Este lunes entró en vigor el cese del fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC tras la histórica firma en La Habana de un acuerdo final de paz que deberá ser refrendado por los colombianos.
Para quienes apoyan el proceso, esas noticias dan una nueva luz de esperanza para el camino hacia la erradicación de la violencia en un país acostumbrado al conflicto, pero también revelan dos realidades: primero, en los últimos meses, el cese de hostilidades de las FARC ha marcado una reducción efectiva del conflicto con esa guerrilla; segundo, el fin de la confrontación con las FARC no significa la paz absoluta en Colombia ni el fin del conflicto con todos los grupos criminales.
Conflicto: en su menor expresión, pero aún existente
Uno de los factores sobre el cual el gobierno de Santos ha fundamentado el desarrollo y éxito de los diálogos de paz con la FARC ha sido la reducción verificada de acciones violentas por parte esa guerrilla.
El Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, Cerac, publicó en julio de este año un informe detallado sobre un año de desescalamiento del conflicto, tomando como referencia el cese del fuego unilateral anunciado por las FARC el 20 de julio de 2015.
“Gracias al altísimo grado de cumplimiento del acuerdo bilateral de desescalamiento vigente desde hace un año, el conflicto armado entre las FARC y el Estado colombiano ha caído a sus niveles mínimos en 52 años, en número de víctimas, combatientes muertos y heridos, y de acciones violentas”, dice el informe de ese centro de investigación, una entidad privada e independiente.
En ese desescalamiento durante el periodo de 13 meses “la violencia se redujo a sus mínimos históricos”, dijo Jorge Restrepo, director de Cerac, en entrevista con CNNEspanol.com. Restrepo señala que dejaron de morir colombianos como nunca antes en el conflicto entre ese grupo insurgente y las fuerzas del Estado.
Según Cerac, si se compara el promedio diario de acciones de conflicto durante ceses bilaterales, frente al promedio diario en que no hubo cese unilateral por parte de las FARC en el último año, hay una notable reducción de la violencia.
“Acciones ofensivas de las FARC: caen 98% (de 1,51 a 0,03 acciones en promedio diario). Combates Fuerza Pública-FARC: se reducen en 91% (de 0,68 a 0,06 combates en promedio diario). Muertes civiles: caen un 98% (de 0,19 a 0,003 muertos en promedio diario). Muertes de combatientes: caen 94% (de 1,08 a 0,07 muertos en promedio diario)”, indica el informe.
Pero Cerac señala que si bien el conflicto con las FARC en los últimos meses estuvo “casi detenido”, aún se resistía a desaparecer, debido a 10 acciones de violación del cese del fuego por parte de las FARC en las que murieron cuatro personas —un civil y tres miembros del Ejército— y tres más resultaron heridas. Cerac además registró en ese periodo otras seis acciones con alta probabilidad de haber sido responsabilidad de las FARC aún no verificadas por parte de las autoridades judiciales.
De todas esas acciones, las FARC solo aceptaron responsabilidad por la muerte de un civil.
Además, durante el último año hubo 21 combates directos. “Esos 21 combates muestran —dice Restrepo— que era necesario avanzar en una declaratoria de un cese de acciones ofensivas”, algo que se hace vigente desde este lunes.
Renuncia al secuestro
El pilar de esa reducción de cifras de acciones violentas ha sido la desaparición casi completa del secuestro por parte de las FARC, la condición para que iniciaran los diálogos con esa guerrilla y la razón por la que no han empezado formalmente con el ELN.
En entrevista con CNN en Español, Santos aseguró que las FARC han cumplido su promesa de no secuestrar y dijo que se trata del menor nivel de secuestros en 40 años.
Restrepo confirma esa afirmación de Santos, con una precisión: “No hemos registrado un solo secuestrado que en este momento tengan las FARC. Lo que sí registramos fue dos casos de secuestrados que fueron retenidos por las FARC por un momento: un ciudadano estadounidense secuestrado en San Vincente del Caguán, y el secuestro del general (Rubén Darío) Alzate que fue retenido vestido de civil en el Chocó”. Ambos casos, explica Restrepo, fueron resueltos de forma relativamente rápida, al igual de ocho casos de retenciones de militares durante combates, y de un líder indígena en el Cauca.
“Las FARC renunció a la práctica del secuestro desde antes de iniciar la negociación, (pero) sí se presentaron esos dos caos de secuestros, aunque todos fueron resueltos de manera pronta con la libertad de esas personas sin que FARC hubiera exigido recompensa”, dijo Restrepo a CNN.
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La paz con las FARC, no la paz absoluta
A pesar de que se ha llegado a un cese del fuego con el grupo más grande y más violento del país, eso no significa que se haya acabado la violencia insurgente y la confrontación armada. Esa realidad ha sido una crítica constante de la oposición al Gobierno en materia de lo que se comunica de cara al plebiscito: no es ‘La Paz’ completa, es un acuerdo con una guerrilla en particular.
Para el analista Pedro Viveros, se trata de “una oportunidad para terminar un problema de los miles que tenemos los colombianos: es solo un problema, que son las FARC. Después vamos a tener seguir que trabajando en otros problemas que seguimos teniendo”, le dijo Viveros a Fernando Ramos de CNN en Español
Esos otros problemas se pueden resumir en factores de inseguridad vigentes. “Los indicadores ‘duros’ —el secuestro, el homicidio y la confrontación con las FARC— se han reducido de manera importante, al tiempo que ha aumentado la extorsión, atentados contra infraestructura, el robo común y el aumento de las acciones del ELN”, explicó Restrepo.
¿Y el ELN?
El Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla más grande del país y que opera en cinco regiones focalizadas del territorio colombiano, no ha dejado de secuestrar (los notorios secuestros del excongresista Odín Sánchez en abril y de la periodista Salud Hernández en mayo ponen en evidencia la dificultad de cara al diálogo con esa guerrilla) y muchos analistas consideran que tras el fin de operaciones de las FARC el ELN irá a llenar ese vacío.
“Yo creo que si las FARC cumplen los acuerdos como todos esperamos, el ELN va a terminar fortaleciendo su violencia y los ataques y los secuestros que han hecho”, dijo Viveros.
Para Restrepo, es muy probable que una vez se inicie el proceso de dejación de armas de las FARC y su ubicación en las zonas de normalización, el objetivo preferencial y que concentre los recursos de la fuerza el pública colombiana sea el ELN. “Yo esperaría una escalada de la confrontación armada con el ELN en los próximos 6 a 10 meses y con posterioridad el inicio de una negociación dilatada con una guerrilla tan radical en su ideología política”, dijo.
Los otros cuatro
El director de Cerac señala que hay otras cuatro organizaciones con alta capacidad de daño, que el Gobierno denomina Grupos Armados Organizados: el Clan del Golfo, el grupo de Los Pelusos, Los Puntilleros y el Frente Primero de las FARC —que opera en Guaviare y Caquetá, al suroriente del país—, la disidencia de la guerrilla que ha declarado que no dejará las armas y no se acogerá al acuerdo.
Después del ELN, son los grupos que tienen más capacidad de perturbación y generación de violencia, en especial el Clan del Golfo — un grupo narcotraficante que ejerce acciones contra la fuerza pública—, que está presente en muchos lugares del territorio nacional.
También subsiste la violencia política, que según Cerac ha aumentado en los últimos tres años, en particular en contra de reclamantes de tierra, defensores de derechos humanos y activistas políticos. Restrepo explica que esta violencia política no es mayoritariamente letal, sino que se trata sobre todo de amenazas y desplazamiento forzado.
Aparte de los otros grupos violentos y la violencia política, Restrepo indica que desde el inicio del Gobierno de Santos ha habido un aumento en la percepción de inseguridad por parte de los ciudadanos en las principales ciudades del país, adjudicable principalmente, dice, al crecimiento en las cifras de hurto común, en particular el hurto de celulares. Un 32 % de los colombianos cree que la inseguridad ciudadana es el principal problema del país según revela la encuesta Colombia Opina de agosto realizada por Ipsos para un grupo de medios locales.
Aunque las FARC dejó de secuestrar, la práctica sigue existiendo. Según cifras de la Policía, en los primeros 6 meses del año se registraron 64 secuestros en todo el país, el 90 % de ellos cometidos por delincuencia común.
No obstante, en cuanto a los que se refiere al conflicto armado en el país, las cifras globales en los últimos meses son claras. “Quienes están diciendo que la inseguridad se deterioró en Colombia en el último año están hablando en contravía de lo que muestran las cifras, en particular en materia de homicidio, secuestro, atentados contra la infraestructura e incluso en el robo común”, dijo el director de Cerac.
¿Qué pasa si gana el No en el plebiscito?
El presidente Santos y quienes lideran la campaña por el Sí han dicho que si gana el No en el plebiscito, Colombia no solo volvería a la guerra con las FARC, sino que la confrontación se recrudecería.
“Si se vota el No, estaría casi seguro que habría una ruptura del acuerdo, que se desecharía, porque las FARC no estaría dispuesta a reiniciar una negociación”, dijo Restrepo. “El gobierno colombiano entraría en una muy seria situación de crisis política y sin lugar a dudas supondría el reinicio del conflicto armado interno con las FARC”, concluyó.
Para el analista Pedro Viveros, el panorama no sería de caos absoluto: “Aquí no va a volverse Colombia Dinseylandia si votamos Sí. Pero tampoco se va a volver esto Afganistán si votamos No”.
La oposición, en cambio, ha dicho que el acuerdo final sería germen de nueva violencia. En entrevista con CNN, el senador y expresidente Álvaro Uribe dijo que si la actual negociación se mantiene, “conducirá a más violencia”. Uribe dijo que su objetivo es que no se levante la mesa de diálogos para así poder reorientar el proceso y que la victoria del No sería la oportunidad para una paz verdadera.
Lo cierto es que en medio de las críticas sobre el acuerdo final, el Gobierno puede mostrar las cifras de reducción efectiva de la violencia en el conflicto con las FARC como sustento a su causa de cara al plebiscito. Y para algunos, en un país que hace más de medio siglo sufre un conflicto armado, esa realidad de menos acciones violentas no es algo menor.
Con información de Fernando Ramos