Para tomar los colmillos de este elefante los cazadores le cortaron toda la cara. Junto al cuerpo del animal el ecologista Mike Chase, quien lideró el Gran Censo de Elefantes.

(CNN) – Recorriendo el pantano Liyanti en una zona remota de Botswana a bordo de un helicóptero que vuela bajo, el ecologista Mike Chase no puede ocultar su ansiedad y horror mientras observa lo que ha tenido que ver muchas veces antes.

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“No creo que alguien en el mundo haya visto tantos elefantes muertos como los he visto yo en los últimos dos años”, dice.

Desde arriba se puede observar a un elefante sobre su costado en un río de lodo. A cierta distancia podría confundirse con un animal descansando.

Pero el ácido olor de su putrefacción nos golpea incluso antes de aterrizar.

De cerca la escena es espeluznante.

Fue un ejemplar magnífico, debe tener de 45 a 50 años. Para lograr tomar todos sus preciados colmillos, los cazadores le cortaron toda la cara.

Los masacran por su marfil y luego los dejan para que sus cuerpos se pudran. Sus cadáveres llenan los lechos secos de los ríos: en sólo dos días contamos más de 20 restos de elefantes en una zona pequeña.

Los visitantes y administradores en los campos de turistas frecuentemente se alarman por el sonido de disparos.

Chase se preocupa porque si Botswana no puede proteger a sus elefantes, hay poca esperanza para la especie.

Un censo sin precedentes

Chase, fundador de Elefantes Sin Fronteras (EWB por sus siglas en inglés), es el científico líder del Gran Censo de Elefantes (GEC por sus siglas en inglés), un proyecto ambiciosos para contar a todos los elefantas de la sabana africana desde el aire.

Antes del GEC, el número total de elefantes era en gran medida una especulación. Pero en el curso de los últimos dos años, 90 científicos y 286 asistentes han recorrido 18 países africanos por el aire volando lo equivalente al doble de la distancia de la Tierra a la Luna en cerca de 10.000 horas.

Antes de la colonización europea, los científicos creían que África podría albergar a hasta 20 millones de elefantes. Para 1979, sólo quedaban 1,3 millones, y este reciente censo muestra que las cosas han empeorado.

Según el GEC, publicado este jueves en la revista PeerJ, la población de elefantes de la sabana africana está muy mermada, y sólo quedan 352.271 animales en los países en donde se hizo el censo, un número menor a los estimados.

Tres países con poblaciones significativas de elefantes no fueron incluidos en el estudio. Namibia no publicó sus cifras para el GEC, y el conteo en Sudán del Sur y República Africana Central fueron pospuestos debido al conflicto armado.

Entre 2007 y 2014, los números cayeron por al menos 30%, o 144.000 elefantes.

Los casos específicos son más perturbadores:

En la Reserva Selous en Tanzania, y en al Niassa en Mozambique, las poblaciones de elefantes se han reducido en más del 75% en los últimos 10 años a medida que los cazadores buscan a familias enteras, dice el estudio.

El Santuario de Elefantes de Babile en Etiopía no le hace honor a su nombre: Chase y su equipo contaron sólo una manada de 36 elefantes, la última en el Cuerno de África, una amplia zona del tamaño de México.

“Cuando piensas en cuántos elefantes estaban en estas áreas hace 10 o 20 años te rompe el corazón”, dice Chase.

“Históricamente estos ecosistemas apoyaban a miles de elefantes y ahora sólo hay decenas”.

La tasa de disminución de las especies es del 8%, lo que significa que la cantidad de elefantes podría caer a la mitad en nueve años si nada cambia, según el estudio, y la extinción localizada es casi una realidad.

Incluso antes de que el censo ofreciera estas pruebas, los científicos calculaban que hay más elefantes muriendo que naciendo. Ahora la especie ha llegado a un punto crucial.

Una inteligencia extraordinaria

Chase y otros científicos temen que están en una carrera contra el tiempo, y aquí es donde entra el Gran Censo de Elefantes.

La velocidad y la escala del proyecto no tiene precedentes. Fue patrocinada por el cofundador de Microsoft y el director ejecutivo de Vulcan Paul Allen, reunió a algunos de los grupos más reconocidos de conservación animal y se alió con los mejores pilotos.

Pequeños aviones Cessna 206 fueron transformados en plataformas de observación usando marcos hechos de tubos y adaptados en las alas.

Los observadores a bordo de los aviones contaron cada elefante que venían en una cuadrícula determinada, desde Kenya hasta Zambia.

Así como el GEC, Chase y sus colegas de EWB están siguiendo los movimientos de los elefantes africanos usando collares satelitales que transmiten información en tiempo real de los movimientos de los elefantes.

Su trabajo ha aportado información sobre las señales de la extraordinaria inteligencia de los elefantes, incluyendo evidencia de que reconocen las amenazas puestas por el hombre y están dispuestos a cruzar fronteras para escapar de ellas.

El norte de Botswana es un conocido corredor para manadas de elefantes que van desde este país hasta la zona central de Kalahari hacia las sabanas y bosques de Angola y Zambia.

Durante la larga guerra civil de Angola, los elefantes evitaron ese país. Después de que se declaró la paz volvieron, pero ahora que hay más caza, están escapando de allí de nuevo.

“Esto es realmente revelador”, dice Chase. “Ya no van a ir hacia Namibia para cruzar hacia Angola y Zambia, pues temen las consecuencias. El espacio de sus hogares se ha reducido buscando una seguridad relativa, y esa seguridad la encuentran en el norte de Botswana”.

“Le estamos fallando a los elefantes”

En el norte de Botswana, la proximidad del río Linyanti a la franja de Caprivi en Namibia, un área de apenas 30 centímetros de ancho en algunas partes, es un lugar ideal para las bandas de cazadores.

“Los cazadores pueden actuar con impunidad aquí, porque no hay nada que bloquee sus movimientos”, explica Chase. “Estas fronteras están abiertas para la vida salvaje y en cuestión de minutos pueden ir a tres diferentes países”.

Chase observa los registros de un GPS en una libreta de cuero haciendo una lista de posibles cadáveres que puedan estar en la zona.

Los cuerpos se pudren en los lechos secos de los ríos. La trompa de uno de los elefantes ha sido cortada y puesta cerca del cuerpo; es la forma como los cazadores ‘firman’ sus presas.

Los cazadores a menudo ni siquiera esperan a que los elefantes estén muertos antes de empezar a mutilarlos.

La escena grotesca se repite una y otra vez a través de África.

“Me han preguntado si estoy optimista o pesimista con respecto al futuro de los elefantes africanos, y en días como hoy, siento que le estamos fallando a los elefantes”, afirma Chase.