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Niñas de bajos recursos se capacitan en tecnología
02:19 - Fuente: CNN

(CNN) – Una reciente historia en internet titulada “Un llamado a todas las mamás: ¡dejen de decir eso!” capturó mi atención por obvias razones.

Soy madre de dos hijas y quería saber si les estaba diciendo a ellas algo que no debería.

En una publicación en línea en la plataforma Medium, Nicole Bryan, vicepresidente de manejo de producto de una firma de tecnología, escribió que empezó a pensar sobre el mensaje que les estábamos dando a nuestras hijas en el colegio. Dijo que quedó sorprendida al saber que sólo dos de los ocho niños de la clase de cuarto año de su hija que tenían aptitudes significativas para las matemáticas eran niñas.

Cuando les preguntó a sus amigos, que fueron criados en la India, si esa proporción era muy grande aún en las clases de matemáticas avanzadas, ellos le dijeron que sí.

Cuando Bryan dijo que en su familia había una “insistencia absoluta” de que ella era tan buena en matemáticas como su hermano, recuerda mensajes sutiles que sugerían lo contrario, como por ejemplo cuando su mamá le daba una oportunidad a su papá cuando se trataba de matemáticas, pero no cuando se trataba de leer y escribir.

“Cuando veo que sólo el 25% de una clase de matemáticas avanzada está compuesta por niñas, empiezo a cuestionarme si las cosas han cambiado lo suficiente”, escribió.

¿Estamos los padres haciendo lo suficiente para que nuestras hijas sean buenas en matemáticas?

He pensado mucho en esto últimamente, como madre de dos niñas de 8 y 10 años, que son buenas en matemáticas, pero raramente dicen que esta es una de sus materias favoritas.

Sabemos qué tan importante es mantener a las niñas interesadas en CTIM —ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas— no sólo para darles oportunidades innovadoras de carreras bien pagas en un mundo altamente competitivo, sino también llevar diversidad en esos campos.

Mientras que en 2013, 57% de las mujeres se inscribieron a carreras universitarias en todos los campos, sólo el 43% de ellas se graduaron en matemáticas y el 19% y 18% en ingeniería y computación, respectivamente, según el National Girls Collaborative Project.

Una razón muy grande de por qué las mujeres no se están enlistando en los campos del CTIM para volverse ingenieras o científicas, son las matemáticas, dijo Jo Boaler, una profesora de matemáticas en la Universidad de Stanford.

“Te puedo decir cuántas mujeres —graduadas en Stanford y otras personas con las que he hablado— me han dicho ‘me iba a inscribir a ciencias, ingeniería o lo que sea, pero no lo hice por las matemáticas’”, dijo Boaler durante una entrevista.

Parte de la razón es el mensaje que les dan en sus colegios y casas, dice Boaler. “Muchos padres creen que o eres bueno en matemáticas o no lo eres y les dicen eso a sus hijos, ‘Oh, tienes el gen de las matemáticas’, o les dicen que no lo tienen”.

Bryan, que tiene dos hijos, —una hija de 10 años y un hijo de 12— cree que muchas mujeres no se dan cuenta qué les están diciendo a sus hijas. Luego de leer su publicación, una madre le dijo “Me declaro culpable. Voy a hacer las cosas de manera diferente con la niña #2”.

Aún si no entiendes las tareas de matemáticas de tus hijos, Bryan sugiere que ayudes a tus hijos a buscar recursos para ayudarlos.

“No es que tengas que decir ‘hagamos la tarea juntos’ y resolverla como equipo. Sólo no empieces con ‘no soy bueno en eso’. Es un mejor mensaje decir ‘vamos a tratar de establecer cómo hacer esto juntos’”.

Pero este “mito extendido de una persona apta para las matemáticas” va más allá de casa hasta los salones de clases en todo el país, dice Boaler.

La clave está en cómo se enseñan las matemáticas

Los solos mensajes no generarán un cambio en la brecha de género. Lo que también necesita pasar es un cambio fundamental en la manera como se enseñan las matemáticas, dice Boaler, quien cofundó Youcubed, una ONG que ayuda a inspirar, educar y enseñar a profesores de matemáticas.

“Las matemáticas son enseñadas de una manera seca, procesal y abstracta”, dice Boaler. “Desafortunadamente ese procedimiento seco deja a las niñas fuera y sabemos que las niñas, más que los niños por la razón que sea, quieren aprender una materia que las conecte. Ellas quieren ver las conexiones no solo entre la materia y la vida real, sino además las conexiones entre las propias matemáticas”, dice.

La escritora da un ejemplo muy simple: un profesor le pide a sus estudiantes que encuentren el área de un rectángulo de 8x3. En ese caso, el cálculo tiene una sola respuesta. Pero si el profesor quiere ver el problema más conceptual y quiere volver el ejercicio más difícil, les puede preguntar a sus alumnos cuántos rectángulos son necesarios para tener un área de 24.

“De repente los ojos de los estudiantes se abrirán porque tienen que tomar decisiones”, dice Boaler, autora del libro “Mathematical Mindsets: Unleashing Students’ Potential through Creative Math, Inspiring Messages and Innovative Teaching”.

“Los niños piensan en las dimensiones y cómo la longitud y la anchura se relacionan entre sí y llegarán con una gran variedad de formas de pensar en el problema”.

Otro gran problema en el aprendizaje de las matemáticas es que ha sido establecida como una materia de velocidad, dice Boaler. Las pruebas de velocidad —como por ejemplo cuántos problemas puedes resolver en tres minutos— les da a las matemáticas un aire de ansiedad en los salones de clases y en general un sentido de que la velocidad es lo más importante.

“Con ese énfasis desechamos a quienes son lentos, a quienes se toman su tiempo para pensar —muchos de ellos niñas—, y ellos son niños que quieren aumentar su nivel en matemáticas”, dice ella. “Alejamos las matemáticas en los primeros años presentándolas como una especie de materia basada superficial basada en las matemáticas”.

En uno de los cursos que Boaler enseña en Stanford hay muchos “estudiantes traumatizados” y muchos de ellos son mujeres. Cuando se les preguntó qué fue lo que los traumatizó en las matemáticas “señalaron el momento cuando —usualmente entre segundo y tercer grado— empezaron a hacer pruebas de tiempo y algunos de ellos dirán que no eran buenos memorizando y sabemos que quienes tienen buena memoria no tienen potencial para las matemáticas”.

‘Sabemos qué funciona’

El verano pasado, Boaler y sus colegas convocaron a un campamento de verano en Stanford. El objetivo era probar el impacto de nuevos métodos de aprendizaje y mensajes para que cualquier persona pueda aprender matemáticas.

81 niños con entornos desfavorecidos fueron al campamento de 18 días. A los alumnos de séptimo grado se les enseñaron matemáticas de manera abierta y creativa y se les dijo que no había tal cosa como una persona apropiada para las matemáticas y cómo el cerebro de cada persona crece y cambia. Cada niño, sin importar su nivel, llegaron diciendo que no eran muy propensos a las matemáticas, dijo Boaler.

“Sabemos cómo hacerlo bien. Conocemos la evidencia del trabajo extensivo de investigación. Sabemos cómo funciona, pero no está pasando en los colegios y salones de clase. Por eso es tan importante llevarles evidencia a los profesores y padres”.

En YouCubed, Boaler y sus colegas les dan recursos y lecciones a profesores, padres y estudiantes. Una de sus clases en línea se centra en cómo los cerebros de todas las personas crecen y cambian, cómo creer en que uno mismo cambia la forma en la que el cerebro funciona y cómo los estereotipos sobre las niñas y las matemáticas no están basados en investigaciones.

Boaler y sus colegas trabajan con profesores de matemáticas de colegios para estudiar la efectividad de esas clases por internet.

Los estudiantes de una de las clases toman cursos online en YouCubed, mientras estudiantes de otros cursos no. Todo —tanto la enseñanza como los mensajes— es igual.

A final de año analizan los comportamientos de las pruebas de los niños. Los estudiantes que tomaron los cursos por internet mejoraron significativamente aspectos en las evaluaciones de núcleo común y también sacaron notas más altas de lo común en matemáticas, ciencias e inglés, sólo tomando ese curso online.

“Sólo te muestra una vez más que cuando cambias las creencias de los niños, cambia todo”.