CNNE 276039 - amy schumer

Nota del editor: Marilyn Wann es desde hace mucho tiempo una activista de las personas con sobrepeso y portavoz de la diversidad de peso, autora del libro “FAT! SO?” y creadora de las balanzas Yay! Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente las de la autora.

(CNN) – Al incluir a Amy Schumer en su edición especial de tallas grandes, la revista Glamour no solo desencadenó un alboroto menor la pasada semana, sino que también reveló algo importante acerca de Estados Unidos hoy en día: cualquiera puede ser gordo repentinamente.

Glamour incluyó el nombre de Schumer en la portada como una de las “mujeres que nos inspiran”, junto con personas cuyos cuerpos concuerdan con el tema de la revista. Shumer censuró la revista en una publicación de Instagram –”No es genial Glamour, no es glamoroso”– con el resto de su respuesta alternada entre una demanda por la libertad de peso y un intento por repudiar la idea de considerarse gorda personalmente (“Estoy entre una talla 6 y una 8”).

Las redes sociales enloquecieron, los editores de Glamour intentaron suavizar las cosas mediante tuits y una nueva ronda de discusión acerca de la positividad acerca del cuerpo levantó vuelo.

¿Y por qué las personas están tan preocupadas? Permíteme explicarlo. La línea entre flaca y gorda se mueve. La sociedad “lo decide” por nosotras. La misma persona con el mismo cuerpo puede obtener diferentes respuestas frente a ese cuerpo en diferentes situaciones. Tú podrías estar leyendo una revista y enterarte de que estás gorda, o recibir la señal de parte de tu médico, o cuando estás buscando un pantalón de lona de una talla específica e intentas probártelo. Podrías darte cuenta cuando te están entrevistando para un trabajo, cuando estás visitando a los miembros (inútiles) de tu familia, cuando sales en una cita o cuando vas en un avión.

Incluso el gobierno ha cambiado su forma de pensar respecto al tema en la década de 1990, al declarar que 25 millones de estadounidenses “tienen sobrepeso” de la noche a la mañana. Así que la gran división del peso difícilmente se califica como una verdad estricta.

La grasa es un indicador flotante. Se puede adherir a cualquier persona en cualquier momento. Pregúntale a Amy.

Pero, ¿por qué nos importa lo que alguien pesa? Bueno, hay mucho en juego cuando el ser delgado o gordo determina si vas a ser amado, respetado, contratado, ascendido, material para citas, casado, capaz de viajar, comprar ropa, ver a las personas que se ven como tú en los medios tradicionales, obtener atención médica imparcial y contar como una persona… o no. (Y estos son tan solo algunos ejemplos).

Esta es la razón por la que cuando una revista desliza a una persona delgada dentro de su extraña edición que se enfoca en las así llamadas tallas “grandes”, esto es una noticia. Las personas se precipitan para restablecer el fino límite entre gordos y delgados.

La sociedad está preocupada por mantener una jerarquía de libras y tamaños, y hace todo lo posible para proporcionar una justificación científica para ello. Pero, cada vez más, esto está convirtiéndose en algo poco convincente. (Tan solo busca en Google paradoja de “obesidad” o Health At Every Size [Salud en todas las tallas] para ver por qué).

Cuando los duendes del internet afirman que sus ataques anónimos en contra de las personas por su peso están motivados por la preocupación por la salud, ese es el momento de redefinir nuestras ideas acerca del bienestar y a quién se le permite disfrutar de él. Lo que es más, la intolerancia por el peso tiene como objetivo especialmente a las mujeres, las personas de color, las personas pobres, los discapacitados y las personas LGBT. Así que si nos importa la justicia social, necesitamos ser amantes más grandes y no mayores perdedores.

Felicidades, pues, para Schumer por afirmar el derecho de existir de las personas gordas y criticar a Glamour por mover la delgada línea del horizonte del privilegio por debajo de su talla.

Pero ¿qué pasaría si ella hubiera dicho lo que yo he estado diciendo durante más de dos décadas? ¿Qué pasaría si ella hubiera dicho: “¿Y qué?”

Ella hizo un buen esfuerzo en esa dirección cuando tuiteó: “La conclusión parece ser que ya hemos terminado con estas etiquetas innecesarias que parecen estar reservadas para las mujeres”. (Aunque me gustaría añadir que también los hombres y las personas de todos los géneros resultan lastimadas por las etiquetas de peso).

Es absurdo (y seguramente no es rentable) que la ropa en la mayoría de tiendas deja de estar disponible en las tallas que necesita la mayoría de las personas. (“Nuestras tallas grandes están disponibles en línea” no es una respuesta, es discriminación). Cuando estamos en los vestidores, ¿en realidad creemos que no es posible que los trozos de tela se corten más grandes pero que nuestros cuerpos repetidamente deberían ser reformados (en el triste carrusel de la pérdida de peso y su recuperación)? Nosotros somos los jueces de cualquier prenda de vestir, y no al revés.

No, no es halagador cuando las revistas de corriente principal piensan que la mayoría de las mujeres deben estar agradecidas por un artículo o una edición especial que menciona las modas que podemos comprar.

Es por eso que también felicito esta semana a la modelo de tamaño estadísticamente promedio, Iskra Lawrence, por su respuesta, en gran medida sin remordimientos, para un envidioso en internet. Él estaba tan consternado al verla que él declaró que el sistema completo de salud de su país caería y se haría pedazos por las personas gordas que comen papalinas. Publicó fotos de ella en ropa interior entre bolsas de papalinas y un video en cámara lenta comiéndose una papalina y luego haciendo una mala seña delante de la cámara. Ella le dedicó estas publicaciones a “cualquier persona a la que alguna vez le han dicho GORDA”.

¿Y qué pasa si el hecho de que alguna vez te hayan dicho gorda –o en realidad eres gorda– no es el fin del mundo que creen que será?

Es hora de dejar de preocuparse acerca de dónde estamos en la jerarquía del peso y empezar a preguntarnos cómo vamos a ser recordados por lo que hicimos (o no hicimos) para hacer del mundo un lugar mejor para las personas de todos los tamaños, colores, géneros, clases, habilidades físicas y sexualidades.