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¿Por qué el papa extendió el permiso para perdonar el aborto?
05:40 - Fuente: CNN

Nota del editor: Heidi Schlumpf es columnista del National Catholic Reporter y enseña Comunicación en la Universidad Aurora. Las opiniones expresadas aquí son de su propia responsabilidad.

La decisión del papa Francisco de darle a los clérigos la potestad de perdonar el aborto en la confesión no tendrá virtualmente efecto alguno para los católicos estadounidenses. Sin embargo, dado que los católicos votaron por el Partido Republicano en las recientes elecciones presidenciales, este gesto de un papa que ha urgido por misericordia para con los refugiados y los pobres podría ser interpretado como si dijera que el aborto, aunque sigue siendo un problema muy grave, no es el único asunto que a los católicos les debiera interesar.

Este movimiento estratégico papal no cambia la doctrina acerca del carácter pecaminoso del aborto. Solo altera la práctica pastoral en algunas partes del mundo sobre el cómo puede ser perdonado. Inicialmente previsto para ser aplicado durante el año especial del Jubileo de la Misericordia, que terminó el domingo, la práctica ha sido extendida de forma indefinida.

La verdad es que casi todos los sacerdotes estadounidenses y canadienses ya tenían la autoridad para quitar la excomunión causada por el aborto, según un vocero de la Conferencia Episcopal Estadounidense, que aclaró esa política cuando el papa la anunció por primera vez en septiembre.

Los sacerdotes estarán en capacidad de “absolver a aquellos que han cometido el pecado del aborto”, consigna el pontífice en una carta publicada por El Vaticano el lunes y denominada Misericordia et Misera. “La medida que tomé cuanto a este asunto, limitada a la duración del Extraordinario Año Santo, ha sido extendida, sin perjuicio de lo contrario”.

Siendo conscientes del énfasis del papa en que la Iglesia es una institución de misericordia, esta extensión a sacerdotes a nivel mundial puede ciertamente afectar la capacidad de algunos católicos de recibir los sacramentos y reconciliarse con la Iglesia. También puede pasar que la Iglesia se ve más abierta y tolerante, especialmente en culturas donde enfrenta la “competencia” de otros credos que pueden ser percibidos como más acogedoras.

Esta decisión también podría estar relacionada con la posibilidad de que los divorciados y los vueltos a casar se reconcilien con la Iglesia a través del “foro interno” en confesión, en contraposición al largo proceso de anulación.

Pero pienso que si el anuncio (más relacionado con el reciente fin del año especial del Jubileo de la Misericordia que con las elecciones presidenciales estadounidenses), es combinado con otros pronunciamientos del pontífice, se puede leer como la reflexión del jerarca acerca de la decisión de algunos católicos de votar por Donald Trump. Aunque los católicos estadounidenses que votaron por los republicanos tienden a aducir argumentos contra el aborto, es interesante que este papa parece hablar menos de aborto y sí más de pobreza.

Antes de las elecciones, en un viaje de avión en el marco de una visita a México en febrero, el papa respondió una pregunta sobre el alegato de Trump según el cual su decisión de celebrar una misa en Ciudad Juárez cerca de la frontera lo hacía “un peón del Estado mexicano”, diciendo que “aquel que piensa solamente en construir muros, cualquiera que sean, y no en construir puentes, no es cristiano. Eso no está en el Evangelio”.

Pero el Papa claramente se desmarcó del debate electoral estadounidense, asegurando que dejaría el juicio y la decisión “al pueblo”.

Durante la campaña, como ha sido durante su pontificado, el papa Francisco enfatizó en la necesidad de responder ante las necesidades de los pobres y los refugiados. A solo tres días de las elecciones estadounidenses, el pontífice urgió a los activistas sociales a no rendirse a la política del miedo. En la víspera de la elección, le dijo a un periodista que “no juzgue a la gente o a los políticos”, pero que “entienda qué clase de sufrimiento le inflige su comportamiento a los pobres y los excluidos”.

La semana pasada, después de que las encuestas a boca de urna indicaran que el 52% de los católicos escogió a Trump sobre un 45 que favoreció a Hillary Clinton, el papa pareció advertir sobre el ascenso del nacionalismo populista alrededor del mundo, haciendo hincapié en el peligro de una “epidemia de animadversión” contra quienes tienen una raza o un credo distinto.

Mi pálpito es que el papa está preocupado acerca de la falta de misericordia para con los marginados del mundo, no solo en Estados Unidos. “Este es el tiempo de la misericordia”, escribe. “Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, ya que nadie puede pensar que él o ella esté desafectado de la cercanía de Dios y el poder de su cariñoso amor. Es el tiempo de la misericordia porque los débiles y los vulnerables, los distantes y los solitarios, deben sentir la presencia de hermanos y hermanas que los ayudan en sus necesidades. Es el tiempo de la misericordia porque los pobres deberían sentir que son estimados con respeto e interés por otros que han derrotado a la indiferencia y han descubierto lo esencial de la vida”.

Por supuesto, la carta del papa sobre la misericordia fue seguramente preparada antes de los resultados de las elecciones estadounidenses. También debería tenerse en cuenta que igualmente extiende el poder de perdonar en el confesionario al tradicionalista y cismático grupo de la Sociedad de San Pío X, por lo que no puede ser leída como cualquier tipo de avance del “liberalismo” en la iglesia.

Aún así, vistas en conjunto, las palabras y acciones del papa ciertamente pueden dar mucho qué pensar a los católicos estadounidenses.