Nota del editor: el profesor Michael Leatherbee es doctor Organizaciones, Estrategia, Emprendimiento y Tecnología de la Universidad de Stanford. Es miembro del directorio de Start-Up Chile, consejero del Consejo Chile-California, y director académico de Aukan-Gestión de Innovación. Además, ha fundado múltiples iniciativas sin fines de lucro como la Fundación Educacional OPTE.
¿Por qué es relevante el emprendimiento? ¿Qué lecciones podemos aprender de Chile en este aspecto?
Es ampliamente reconocido a nivel mundial que el emprendimiento es uno de los factores primordiales para el desarrollo socioeconómico. Es la fuerza de la creatividad orientada a resolver las necesidades de las personas. Es la capacidad de un grupo pequeño de individuos para erosionar las fundaciones de los monopolios, permitiendo que la sociedad reciba mejores productos y servicios a precios más accesibles. Es la mano invisible de un Robin Hood que redistribuye la riqueza del país de acuerdo al esfuerzo y la meritocracia. Es el fuego interno que activa el potencial inventivo latente en los miembros de la sociedad para transformarlos en protagonistas de un futuro mejor.
Es cierto que este relato suena a fantasía, como también es cierto que el emprendimiento no es la solución a todos los problemas que nos aquejan. Sin embargo, es un ingrediente importante que, si se aprende a manejar bien, puede ayudar de manera significativa al bienestar de la sociedad. Chile ha avanzado mucho en este aprendizaje.
Hace aproximadamente 15 años, el Estado chileno comenzó a experimentar con distintas políticas que prometían fomentar la actividad empresarial en el país. Financió incubadoras de negocios, otorgó becas de capital semilla para emprendedores, apalancó la creación de fondos de capital de riesgo, y otorgó recursos para el desarrollo de tecnologías, entre otras cosas. A estos esfuerzos se fueron sumando algunas universidades, fundaciones, capitalistas y empresas. Todos experimentando con distintas ideas e iniciativas, la mayoría “importadas” de otros países más desarrollados. Sin embargo, una de las iniciativas más emblemáticas–la aceleradora de negocios Start-Up Chile–fue inventada en Chile.
Como es de esperar, no todos estos experimentos funcionaron como esperaban. Sin embargo, esta actividad generó grandes aprendizajes. Más aún, se fomentó la creación de laboratorios de investigación en políticas de emprendimiento (como www.epiclab.uc.cl) que sistemáticamente han estado diseñando experimentos controlados para acelerar aún más el aprendizaje.
A diferencia de hace una década, hoy en día muchos jóvenes talentosos están ávidos de romper con el “statu quo” y resolver de mejor manera las necesidades que las empresas establecidas no están siendo capaces de resolver. Esto genera mayor competencia, lo que a su vez lleva a que los miembros de la sociedad podamos acceder a mejores condiciones de vida.