Tan solo una hora después de cerradas las urnas, se anunció que el acuerdo final de paz, firmado entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC el pasado 26 de septiembre en Cartagena, fue rechazado por más de 6 millones de personas.
El No recibió 6.426.615 votos mientras que el Sí obtuvo 6.359.643 , cuando se contabilizaba el 99,69 % de las mesas de votación y se supo que el resultado no cambiaría.
Para que ganara el Sí se requería, además de la mayoría, que votaran por lo menos 4.536.993 colombianos, lo que representaba el 13% del total de ciudadanos en capacidad de ejercer ese derecho (34.899.945). Esa cifra o umbral, como se le conoce, fue establecida en julio pasado por la Corte Constitucional y se convirtió, desde entonces, en uno de los temas que más controversia generaron entre los opositores de los acuerdos.
El suspenso sobre si se superaba el umbral, que dominó buena parte de los análisis de los días previos, rápidamente dio paso al suspenso sobre si ganaría el sí o el no y contradijo lo que preveían las encuestas, según las cuales el Sí ganaría al menos con el 62% de los votos.
¿Qué viene?
Aunque el Gobierno siempre fue muy claro en que de ganar el no es imposible renegociar el acuerdo final que se negoció durante cuatro años en La Habana con el apoyo de Cuba y Noruega como países garantes y de Venezuela y Chile como países acompañantes, para la mayoría de los expertos lo que prevalece en este momento es la incertidumbre.
El histórico plebiscito de este 2 de octubre -segundo que se realiza en Colombia después del de 1957, que dio fin a una guerra no declarada explícitamente entre los dos principales partidos políticos, Liberal y Conservador- era la oportunidad de darle vía libre al desarme de la guerrilla más antigua de Latinoamérica.
Cálculos del Gobierno y de organizaciones independientes estiman que las FARC tienen hoy entre 7.000 y 8.000 combatientes y unos 6.000 milicianos (no están armados pero participan en redes de apoyo). La mayoría de ellos, de acuerdo con lo pactado en Cuba, serían beneficiados con una amplia amnistía.
Ahora, con un país por completo polarizado, la suerte de los seis puntos acordados queda en suspenso.
Lluvias afectaron la jornada
La jornada comenzó a las 8 de la mañana en Colombia y en el exterior, contrario a lo que ocurre en otras elecciones, en las que se habilitan las votaciones con algunos días de anticipación. Fuera del país, en 138 ciudades de 64 países, se instalaron 1.372 mesas.
El coletazo del huracán Matthew, que produjo fuertes lluvias en buena parte de la Costa Caribe y en parte de la Costa Pacífica, obligó a suspender las votaciones horas antes del cierre en por lo menos 14 municipios de los departamentos de La Guajira, Magdalena y Atlántico.
Autoridades de esos lugares solicitaron entonces que se ampliara el plazo para cerrar las urnas o que incluso se autorizara votar el lunes, pero el Consejo Nacional Electoral rechazó la solicitud, con el argumento de que el Código Electoral no lo permite.
Según la Misión de Observación Electoral (MOE), “el 12% del potencial electoral del país se vio afectado por la situación climática”.
Por otra parte, el Ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, atribuyó al Frente Primero de las FARC -único que se ha declarado en disidencia y que abiertamente ha dicho que no acogerá los acuerdos logrados en La Habana- la explosión de un petardo cerca de un puesto de votación en el municipio de Miraflores, en el departamento del Guaviare, en el sur de Colombia. Muchos habitantes de la zona se abstuvieron por eso de participar en la jornada.
El otro hecho que marcó la votación del plebiscito fue la captura por parte de la policía de un hombre de 27 años, señalado de ser el culpable de los miles de ciberataques contra la página web de la Registraduría Nacional del Estado Civil. Según las autoridades, ese sitio web sufrió cerca de 320.000 ataques en la última semana.