perder la gracia del presidente. En otras palabras, el poder es lo que Putin ha acumulado en sus años de dirigir a Rusia, no el efectivo, él no tiene uso para el mismo.

Por qué este es el momento de la verdad

Sin embargo, las filtraciones en realidad se producen en un momento especialmente delicado.

Rusia está empantanada en su peor recesión desde que Putin llegó al poder en 1999, y el Kremlin ha estado llevando a cabo una campaña pública contra el derroche, la corrupción y el lavado de dinero.

Las revelaciones de Panamá son vergonzosas, cuando menos.

En lo que podría ser un intento de evitar cualquier crítica pública más amplia, la oficina del fiscal ruso ha anunciado que investigará a los individuos “enumerados” en las filtraciones de Panamá para comprobar si sus acciones “fueron legales y concordaban con la ley rusa e internacional”.

Sin embargo, no existe ningún indicio de que el mismo Putin, o la inmensa fortuna privada que él pueda o no controlar, quede bajo el centro de atención legal.