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Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es columnista y analista político de CNN en Español. Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.

Todo parece indicar que el magnate Donald Trump será el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. Desde que anunció su precandidatura nunca lo tomaron en serio: le dijeron payaso, racista, prepotente y vanidoso, pero hasta ahora, unos nueve millones de electores lo han escogido. A pesar de todos los ataques y de todo un movimiento en contra de la aristocracia del partido, que aún no lo acepta, es a quien los votantes prefirieron de entre 17 candidatos. Algo habrá en ese aspirante presidencial de derechas que mueve a las masas.

Al mismo tiempo, Bernie Sanders, en el otro lado del espectro político, aspirante desde el partido demócrata y autotitulado socialista, también ha movilizado a decenas de miles de electores, hasta ser una amenaza política para Hillary Clinton… Pero al igual que a Trump, al principio nadie le daba a Sanders la más ligera posibilidad.

Lo curioso es que Sanders y Trump, desde extremos opuestos en el espectro político, coinciden en varios puntos: ambos son críticos de Wall Street, de los tratados de libre comercio, rechazan la corrupción cabildera en el gobierno y coinciden en las criticas al sistema electoral estadounidense, que basado en un complejo sistema de delegados, provoca que los electores no siempre decidan quién termina siendo electo.

Ambos candidatos han criticado abiertamente al sistema electoral de llamándolo “amañado”, “falso” y han dicho que el sistema debe ser reformado.

Gran parte del electorado estadounidense está muy molesto y ha votado contra la política tradicional, los privilegios del gran dinero y la fuga de puestos de trabajo. Es poco probable que Trump llegue a la presidencia, al igual que Sanders. Pero muchos de sus cercanos temas de campaña han resonado en la conciencia electoral estadounidense y permanecerán allí. Creo que eso nadie se los puede negar.