(CNN) – Si miras el cielo nocturno, es muy probable que no puedas ver lo que tu abuela veía cuando era niña. Esto se debe a que estamos sumidos en una bruma de luz artificial que bloquea el cielo nocturno, un fenómeno que los científicos llaman contaminación lumínica.
Ellos creen que una tercera parte de la humanidad no puede ver la Vía Láctea, eso incluye al 80% de los estadounidenses y al 60% de los europeos porque las luces de la ciudad crean nieblas de la contaminación lumínica, de acuerdo con un nuevo estudio publicado el pasado 10 de junio en la revista Science Advances.
Un equipo internacional de científicos creó un atlas mundial de iluminación artificial del cielo que detalla cómo la contaminación lumínica permea nuestro planeta. Esa luz oscurece nuestra visión de las estrellas, los eventos celestes y la Vía Láctea, la galaxia que contiene nuestro sistema solar.
Aunque aún quedan en el mundo algunos parches de cielo oscuro prístino, el 83% de la población mundial y más del 99% de las poblaciones de Europa y Estados Unidos viven bajo el resplandor de la contaminación lumínica.
“Es una pérdida cultural enorme con consecuencias imprevisibles en las generaciones futuras”, advierte el científico Fabio Falchi, uno de los autores del estudio. “Los cielos nocturnos puros son una mercancía valiosa”.
Según el estudio, el país con más contaminación lumínica en el mundo es Singapur.
“Toda la población vive bajo un cielo tan brillante que el ojo no puede adaptarse totalmente a la visión nocturna “, asevera el estudio. Eso significa que las personas que viven en el país nunca tienen la oportunidad de experimentar la verdadera oscuridad.
Estos son otros países en los que más de la mitad de sus habitantes viven bajo un cielo extremadamente brillante. (Los números indican el porcentaje de la población afectada por la contaminación lumínica.)
1.Kuwait (98%)
2. Qatar (97%)
3. Emiratos Árabes Unidos (93%)
4. Arabia Saudita (83%)
5. Corea del Sur (66%)
6. Israel (61%)
7. Argentina (58%)
8. Libia (53%)
9. Trinidad y Tobago (50%)
Entre los países con poblaciones menos afectadas por la contaminación lumínica están Chad, República Centroafricana y Madagascar. Más de tres cuartas partes de la población de estos países viven bajo un cielo nocturno prístino.
Los peligros del exceso de luz
Los resultados muestran que la contaminación lumínica es un problema mundial, y muchos países se ven afectados por una niebla de luz artificial. Pero esta contaminación no sólo oscurece nuestra visión del espacio.
Esta sobresaturación puede tener un impacto sobre nuestra cultura, causar problemas ecológicos globales, generar problemas de salud pública y crear un consumo energético irresponsable, advierten los investigadores.
La luz artificial, por ejemplo, tiene un efecto directo sobre la fisiología y el comportamiento humano. Puede alterar nuestro ritmo circadiano y afectar la producción de algunas de nuestras hormonas, determinó un estudio médico en 2007.
También puede interrumpir el ciclo del sueño suprimiendo la creación de melatonina y aumentando los niveles de cortisol, una hormona vinculada al estrés.
Los investigadores encontraron que las personas que viven en entornos urbanos son las más afectadas por la contaminación lumínica, pero lo preocupante es que el resplandor de las luces de la ciudad contamina también las zonas despobladas.
Esto es importante porque las luces artificiales pueden afectar negativamente la vida silvestre. Por ejemplo, las farolas próximas a las costas pueden causar que las tortugas bebés recién nacidas se desorienten y caminen hacia el interior en lugar de ir al océano, provocando su muerte por deshidratación o exposición a los depredadores, según una investigación de Sea Turtle Conservancy.
¿Entonces, por qué nos ha superado la contaminación lumínica? “La contaminación lumínica es también una consecuencia de la creencia de que la luz artificial aumenta la seguridad en las carreteras y evita crímenes, pero esta creencia no se basa en evidencia científica”, señala el estudio.
Proteger los cielos más oscuros
“Siempre sorprende descubrir cómo, en pocas décadas de expansión de la iluminación, la mayoría de nosotros nos hemos blindado tras una cortina de luz que oculta la visión de la mayor maravilla de la naturaleza, el universo mismo”, dice Falchi.
En menos de 100 años, las luces artificiales han transformado el cielo. Millones de niños nunca experimentarán la Vía Láctea, según la Asociación Internacional del Cielo Oscuro (IDA, por sus siglas en inglés), que lucha contra la contaminación lumínica.
La contaminación lumínica “nos priva de la oportunidad de experimentar la maravilla de un cielo nocturno natural”, dice IDA en su sitio.
Con el fin de preservar los pocos parches de cielo oscuro, IDA puso en marcha el programa de conservación International Dark Sky Places en 2001, que anima a las comunidades a proteger los sitios oscuros.
Algunos de estos santuarios, que son los lugares más remotos y oscuros del mundo, incluyen a las Universidades Asociadas para la Investigación en Observatorio Astronómico, que opera en el Valle de Elqui en el norte de Chile y el Cosmic Campground, un sitio ubicado en el Bosque Nacional de Gila, al oeste de Nuevo México.
Hay maneras de impedir que la bruma de luz artificial se apodere de nuestros cielos nocturnos. Los investigadores sugieren que las comunidades ensayen una nueva tecnología que limita la propagación de la contaminación lumínica, usen la menor luz posible, fomenten la práctica de apagar las luces cuando las habitaciones no se están usando y restrinjan el uso de las luces “azules” que pueden afectar los ritmos circadianos e incluso la vista.
La belleza de un cielo nocturno prístino también puede influir en las personas, apunta Falchi. “Estudié física porque hace 30 años tenía la posibilidad de ver un buen cielo donde yo vivía. Ahora, en el mismo sitio, la Vía Láctea está totalmente perdida”.