El presidente número 45 de los Estados Unidos no tendrá mucho tiempo para celebrar tras ser elegido.
Luego de una muy reñida campaña electoral, el próximo presidente y comandante en jefe de Estados Unidos heredará un mundo con los retos más duros en política exterior que se hayan visto en décadas.
Las reuniones en el Salón de Estrategia del presidente estarán enfocadas en conflictos álgidos, fríos y calientes alrededor del mundo, todos a la vez, mientras Rusia y China buscan una mayor influencia internacional, los ciberataques se vuelven cada vez más perturbadores y los aliados históricos de Estados Unidos están cada vez más preocupados por el apoyo de Washington.
Los conflictos de Medio Oriente en Siria e Iraq están volviendo a incendiar tensiones sectarias y enviando olas desestabilizadoras de refugiados de toda la región a Europa, donde su presencia está alterando las dinámicas políticas.
Asia, por su parte, está en una alerta sensible por cuenta del impredecible líder norcoreano que está incrementando su arsenal nuclear a un índice alarmante. China está desafiando el poder de Estados Unidos en el Mar del Sur, mientras que Rusia está ubicando misiles de capacidad nuclear en la puerta de la OTAN y oponiéndose a Washington en Siria.
Algunos problemas de seguridad nacional son tan grandes que ningún país puede lidiar con ellos, como el cambio climático y la ciberguerra, de la que aún no hay normas escritas.
El próximo presidente tendrá que confrontar “cisnes negros” —eventos perturbadores que nadie ve venir— pero también tendrá que enfrentar algunas certezas, entre ellas algunas que pondrán a prueba su resolución poco después de que llegue a la Oficina Oval.
Un ‘probable desafío” temprano
“Espero un desafío temprano”, dijo Mark Dubowitz, director ejecutivo de la Fundación para la Defensa de las Democracias.
Dubowitz espera un “desafío enérgico” en Irán y dijo que la nueva “administración tendrá que estar preparada para tener un menú completo de respuestas, proporcionadas y desproporcionadas”.
Otros analistas predicen pruebas tempranas desde Europa y Asia. En Rusia, el presidente Vladimir Putin no guarda ninguna calidez hacia Hillary Clinton, la ex secretaria de Estado que según él instigó las protestas en sus contra en 2012. Y Corea del Norte tiene un historial demostrado de actos provocativos —lanzamientos de misiles y pruebas nucleares— en medio de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
“Los norcoreanos van a desafiar ciertamente a la próxima administración”, dijo Victor Cha, consejero senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, que fue consejero principal del presidente George W. Bush en temas de Corea del Norte.
La aislada nación asiática representa uno de los desafíos más fuertes para la próxima administración, según Cha y otros expertos. El errático líder de Pyongyang, Kim Jong Un, marcó su agresiva búsqueda de armas nucleares con un quinto test nuclear el pasado mes de septiembre y busca capacidad de misiles para enviar ojivas a la zona continental de Estados Unidos.
La política de paciencia estratégica de la administración Obama —que involucra sanciones, aislamiento internacional y discursos duros— no ha hecho nada para disuadir a los norcoreanos. “La idea de renunciar a su capacidad nuclear, cualquiera que sea, es imposible”, según reconoció el director nacional de inteligencia James Clapper en octubre.
“El problema es mucho peor de lo que era hace ocho años”, dijo Cha, y requerirá que la próxima administración de pasos decisivos, como sancionar a las compañías chinas que hacen negocios con Corea del Norte, o cambie su política de defensa antimisiles.
¿Una guerra fría con China?
Una postura más dura sobre Corea del Norte podría enturbiar la relación con China, que es protector y aliado de Pyongyang, así que “podría volverse como una Guerra Fría en la región de China”, dice Cha.
China ya es visto como un desafío para el próximo presidente. Cada vez más, Beijing está usando su ejército para reivindicarse en las zonas impugnadas del Mar de China Meridional que Estados Unidos insiste en que deben permanecer abiertas para la navegación internacional y que debe esta situación debe ser resuelta pacíficamente.
Clapper, hablando en el Consejo de Relaciones Exteriores, señaló que el “programa extensivo de modernización militar” de China en muchos frentes, incluyendo el espacio, es un desarrollo que describió como “inquietante y también impresionante”.
El próximo presidente también tendrá que revitalizar las relaciones con Asia, donde los principales aliados como Corea del Sur atraviesan cierta agitación política, y otros lugares hay que hacer algún tipo de reparación, como en el caso de Filipinas, donde Duterte parece orientar su país lejos de Washington y más hacia Beijing.
Las tensiones con Rusia
Las tensiones entre Washington y Moscú se han intensificado a medida que Putin ha empujado con fuerza contra el poder global de Estados Unidos en los últimos ocho años, anexionando Crimea, manteniendo un conflicto de baja intensidad en el este de Ucrania, amenazando a los aliados de la OTAN en el Báltico y respaldando al presidente de Siria, Bachar al Asad, a quien se opone EE.UU.
Putin se ha alejado de los tratados de control de armamentos y de no proliferación alcanzados con EE.UU., amenazado con el uso táctico de armas nucleares y colocando nuevos misiles balísticos intercontinentales y misiles con capacidad nuclear en Kaliningrado, justo al lado de Polonia y Lituania. Rusia también ha llevado a cabo ciberataques sin precedentes contra la candidatura demócrata durante la elección.
A medida que las tensiones han aumentado, los canales de comunicación se han roto, una situación peligrosa, dijo Matt Rojanksy, director del Instituto Kennan en el Wilson Center. Entre los riesgos que enfrenta el próximo presidente está la perspectiva de que los conflictos congelados que Rusia utiliza para ejercer su influencia en lugares como Georgia, Ucrania y Moldavia se puedan “convertir en guerras abiertas,” dijo Rojanksy.
Rusia también ha estado cortejando a los aliados tradicionales de Estados Unidos en el Medio Oriente, como Egipto y Turquía, en un momento en que las relaciones de Washington en la región habían sido muy tensas. Esas tensiones dentro de la región son, en gran parte, producto de cinco años de agitación que comenzaron con los levantamientos de 2011 que han sacudido a toda la zona.
Algunos estados árabes -Siria, Iraq, Libia y Yemen- se han fragmentado, mientras que otros, como Egipto son disfuncionales. Los grupos terroristas transnacionales, tales como ISIS, Ansar al-Sham y al Qaeda se están alimentando de los vacíos de poder. Mientras tanto, Irán continúa su apoyo a grupos terroristas en toda la región.