(CNN) – La muerte de Fidel Castro es el final de una era. Se ha ido, no con un estallido, como su llegada, ni con un gemido, sino que simplemente se ha desvanecido. Postrado por una grave enfermedad, su férreo control sobre la isla se había aflojado durante la última década, con todo el poder transferido a su hermano Raúl en 2008.
En sus últimos años, fue testigo de la recuperación de las relaciones diplomáticas con EE.UU., que hace 50 años pusieron al mundo al borde de la guerra nuclear. No está claro si apoyo a su hermano en esa distensión, pero lo que sí está claro es que un cuarto de siglo después del colapso de su principal patrocinador -la Unión Soviética- ninguno de los hermanos Castro podía interponerse en el camino de los deseos de su pueblo por más tiempo.
Durante décadas, hubo planes para eliminar a Castro, por la fuerza si fuera necesario -la CIA supuestamente puso explosivos en uno de sus cigarros preferidos-. Pero el líder cubano sobrevivió a todos los supuestos complots y vio pasar a 10 presidentes distintos por la Casa Blanca mientras el dirigía la isla caribeña.
El legado de Obama y la sustitución de Raúl Castro
Cuba está a menos de 100 millas de la casa del capitalismo. Esa situación no podía durar.
Siguiendo al fallido intento de derrocar a Castro en Bahía de Cochinos y la consiguiente crisis de los misiles, las sucesivas administraciones estadounidenses utilizaron una doble estrategia de aislamiento diplomático y económico.
Cuando el presidente Barack Obama llegó al cargo en 2009, se comprometió a mejorar las relaciones entre los dos países. En abril de 2015, un apretón de manos con Raúl Castro en Panamá señaló que uno de los objetivos de política exterior de Obama podría estar en camino.
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Un mes más tarde, Cuba fue retirada de la lista estadounidense de “estados patrocinadores del terrorismo” y al año siguiente, el presidente Obama viajó a Cuba, en la primera visita de un presidente de Estados Unidos en el cargo en 88 años. Las relaciones entre los dos países han ido mejorando, después de que EE.UU. permitiera una cooperación más estrecha en materia de telecomunicaciones, mientras la puerta del comercio empieza a crujir.
Los vuelos directos desde EE.UU. a Cuba se reanudaron en septiembre de este año, abriendo las puertas a una posible afluencia de turismo en dólares. Los lazos comerciales más profundos pueden tardar un poco más: la Ley Helms Burton de 1996 establece que los vínculos económicos no se pueden restablecer plenamente hasta que Cuba celebre elecciones “libres y justas”.
Raúl Castro dijo que dejará el cargo en 2018. Cómo se selecciona su reemplazo será sin duda una cuestión de seguimiento exhaustivo, no solo por el Congreso de Estados Unidos, sino por los cientos de miles en la diáspora cubana.