(CNN) – La cultura moderna nos dice que cada persona tiene su “otro”, un socio perfecto para compartir el resto de su vida.
Aunque la poligamia se practica en diversas culturas, los seres humanos todavía tienden a la monogamia. Pero esto no fue siempre la norma entre nuestros antepasados. Otros primates —el grupo de mamíferos al que pertenecen los humanos— son todavía polígamos.
“La cultura monógama moderna apenas tiene alrededor de 1.000 años”, dice Kit Opie, un antropólogo evolucionista de la Universidad College de Londres.
Opie describe cómo los primeros primates —hace 75 millones de años— eran solitarios y preferían vivir en aislamiento: “Solo los adultos se unían para aparearse”.
A medida que pasaba el tiempo, los primates en su conjunto se hicieron más sociales y evolucionaron para vivir juntos en grupos, pero solo los seres humanos se volvieron verdaderamente monógamos. Hoy en día, otras especies de primates, como los bonobos y los chimpancés, se aparean con múltiples individuos en sus grupos.
“Los seres humanos se fueron en otra dirección”, dijo Opie.
¿Por qué sucedió? Las teorías actuales sugieren que se resume en la preservación de la salud de un individuo, y su descendencia.
¿Las enfermedades de transmisión sexual tuvieron algo que ver?
A medida que fueron creciendo el tamaño de los grupos en las sociedades humanas, pasando de decenas a cientos de personas, también pudo haber aumentado la frecuencia de aparición de enfermedades de transmisión sexual, según un estudio reciente.
Chris Bauch y sus colegas de la Universidad de Waterloo, en Canadá, utilizaron modelos matemáticos para simular la evolución de las diferentes normas de apareamiento en las sociedades humanas. Utilizando los datos demográficos y de enfermedades, encontraron que cuando las sociedades se hacen más grandes, la prevalencia de infecciones de transmisión sexual se vuelve endémica ocurrencia regular) en la población. Los investigadores sugieren que este aumento de las infecciones de transmisión sexual habría sido un factor de presión para practicar la monogamia en términos de su comportamiento de apareamiento.
“Esta investigación muestra cómo los eventos en los sistemas naturales, tales como la propagación de enfermedades contagiosas, pueden influir fuertemente en el desarrollo de las normas sociales y, en particular, nuestros juicios orientados al grupo”, dijo Chris Bauch, profesor de matemáticas aplicadas en Waterloo.
El equipo sugiere que en las sociedades más pequeñas, de digamos, 30 personas - típicas de las poblaciones de cazadores-recolectores anteriores- los brotes de enfermedades de transmisión sexual habrían sido de corta duración y no habrían tenido un impacto significativo en una población. Sin embargo, a medida que las sociedades evolucionan y la agricultura se desarrolla aumentando el tamaño de las sociedades, las tasas de infecciones de transmisión sexual habrían sido lo suficientemente grandes que la infertilidad por infecciones como la sífilis, clamidia y gonorrea habría sido alta, según la investigación.
Sugieren que la monogamia, por tanto, habría dado ventaja para producir descendencia. El equipo también hizo hincapié en que las enfermedades de transmisión sexual habrían sido una forma de castigo para aquellos que eran polígamos.
Sin embargo, Opie no está convencido de esta teoría. Él cree que las sociedades más grandes derivadas de la aparición de la agricultura y la ganadería resultaron en la monogamia porque la gente quería preservar su riqueza -a través del matrimonio-.
“Lo que importa de su matrimonio es lo que se pasa en herencia… la monogamia es un sistema de matrimonio, no un sistema de apareamiento”, dijo Opie.
Bauch y su equipo observaron que otros factores, además de las infecciones de transmisión sexual, estarían involucrados, tales como la elección femenina. Su equipo sugiere que las infecciones simplemente ayudaron a influir en lo que ahora es una norma social. “Nuestras normas sociales no se desarrollaron en completo aislamiento de lo que sucedía en nuestro entorno natural”.
¿O tiene que ver con la paternidad?
Opie concuerda en que el mayor tamaño de los grupo y las sociedades jugaron un papel en el paso a la monogamia, pero él ve una razón más oscura: el infanticidio.
El equipo de la UCL sugiere que a medida que los primates se desarrollaron y llegaron a ser más sociales, el tamaño de su cerebro crecía para dar cabida a ese aumento de la complejidad. Esto a su vez significaba que el cerebro de los bebés era más grande que en generaciones anteriores y requerían más atención -y lactancia- de sus madres, que, como consecuencia, estarían menos disponibles para aparearse de nuevo después de dar a luz.
“Los varones (en el grupo) estaban básicamente sentados esperando para aparearse con la hembra”, dice Opie. “Por tanto, tendrían que matar al niño para poder aparearse con la hembra”.
A medida que los padres quieren que sus hijos sobrevivan, tienen que nutrirlos y protegerlos haciendo pares.
En 2013, Opie publicó un artículo argumentando que la monogamia se produjo para que los machos pudieran proteger a su bebé. “Una manera de hacer frente a esto [riesgo de infanticidio] es para hombres y mujeres convertirse en una pareja”, dice Opie.
Ambas teorías siguen siendo exactamente eso, teorías.
Opie también cree que ahora estamos en lenta retirada de esta idea de tener una sola pareja.
“Nos estamos alejando del ‘Hasta que la muerte nos separe’”, dice.