Nota del editor: Issac Bailey ha sido periodista en Carolina del Sur durante dos décadas y más recientemente fue el columnista principal de The Sun News en Myrtle Beach. Fue investigador Nieman de la Universidad de Harvard en 2014. Síguelo en Twitter: @ijbailey. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – Donald Trump está tratando de convencer a los votantes negros en estos términos: “¿Qué demonios puedes perder?”.
Esta es mi respuesta.
Rand Paul, que ha pasado años detallando resueltamente las disparidades raciales encontradas en todo el sistema de justicia criminal, cómo estas han ayudado a debilitar la familia negra del país y por qué es urgente una reforma, creíblemente podría tratar de ganar el voto de las personas de color como Donald Trump pretendió hacer la semana pasada.
Igualmente podría hacerlo John Kasich, el gobernador de Ohio, quien se rebeló contra su partido al adoptar la expansión del Medicaid a través de la Ley de Asistencia Asequible, la cual, según un análisis del New York Times, ha sido muy beneficiosa para las personas de color, para los inmigrantes y para los pobres.
Marco Rubio podría estar en el escenario de los debates con Hillary Clinton y decir muchas cosas acerca de la necesidad de no subestimar a los marginados, porque él actuó así durante el clímax del proceso de las primarias republicanas de 2016. Y podría mostrar las cicatrices que recibió en una candente batalla política sobre la reforma migratoria (aunque más tarde repudió a su propio proyecto de ley).
¿Cuán diferente sería esta carrera presidencial si Hillary Clinton enfrentara una boleta con los nombres Kasich-Rubio en lugar de Trump-Pence?
Incluso Chris Christie demostró que podía conectar con los votantes negros cuando apoyó al presidente Obama tras el paso del huracán Sandy y ganó fácilmente la reelección como gobernador de Nueva Jersey, con un porcentaje no despreciable de voto negro.
El Partido Republicano no carece de otros líderes capaces de hablar con credibilidad hacia el votante promedio del color —Colin Powell, Mark Sanford, Nikki Haley, Susana Martinez; George W. Bush obtuvo 40% del voto hispano— es solo que los votantes conservadores eligieron al candidato menos creíble del partido tan solo cuatro años después de diagnosticar correctamente su desconexión con los votantes de color.
El ascenso de Trump hacia la nominación presidencial republicana descorazonó a las personas de color, tanto como embelesó a los nacionalistas blancos y defensores de la supremacía blanca. Eso debe entristecernos porque hay millones de votantes de color a la espera de ser cortejados en serio por el partido republicano.
Muchos votantes de color son socialmente conservadores al igual que los republicanos blancos. También comparten una creencia predominante en el poder del espíritu empresarial. Se sienten frustrados por el estado de las escuelas públicas y apoyarían programas de elección escolar que estén bien diseñados y tengan en cuenta el destino de los estudiantes que quedan rezagados en el sistema público. Esos grupos se encuentran entre los más religiosos de la nación, mientras que el Partido Republicano ha afirmado durante mucho tiempo la fe como uno de sus pilares.
El terreno ha sido fértil durante bastante tiempo para que el Partido Republicano se abra camino entre los votantes de color. Yo lo sé porque he votado a favor de los republicanos, arriba y abajo de la boleta. Pero la ascensión de Trump casi ha garantizado que no vote por el partido de nuevo en el corto plazo.
El Partido Republicano tuvo una opción durante la era de Obama. Sin duda podía haberse convertido en un partido inclusivo. O podía haber redoblado sus peores instintos. Optó por lo segundo. El partido comenzó a promulgar de leyes de identificación de votantes que revirtieron opciones de votación anteriores que las personas de color eran más propensas a usar y que dificultan el registro de nuevos votantes. Y ha adoptado el feo término “ilegal” para degradar a los demás seres humanos.
Ha disculpado a los racistas dentro del partido o ha fingido que no existen, faltó el respeto al primer presidente negro de la nación en múltiples formas; y luego remató convirtiendo en su abanderado a la persona que más cuestionó el lugar de nacimiento del presidente. El partido parece incapaz de tratar a las personas de color con un nivel básico de respeto y decencia, por no hablar de ajustar políticas para crear espacios para este tipo de votantes.
Por eso que sabemos que Trump no está tratando de llegar a los votantes negros. Está usando una caricatura de la vida de las minorías para hacerse querer aún más por los votantes blancos conservadores que quieren una excusa para votar por él a pesar de su intolerancia comprobada.
Los votantes de las minorías no son ingenuos ni inconscientes. Han sido decepcionados por algunas de las políticas de Obama.
Aunque los votantes negros pueden señalar muchos éxitos en los últimos ocho años —el desempleo entre la comunidad negra se ha reducido en más de la mitad desde que alcanzó su punto máximo en 2011; la industria automotriz nacional fue salvada; la manufactura se ha estabilizado; las tasas de embarazo adolescente y el aborto en esta comunidad continúan disminuyendo; el crimen se ha mantenido bajo; la tasa de personas no aseguradas está en su nivel más bajo en la historia; el gobierno federal se está alejando de las cárceles privadas; los pobres no permanecerán en prisión si no pueden pagar la fianza; decenas de miles de prisioneros no violentos han sido puestos en libertad o ahora son elegibles para libertad condicional—, saben mejor que nadie que se necesita más progreso.
Pero también saben que muchos de esos problemas tienen décadas de antigüedad y están arraigados en los sistemas que el Partido Demócrata ha estado luchando por cambiar, mientras que el Partido Republicano, en cambio, afirma que todos o casi todos los problemas de la comunidad negra tienen sus raíces en el fracaso moral y en una falta de responsabilidad personal.
Es cierto que las personas de color están abiertas al Partido Republicano. Pero nada de eso importa ya debido a que el partido eligió a Trump y su intolerancia para liderarlos más profundamente en el siglo XXI. Ningún giro político puede ocultar ese hecho.