(Getty Images/Archivo).

Nota del editor: Eusebio Elizondo es obispo auxiliar de Seattle y presidente del Comité sobre Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés). Las opiniones expresadas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor.

Millones de personas están esperando la decisión de la Corte Suprema en el caso Estados Unidos vs. Texas —un caso sobre la constitucionalidad de la política de inmigración—, lo cual podría retirar—al menos temporalmente—el temor a la deportación.

Eusebio Elizondo

Está en juego el ampliado programa DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals/Acción diferida para los llegados en la infancia) así como el nuevo programa DAPA (Deferred Action for Parental Accountability/Acción diferida para la responsabilidad de los padres), los cuales, si la corte lo permite, retiraría temporalmente el temor a la deportación en aquellos que son elegibles. Estas últimas semanas de espera se convertirían en otro largo periodo de incertidumbre para los cerca de 4 millones de personas que pudiesen ser elegibles para uno de estos programas.

Mientras tanto, las personas que no cuentan con un estado migratorio legal y, nosotros, los que cuidamos de ellos, podemos tomar acción.

Primero: determine si usted califica para DACA, DAPA, o para cualquier otra forma de asistencia migratoria

Aunque no todos podrán ser elegibles para DACA o DAPA, es posible que usted y su familiar aun pudiesen beneficiarse de alguna forma de asistencia. Un estudio reciente del Centro de Estudios de Migración muestra que el 14% de los inmigrantes indocumentados seleccionadas para DACA por unos proveedores de servicios legales de inmigración, era potencialmente elegible para un estatus migratorio permanente. Sin embargo, usted nunca se enteraría si es elegible a menos que lo consulte con un reconocido proveedor de servicios legales de inmigración para que le hagan una evaluación confidencial y determinen si usted es elegible para DACA/DAPA y para cualquier otra forma de asistencia.

Segundo: promueva la ciudadanía

Más de 8 millones de inmigrantes en Estados Unidos son elegibles para la ciudadanía —según cifras del Departamento de Seguridad Nacional— pero ellos nunca la han solicitado. Ya sea por razones económicas, o por falta de conocimiento acerca de este proceso, estos residentes permanentes legales no han tomado el paso final necesario. El hacerse ciudadano estadounidense protege a las personas de una deportación y les brinda la oportunidad de participar plenamente en la vida estadounidense.

Al ayudar a más individuos a hacerse ciudadanos, estamos afectando inmediatamente a un sinnúmero de personas y a sus familias. Las comunidades católicas ya han tomado la iniciativa. Por ejemplo, cientos de parroquias en las Diócesis de Orange, Los Ángeles, San Bernardino y San Diego, han lanzado recientemente un programa para brindarle asistencia a 1.5 millones de residentes permanentes legales en la zona sur de California quienes son elegibles para la ciudadanía. El programa ofrece talleres con abogados de inmigración, conduce clases de cívica para ayudar a las personas a prepararse para el examen de ciudadanía y ayuda a recaudar fondos para pagar la cuota de la solicitud para la naturalización y cuando solicitan la exención de la cuota. Las parroquias y las diócesis pueden hacer eso ahora.

Tercero: anime a los ciudadanos a votar basados en sus valores

Uno de los muchos beneficios de la ciudadanía es la habilidad para votar. Como ciudadanos, tenemos el deber de participar en la vida cívica de nuestro país. Como católicos, tenemos la responsabilidad de votar de acuerdo a nuestros valores católicos y basar nuestras opciones en la enseñanza católica.

La inmigración es un tema de la campaña electoral de este año. El tema tiene implicaciones morales que afectan el bienestar de millones de familias. Formando la Consciencia para ser Ciudadanos Fieles, un documento publicado por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, ofrece una guía a los votantes católicos y aborda específicamente el tema de la inmigración y el mandato evangélico de acoger al extranjero. Cita como prioridad una reforma humana de la inmigración y hace un llamado a los candidatos para que aboguen por el trato digno de todos los inmigrantes a la vez que reconoce el derecho de las naciones a controlar sus fronteras y a mantener el estado de derecho.

Junto con el privilegio del voto viene la responsabilidad de educarnos acerca de los temas, informando a los demás acerca de recursos tales como Formando la Consciencia para ser Ciudadanos Fieles, instándolos a votar y haciendo que los candidatos respondan por sus actos.

Dada nuestra situación actual, en la que estamos esperando una decisión sobre la acción ejecutiva del presidente acerca de la inmigración, es importantísimo que entendamos claramente la posición de los candidatos acerca de la inmigración. Como lo han mencionado mis hermanos obispos, los programas de DACA y DAPA no son perfectos y no ofrecen soluciones a largo plazo a los problemas de la inmigración en nuestro país. La decisión de la Corte Suprema tampoco ofrecerá reformas permanentes. Solo el Congreso podrá llevar a cabo una reforma duradera al ineficaz sistema de inmigración en nuestro país. Por esta razón, es particularmente importante que exhortemos a los demás a estar más activos e integrados en la vida cívica estadounidense haciéndose ciudadanos y que evaluemos a los candidatos basados en su capacidad para participar en una solución humana a los problemas de la inmigración.

Dios les bendiga a ustedes y a sus familias.