(CNN) – Los paralelismos son imposibles de ignorar.
En Estados Unidos como el Reino Unido hay campañas populistas, avivadas por la ansiedad económica y la inmigración.
Planteado como un atisbo de luz, el lucha del Brexit y la candidatura presidencial de Donald Trump parecen ser causas gemelas, alimentándose de molienda política reconocible.
Pero así como las fuerzas que impulsan sus respectivos éxitos se basan en algunos de los mismos movimientos sociales intrínsecos, los obstáculos que enfrenta la recta final de la carrera de Trump a la Casa Blanca son muy diferentes - y probablemente más difíciles de superar - de los que acaba de franquear la campaña por el Brexit.
Entre ellos están:
Washington vs Bruselas
Gran parte de la frustración alimentando el éxito de Trump está dirigido a la clase política nacional.
Quienes se oponen a los políticos de carrera en Washington dicen que los intereses de estos últimos están divorciados cada vez más de los de los votantes que los pusieron en el cargo.
Mucha de la frustración que alimenta el éxito de Trump está dirigida al “establishment” político nacional. Los simpatizantes se encarrilan contra los políticos de carrera en Washington D.C. diciendo que sus intereses están apartados de los de los votantes que los pusieron al mando.
Como se hace evidente con el éxito del Tea Party, se trata de un potente mensaje político, uno que ahora es aprovechado por la campaña de Trump.
Pero de toda la frustración entre los simpatizantes de Trump, imaginen su furia si el objeto de su ira no fuera una ciudad estadounidense sino una capital europea. La sede del poder de la Unión Europea está en Bruselas, Bélgica, permitiendo a la campaña a favor de dejar el bloque probar su hipótesis de que la política británica era dictada desde el exterior.
Trump ha dejado claro que quiere alejar a Estados Unidos de la influencia de alianzas foráneas, pero no puede trazar al respecto una línea clara -ni una provocación- como la que tenían los organizadores del voto a favor de salir de la UE, que argumentaban que la soberanía británica estaba en entredicho.
Un candidato vs un tema
La mayoría de los electores estadounidenses votarán en noviembre por uno de los candidatos de los dos partidos principales. Pero incluso si la porción del electorado que tiene como principal prioridad la seguridad fronteriza rebasa a aquellos que prefieren a Hillary Clinton, hay una multitud de temas poco relacionados entre sí que podrán guiar sus decisiones.
Una encuesta de Gallup de febrero halló que únicamente la economía, la seguridad nacional, el empleo y la seguridad social calificaron como “por encima del promedio en importancia” en el espectro político.
Después de eso, la relevancia de las posiciones de un candidato variaron. Así que mientras Trump indudablemente ha tocado una fibra con la inmigración entre sus seguidores, no queda claro cómo llegarán los votantes a las urnas en noviembre solo con ese asunto y sus implicaciones en mente.
Referendo vs elección indirecta
La diferencia más clara entre el voto del Brexit y la próxima elección general en Estados Unidos es que están sujetos a dos sistemas electorales muy distintos.
La decisión de Reino Unido de dejar la Unión Europea se tomó vía un referendo popular. Dicho ejercicio de “democracia directa” rompe con las barreras tradicionales- en este caso el parlamento y el primer ministro- y pone la decisión directamente en manos de los electores.
El sistema presidencial estadounidense, por naturaleza, pone más espacio entre la decisión popular y la acción política.
Ese espacio, ocupado por el colegio electoral, ofrece un único beneficio a la campaña estratégica más organizada. Así que una victoria, por ejemplo, en Ohio, por un voto o un millón, podría decidir la carrera, ganar el voto popular a nivel nacional no sería suficiente para dar la victoria a Trump o a Clinton.
Demografía
Tanto la campaña por el Brexit como la de Trump se han fortalecido en gran parte por las inquietudes acerca de la migración masiva. Pero si los dos movimientos obtienen apoyo de pozos similares de descontento político entre los votantes blancos no hispanos, el lado británico disfrutó de una reserva proporcional más profunda.
De acuerdo con el CIA World Facebook, la población británica blanca representaba el 87% del total en 2011. Otras estimaciones colocan el promedio por encima de 90%. En tanto, una investigación del Instituto Pew de principios de este año halló que el electorado estadounidense en 2016 será el más diverso étnica y racialmente en la historia del país. Más de 30% de los posibles votantes será de una minoría racial. El voto blanco no hispano se prevé que será de 69%, por debajo del 71% de 2012.
Para Trump, quien ha alienado a grandes franjas de los votantes de minorías con su retórica antiinmigrante, la victoria tendría que venir de asegurar una importante porción de una rebanada más delgada del pastel electoral.