(CNN Español) – El triunfo de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro supuso un reto mayor para los gobiernos estadounidenses, al tener a un acérrimo enemigo ideológico apenas a 90 millas. Diez jefes de la Casa Blanca tuvieron que lidiar con un Castro que se supo mantener en su puesto pese a todas las desavenencias posibles con Washington.
El derrocamiento del dictador Fulgencio Batista el 31 de diciembre de 1958 se dio en los años finales del gobierno del republicano Dwight Eisenhower y en medio de un punto muy álgido de la Guerra Fría, con los estadounidenses y los soviéticos repartiéndose el mundo en áreas de acción geoestratégica.
Con muy poco margen de maniobra, la administración republicana de Dwight Eisenhower vio cómo gradualmente la revolución de carácter nacionalista se convirtió en socialista con un guiño hacia la Unión Soviética.
En un Estados Unidos muy influenciado por el discurso de la Guerra Fría, los votantes castigaron a los republicanos. Richard Nixon, vicepresidente de Eisenhower, fue derrotado por el joven senador demócrata por Massachusetts John F. Kennedy.
El gobierno de Kennedy quiso actuar contra la Revolución y lo hizo en dos frentes: en el político-económico, logró aislar al régimen de La Habana al hacerla expulsar de la Organización de Estados Americanos (OEA) y reforzó el embargo (que los cubanos llaman bloqueo), y en el militar, llevó a cabo la fallida toma de Bahía de Cochinos en abril de 1961. Los cubanos del exilio en Miami tomaron todo el armado de la operación como un error, lo que hizo que esta primera generación se convirtiera en republicana.
Pero tal vez el capítulo más duro para Kennedy fue la Crisis de los Misiles de octubre de 1962. El descubrimiento de bases para albergar misiles nucleares en suelo cubano tuvo al mundo al borde de una nueva guerra mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, pero tras 13 días de tensiones una llamada directa entre el mandatario estadounidense y su homólogo soviético, Nikita Kruschev, logró calmar los ánimos.
Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963 en Houston, y con ello llegó a la Casa Blanca el texano Lyndon Johnson, su vicepresidente, bajo cuya presidencia se recrudecieron las sanciones económicas contra Cuba. Johnson se hizo reelegir en 1964 y ocupó la presidencia hasta 1968. Para ese tiempo, los vínculos entre los cubanos y la URSS eran muy sólidos y eso impidió que EE.UU. Llevara a cabo acciones significativas a nivel militar.
En 1968, un viejo enemigo de Cuba ganó las elecciones: Richard Nixon.
Mientras la presidencia de Nixon se minaba por dentro con el escándalo Watergate, Cuba ya preparaba la expansión más ambiciosa de su revolución. Ya con Gerald Ford en la Oficina Oval en 1975, fuerzas cubanas idearon la Operación Carlota, para expulsar de la lejana Angola a las fuerzas sudafricanas que querían tomar territorios de la antigua colonia portuguesa. La presencia cubana en Angola terminó en 1990 con la firma del tratado de paz con la Sudáfrica de Frederik W. De Klerk.
Tras Ford, vicepresidente de Nixon que completó su periodo tras su renuncia por las graves implicaciones del caso Watergate, vino el demócrata Jimmy Carter, quien trató de relajar las relaciones con la isla, pero el diálogo no llegó a ninguna parte. Mientras tanto, y a pesar del embargo-bloqueo, Fidel Castro y Cuba se trataron de integrar a su manera al contexto latinoamericano, estableciendo lazos políticos y económicos.
En abril de 1980, Fidel le permitió a los cubanos del exilio de Miami que recogieran a sus familiares con todas sus pertenencias en el puerto de Mariel, lo que resultó en un éxodo desordenado y masivo que creó gravísimos problemas sociales en el sur de Florida.
Jimmy Carter fracasó en su intento de reelegirse y, con la victoria del republicano Ronald Reagan llegaron nuevos aires conservadores a la Casa Blanca. Las relaciones Washington-La Habana entraron en su peor etapa desde lo sucedido en Bahía de Cochinos.
En 1988, George H. W. Bush llegó a la presidencia en un momento muy particular: se comenzaba a caer la Cortina de Hierro del bloque comunista de Europa Oriental y, con ello, la fortaleza de la URSS. El discurso aperturista de Mijail Gorbachov con la Perestroika estaba haciendo que el bloque presentara fisuras por todas partes y terminó destruyendo a la misma URSS en diciembre de 1991. Con ello, Cuba se quedó sin su principal patrocinador y su economía sufrió las consecuencias. Ante esta emergencia, el gobierno de la isla decretó una serie de duras medidas enmarcadas en lo que se denominó Período Especial.
Bush padre no pudo reelegirse y llegó el demócrata Bill Clinton, bajo cuya presidencia se promulgó la Ley de Ajuste Cubano en la cual se establecía la política de “pies secos, pies mojados”, por la cual se daba un trato preferencial a los cubanos que llegaban a territorio estadounidense (“pies secos”), mientras que los que no alcanzaban a llegar por el mar (“pies mojados”) eran devueltos a Cuba.
Fidel Castro siempre sostuvo que esta política reforzaba los aspectos más duros del bloqueo al alentar la fuga de cubanos hacia EE.UU.
Las relaciones se tensaron aún más al final de la presidencia de Clinton con el caso del “balserito” Elián González, un niño que vio a su madre morir en las aguas del Caribe al tratar de llegar a Florida. Una vez el niño llegó a Miami, fue objeto de una enorme disputa legal en la que se vieron involucrados los dos gobiernos y los familiares del niño. Al final, Elián fue repatriado a Cuba.
Poco antes del término del periodo de Clinton, sucedió algo que cambió la suerte de Cuba: Hugo Chávez y su revolución bolivariana llegaron al poder en Venezuela. El nuevo gobierno venezolano prometió ayudar a Cuba a pasar sus penurias económicas y, gracias a esta ayuda, el gobierno suavizó las condiciones del Período Especial hasta que este llegó a su fin.
En el año 2000 llegó al poder George W. Bush, hijo de George H. W. Bush. Las condiciones no cambiaron mucho y las relaciones seguían congeladas. Bush ganó la reelección en el 2004 y su nueva administración vio giro dramático en la historia reciente de Cuba: el 31 de julio del 2006, Fidel Castro anunció que delegaría todas sus funciones en su hermano Raúl Castro, renuncia ratificada el 19 de febrero del 2008 por sus problemas de salud.
Desde ese momento, Fidel Castro se constituyó en una especie de tutor y vigilante de la Revolución, mientras otra administración se preparaba para llegar en Washington: la del demócrata Barack Obama.
Fue durante este gobierno que se dieron los pasos más radicales en cuanto a las relaciones bilaterales: el 17 de diciembre del 2014 tanto desde La Habana como desde Washington se hicieron sendos anuncios tendientes a la normalización de las relaciones, con la reapertura de las embajadas, lo que ocurrió en el 2015.
Fidel Castro, mientras fue el hombre fuerte en La Habana, vio cómo pasaron por la Oficina Oval 10 presidentes estadounidenses, cada uno con sus especiales intereses en cuanto al tema cubano.