(CNN) – Los vehículos del ejército iraquí pasan a través del paisaje lunar de la provincia de Nínive hacia la ciudad de Qayyarah, la siguiente línea de frente en la batalla para desalojar a ISIS de la gran ciudad de Mosul.
ISIS trata de disminuir la visibilidad de las tropas quemando tanques de petróleo, inundando el aire con el humo. Pero los soldados iraquíes siguen hacia delante a pesar de los apocalípticos cielos color negro.
Ahora están a solo un par de kilómetros de distancia del centro de la ciudad y a unos 60 kilómetros de Mosul. A finales del año, dicen, liberarán la segunda área metropolitana más grande de Iraq, bajo control de ISIS desde hace dos años.
Desde abril, el Ejército iraquí hizo avances significativos en su lucha por recuperar las zonas alrededor de Mosul.
En julio, los soldados incautaron la base aérea de Qayyarah, la tercera más grande de Iraq, un paso importante. El sitio, no muy lejos de la ciudad de Qayyarah, será una base de operaciones de vital importancia para las tropas iraquíes y estadounidenses hacia Mosul, una vez limpia de explosivos.
¿Falta de combatientes extranjeros?
El general Najim al-Jobouri, comandante de las operaciones en Nínive, dijo que los soldados ahora perciben un debilitamiento de ISIS. Antes, dijo, la mayoría de los atacantes eran combatientes extranjeros. Ahora, son una mezcla de extranjeros y locales.
“Creo que tienen una falta de combatientes extranjeros”, dijo.
Sin embargo, hay incertidumbre también. Al-Jobouri también se pregunta si ISIS tendrá más combatientes extranjeros cuando la esperada “Batalla de Mosul” se produzca.
Conversó mientras está de pie en el pequeño jardín de una casa donde se despliega una colección de armas, hechas en Iraq y Siria por ISIS.
Una era un tubo de mortero de fabricación casera más alto que la mayor parte de los soldados.
ISIS tiene “buenos ingenieros”, dijo al-Jobouri, citando el “buen trabajo profesional” en la construcción de armamento.
El motivo: “Tenemos sed”
La mayor preocupación de Al-Jobouri siendo la población civil de Mosul. Al menos 1 millón de personas permanece en las garras de una organización conocida por utilizar a la población civil como escudos humanos.
No lejos de allí, los que han huido de ISIS están en un campamento para desplazados, con las carpas instaladas en la tierra estéril.
El calor es espeso y asfixiante. La arena se pega a todo.
La gente pulula a nuestro alrededor cuando llegamos.
Una mujer mayor sostiene una foto de su hijo muerto por ISIS mientras se agarra al brazo de su nieta.
Los niños no recuerdan la última vez que se bañaron. Y todo el mundo repite: “tenemos sed”.
No hay agua limpia aquí, solo el agua que se extrae de un pozo que está enfermando a todos. Hay dos baños para una población de más de 1.000 personas. ¿La dieta? Frijoles y lentejas dos veces al día.
La ayuda no viene en camino, a pesar de las promesas de las organizaciones internacionales y del gobierno iraquí. El campamento simplemente está demasiado cerca de la línea del frente.
Las organizaciones de ayuda advierten de la “catástrofe humanitaria del siglo”, con más de 1 millón de personas huyendo de Mosul.
Otros campamentos de refugiados en zonas seguras están saturados, y la ofensiva en la ciudad de Mosul aún no ha comenzado.
En el Kurdistán iraquí, el campo de Debaga ha crecido hasta cinco veces el tamaño que tenía en abril.
Aunque se están construyendo más extensiones, apenas son suficientes para cubrir las necesidades actuales. Las familias se amontonan bajo lonas y los refugios improvisados.