Nota del editor: Este es el segundo de dos artículos sobre el camino a la victoria para Donald Trump y Hillary Clinton. Lee aquí la primera parte: Así es como Trump puede ganar.
(CNN) – Hillary Clinton tiene las ventajas rumbo a la parte final de la campaña que cualquier candidato presidencial envidiaría: muchos seguidores populares, una montaña de dinero y un oponente que a veces se desvía por heridas autoinfligidas. Sin embargo, la candidata demócrata está entrando en la recta final en empate técnico con Donald Trump, de acuerdo con la última encuesta de CNN/ORC publicada este martes.
La cerrada contienda rumbo a la final subraya las vulnerabilidades de Clinton con respecto a la confianza y la honestidad, y su necesidad de invocar un inagotable y eficiente trabajo en el terreno, a pesar de que muchos de sus votantes están más impulsados por su repulsión hacia Trump que por un entusiasmo hacia ella.
Pero en muchas formas, la cambiante demografía de la nación puede hacer que esta campaña sea vista como la derrota de Clinton.
“En cierto sentido, Trump no puede ganar esta elección”, dice Neil Newhouse, un encuestador veterano. “Pero Hillary puede perderla”.
Para tener éxito donde 17 candidatos republicanos no pudieron vencer a Trump, Clinton debe mantener un incesante enfoque en su impredecible rival y persuadir a los votantes sobre que a él le falta el temperamento, carácter y conocimiento necesario para ser un potencial comandante en jefe.
Clinton ya ha comenzado a adoptar un enfoque más agresivo esta semana. Ella habló con reporteros en su nuevo avión de campaña durante dos días seguidos. Criticó el carácter de Trump y el hecho de que él no ha dado a conocer sus declaraciones de impuestos. También arremetió contra su carrera empresarial, la cual está al centro de su campaña debido a “fraudes” y “estafas”.
Esa es una forma de intentar mantener la conversación lejos del tema de su servidor de correo electrónico privado y las acusaciones sobre la Fundación Clinton, mismos que parecen haberle causado daño a su campaña en recientes semanas.
A pesar de que la contienda se cerró -la encuesta de CNN/ORC la mostró solo dos puntos detrás de Trump entre probables votantes-, Clinton insiste en que no está preocupada.
“Realmente no le pongo atención a las encuestas”, dijo a reporteros en el avión el martes. “Cuando son buenas para mí, y lo han sido muchas recientemente, no pongo atención. Cuando no son tan buenas, no pongo atención. Estamos en un curso al que nos estamos apegando”.
Un alto oficial de campaña de Clinton predijo batallas de un solo dígito de diferencia en estados clave que decidirán la elección. Pero al final, aunque su campaña subraya que se espera una contienda cerrada en estados competitivos, tiene varias rutas rumbo a los 270 votos electorales y Trump tiene un camino mucho más estrecho.
Sin embargo, algunos críticos de Clinton han advertido que a su forma de hacer campaña en agosto -pasando mucho tiempo recaudando fondos lejos de las cámaras de televisión luego de la convención demócrata en Filadelfia- le falta la energía que si ha mostrado su rival.
“Trump está realizando una campaña de alto riesgo ahora mismo. Lo tienen que hacer, sin embargo, porque están detrás y tienen ocho semanas por delante”, dijo Newhouse, quien fue el encuestador en 2012 para la campaña de Mitt Romney.
“Creo que su campaña no ha mostrado ningunas agallas o fe en su candidata. No son audaces. Se están preparando para una potencial pérdida de forma lenta y dolorosa”.
Las ventajas demográficas y geográficas
Sin lugar a dudas, las dificultades para Trump son enormes. Con la ayuda de teleprompters, él se ha vuelto más disciplinado como candidato, pero todavía tiene que convencer a los votantes de estados competitivos -donde Clinton lidera en las encuestas- sobre que es apto para ser presidente.
Para Clinton, la demografía del electorado está a su favor, y ella parece estar volviendo a montar la coalición de Obama que fue decisiva durante las elecciones de 2008 y 2012. Ella está delante de Trump entre votantes menores de 45 años -54% contra 29%- y entre quienes no son blancos -71% contra 18%-, de acuerdo con la encuesta de CNN.
Celinda Lake, estratega demócrata y encuestadora, resaltó que Trump ha estado detrás de forma consistente por 12 puntos entre mujeres casadas, en comparación con la aprobación que tenía Romney en dicho segmento en 2012. Romney también tenía una fuerte aceptación entre mujeres blancas e inclusive venció a Obama en encuestas de salida en ese segmento, 56% a 42%.
La campaña de Trump todavía tiene que mostrar cualquier esfuerzo real para mejorar su imagen entre las mujeres, más allá de su intento por parecer más moderado luego de su reunión con la comunidad negra.
Trump también está más de 20 puntos detrás de su oponente demócrata entre mujeres con educación universitaria, dice Lake, comparado con los 5 a 8 puntos de distancia en los que estaban Romney y John McCain en 2008, respectivamente.
Más allá de eso, el grupo en el que Trump tiene mayor seguidores, los hombres blancos sin educación universitaria, se están reduciendo año con año.
Será clave para Clinton que sus seguidores realmente vayan a las urnas. Esa es la parte donde intervienen sus seguidores más poderosos, como Obama, la primera dama Michelle Obama, el vicepresidente Joe Biden y su excontendiente Bernie Sanders, que sigue siendo muy populares en sectores claves de la coalición demócrata.
Ellos serán vitales en estados competitivos para lograr una cantidad de votos suficiente en bastiones demócratas como Cleveland, Filadelfia, el norte de Virginia, Richmond y partes de Florida, mismos que pueden definir la elección.
Abordando la falta de confianza
Clinton seguramente aprovechará cualquier pifia temperamental o de política exterior de Trump para fortalecer su argumento de que su contrincante es “una bala perdida” a la que no se le puede confiar el control del arsenal nuclear de Estados Unidos.
Sus esfuerzos por acercarse a minorías en semanas recientes han logrado, en ciertos casos, alinearlos en su contra todavía más. Su campaña todavía tiene que demostrar que puede trabajar en conjunto, no solo durante un par de días, sino por dos meses completos, dadas sus desventajas en el mapa electoral.
Y más allá de tener un buen debate a finales de este mes, Trump de forzar a Clinton a que se equivoque, para así tener oportunidad de ganar, según estrategas.
Los dos candidatos enfrentan problemas similares en el sentido de que para ambos puede ser imposible cambiar las opiniones de los votantes en este momento. Después de todo, tanto Clinton como Trump son los aspirantes más impopulares de cualquiera de los dos partidos grandes desde que se tiene memoria.
Clinton claramente debe trabajar en el asunto de la confianza. Un 55% de los votantes dicen que Trump es más honesto y más confiable. Solo un 35% cree lo mismo de Clinton.
“La gente no cree en Hillary Clinton, y no le creen no solamente en una sola cosa, sino en toda una serie de cosas que van atrás 20 a 30 años”, dice Peter Hart, un encuestador demócrata, quien notó que los votantes suelen recordar una serie de controversias desde Whitewater hasta su correo electrónico.
El favor de confianza es un desafió para la exsecretaria de Estado, ya que no importa lo que ella haga en los próximos dos meses: no podrá arreglar esos asuntos.
Debido a esa profunda desconfianza, los votantes no le darán el beneficio de la duda si algo sale mal o si enfrenta una nueva serie de revelaciones, dice Hart.
No confiarse y vender su mensaje
Hace un mes, cuando ella tenía una ventaja de dos dígitos sobre Trump, las posibilidades de Clinton de una victoria se veían bien. Históricamente, el candidato que lidera las encuestas durante las dos semanas luego de las convenciones suele ganar la elección.
Pero esta campaña ha desafiado los patrones de la historia antes. La campaña de Clinton ha advertido sobre confiarse, en parte para mantener involucrados a los votantes demócratas.
Aunque la aprobación de Obama está sobre el 50% -algo que no es un logro pequeño para un presidente en su segundo término- Clinton enfrenta la dificultad histórica de la candidatura que busca un tercer término consecutivo para el Partido Demócrata.
Aunque los votantes de muchos estados competitivos dijeron que no tienen idea de cuál es el mensaje de la candidata, su campaña dice que en dichos estados se está vendiendo la idea de que ella pondrá a las familias primero mientras que Trump se pondrá a él mismo primero, que los estadounidenses son “más fuertes juntos” mientras que Trump sería una fuerza divisiva.