Washington (CNN) – A pocas horas de conocer los resultados de la reñida elección presidencial en Estados Unidos, Donald Trump lucha para romper el muro azul de Hillary Clinton, mientras que la candidata demócrata espera una oleada de participación latina alimentada por la oposición al magnate republicano.
Los dos candidatos están haciendo carreras de último minuto a través de los estados indecisos como Florida, Pensilvania y Carolina del Norte mientras la carrera presidencial de 2016 llega a su fin. También han ido del norte de Michigan y Nueva Hampshire a estados donde los demócratas han ganado en años recientes pero podrían darle vuelta a la elección este año.
A continuación los estados clave y las señales para seguir la elección mientras se conocen los resultados:
Los estados en los que Trump debe ganar
El camino más plausible para la victoria de Trump es empezar ganando dos campos de batalla que Mitt Romney ganó hace cuatro años —Carolina del Norte y Arizona— y voltear tres estados que el presidente Barack Obama ganó entonces: Florida, Ohio y Iowa.
Perder en cualquiera de esos estados podría complicar severamente el ya precario camino de Trump hacia los 270 colegios electorales. Aunque si Trump le ganara Pensilvania o Michigan a los demócratas, que han ganado seis veces seguidas en ambos estados ricos electoralmente, Carolina del Norte podría ser más prescindible. Una victoria en un estado como Pensilvania o Michigan le permitiría a Trump compensar una pérdida en Carolina del Norte y aún tener una oportunidad de alcanzar los 270 votos.
Si eso no pasa, tener Carolina del Norte y Arizona, así como recuperar Florida, Ohio y Iowa de los demócratas —más el segundo distrito de Maine— sólo le darían a Trump 260 colegios electorales.
Trump necesitaría apuntarle a 10 votos electorales más de alguna manera. Los cuatro colegios electorales de Nueva Hampshire y los seis de Nevada le darían la victoria. Colorado, que tiene nueve votos electorales, Michigan con 15 y Pensilvania con 20, también son posibilidades.
En sus últimas 48 horas antes del día de la elección, Trump ha estado casi que en todas partes, incluyendo Colorado, Michigan —e incluso Minnesota— buscando los votos extra que necesita.
Los estados en los que Clinton debe ganar
La pregunta clave para Clinton es si mantendrá su “muro azul” de estados demócratas en los Grandes Lagos como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
Trump le ha apuntado a los tres estados, pero Clinton ha liderado las encuestas allí.
Sin embargo, la mayoría de votantes en Michigan y Pensilvania emiten sus votos el día de las elecciones (noviembre 8), lo que significa que su campaña no ha construido la ventaja de votación temprana ya establecida en otros lugares.
Si Clinton puede hacer eso y quedarse sólo con Carolina del Norte, Florida u Ohio, tiene casi garantizada la victoria.
Si no puede ganar uno de esos tres estados, tendrá que quedarse con Virginia, con el voto por correo en Colorado, Nueva Hampshire y Nevada, donde los demócratas ya han construido una importante ventaja de votación temprana.
¿Ha aumentado la participación de los latinos?
Si Clinton gana, su coalición estará formada por mujeres, electores universitarios y una ola de nuevos votantes latinos.
En las votaciones anticipadas en estados como Nevada y Florida ya hay evidencia de la creciente participación de los latinos. Esto se evidencia en las más de 57.000 personas que votaron el viernes en Nevada y las fotografías de largas filas que duraron horas en una tienda latina en el condado de Clark.
Muchos votantes primerizos están tratando de oponerse a Trump, según muestran las encuestas. Y los demócratas son optimistas en que los latinos han sido subestimados en las encuestas del ciclo electoral completo de 2016.
Para Reince Priebus, presidente del Comité Nacional Republicano (RNC por sus siglas en inglés), este es un fantasma de elecciones pasadas. Luego de la carrera de 2012, el RNC alertó que el partido necesitaría hacer más para atraer a los votantes latinos. Un nominado que rechace ese consejo rotundamente podría ser la razón de que el partido pierda la contienda presidencial por tercera vez.
Mientras que los ataques de Trump contra los mexicanos han alienado a los votantes latinos, sus ataques contra las mujeres y las acusaciones de conducta sexual inapropiada han ayudado a Clinton a liderar el voto de las mujeres.
La campaña de Clinton ha destacado los comentarios más despectivos de Trump en anuncios de televisión dirigidos a mujeres moderadas suburbanas, un grupo electoral que ha ayudado a los nominados republicanos en elecciones anteriores. Si Clinton tiene éxito, podría limitar las fortalezas de Trump en las áreas rurales.
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¿Tiene Trump una “mayoría silenciosa”?
La fortaleza más grande de Trump es su apoyo arrollador entre votantes blancos descontentos, particularmente hombres y especialmente aquellos sin títulos universitarios.
Su campaña ha argumentado durante mucho tiempo que esos votantes —muchos de ellos independientes o demócratas que apoyan la posición proteccionista del comercio de Trump — le darán la victoria el día de la elección.
Para que esto pase, Trump también necesitará que los votantes demócratas se queden en casa. Ya Trump parece dispuesto a ganar en Iowa, y según encuestas, ha superado a Clinton en Ohio. El republicano espera ganar suficientes votos de demócratas obreros en Pensilvania o Michigan para ganar al menos uno de esos estados.
Michigan, en particular, ha surgido como un objetivo tentador en los días de cierre de campaña —un estado fuertemente golpeado por los acuerdos comerciales de los que Trump se queja. La campaña de Clinton ha jugado a la defensiva llevando a eventos de campaña de último minuto a la exsecretaria de Estado, así como al presidente Barack Obama.
¿Y qué pasará con los votantes negros?
Entre las preocupaciones más grandes de los demócratas están si los votantes negros —un electorado confiablemente izquierdista— se presentarán a las urnas de la misma manera que lo hicieron por Obama en 2008 y en 2012.
Si la respuesta es no, podría afectar a Clinton en estados claves, particularmente en Florida y Carolina del Norte.
Obama le está ayudando a Clinton a llevar la carga de los votantes negros. En una llamada que hizo al programa de radio de Tom Joyner, el presidente dijo que participar en esta elección se trata tanto de él como de Clinton.
“Yo sé que hay mucha gente en peluquerías y salones de belleza, en los barrios, que dicen ‘Amamos a Barack, amamos especialmente a Michelle, etcétera, y ya saben, era emocionante y ahora no estamos tan emocionados”, dijo Obama. “Pero, ¿saben qué? Necesito que todos entiendan que todo lo que hemos hecho depende de que pueda pasar la batuta a alguien que crea en las mismas cosas en las que yo creo”.
La era post Trump del Partido Republicano empieza ahora
Desde que Trump ganó la nominación republicana en mayo, los candidatos republicanos al Senado y a la Cámara se han visto obligados a responder lo que Trump ha dicho: desde sus ataques a una familia de un héroe de guerra, la herencia de un juez nacido en Indiana, hasta su rechazo a la ortodoxia conservadora.
Tan pronto como esta elección finalice, los republicanos del Capitolio recuperarán el poder; especialmente si retienen el poder de la Cámara y el Senado.
El partido también tendrá que decidir —gane o pierda— qué hará con el rechazo de Trump al libre comercio, con su llamado a una disminución del papel de Estados Unidos en el extranjero y con sus críticas a los líderes del congreso del Partido Republicano.
Pero adoptar algunos de los planes políticos de Trump mientras se rechaza su estilo político, podría no ayudar mucho luego de una elección impulsada por las personalidades de los candidatos.
¿Cómo aceptará el perdedor la derrota?
Para una nación dividida por una larga y amarga carrera, esta podría ser la pregunta más importante de todas: ¿cómo admitirá (¿lo hará?) la derrota el perdedor?
Tanto Trump como Clinton son candidatos presidenciales con una impopularidad histórica. La mitad del país cree que Clinton es una criminal, mientras que la otra mitad cree que Trump es racista y misógino.
Y en particular Trump ha dicho que la elección está amañada, cuestionando si los votos emitidos por correo serán tenidos en cuenta, reproduciendo reportes inexactos sobre irregularidades y afirmando que el fraude electoral es generalizado.
El perdedor jugará un papel crucial en la legitimidad o no de quien resulte vencedor.