Nota del editor: Dean Obeidallah, un exfiscal, es el conductor del programa diario de radio SiriusXM ‘The Dean Obeidallah Show’ y columnista de The Daily Beast. Síguelo @TheDeansreport. Las opiniones expresadas en este comentario pertenecen exclusivamente al autor.
(CNN) – Aquí vamos de nuevo: otro sketch de Saturday Night Live y otro tuit de Donald Trump quejándose de cómo este icónico programa de comedia se burla injustamente de él. Trump está rápidamente convirtiéndose en el “quejetas en jefe”, al menos en lo que se refiere a comediantes que lo caricaturizan. Cualquiera pensaría que una persona que va a ser jurada como el cuadragésimo presidente de los Estados Unidos el próximo mes debería estar muy ocupado como para ver y criticar un programa cómico como de “imposible de ver y totalmente tendencioso”, pero no Trump.
En vez de eso, el presidente electo ingresó a Twitter a las 12:13 a.m. (tiempo del este de Estados Unidos) para vapulear al programa por su más reciente aparición al aire, en la que se vio a un Alec Baldwin en el papel de un Trump distraído por la red social del pajarito en el medio de un informe de seguridad nacional. El hecho de que Trump ataque a Saturday Night Live, dado que en el sketch el magnate estaba enojado por haber sido criticado de estar más enfocado en tuitear y no en prepararse para ser el próximo presidente estadounidense. Trump estaba, sin intención, dándole la razón a Saturday Night Live.
Una encuesta reciente aseguró que un 59 por ciento de los estadounidenses quiere que Trump pare de tuitear y borre su cuenta en Twitter. Una llamada de atención para el presidente electo.
Ahora, si Trump no hubiera sido aquel que atacó a SNL en el pasado (incluyendo una apelación para que cancelaran el programa porque estaba furioso con el modo en que era ridiculizado), el tuit de Trump podría ser interpretado como si fuera parte de la broma. Pero Trump no está en la broma: es la broma.
No es nada nuevo el hecho de que Trump fustigue a los cómicos que se atreven a ridiculizarlo. Años antes de aspirar a la presidencia, Trump criticó numerosas veces por Twitter a Jon Stewart, quien por esa época estaba presentando The Daily Show, después de que el presentador lo ‘destrozó’ de forma cómica.
En el 2011, tras la Cena de los Corresponsales de la Casa Blanca, en la que Seth Meyers ‘picó’ a Trump con bromas en la que se burlaba sobre su poca experiencia política y su racismo, vimos al magnate atacar verbalmente a Meyers, calificándolo de “tartamudo”. Y en un sorprendente giro en el 2013, el ahora presidente electo demandó a Bill Maher por cinco millones de dólares luego de que el comediante asegurara de forma jocosa que Trump era “el producto de que su madre hubiera tenido sexo con un orangután”.
¿Alguno de estos comediantes paró de burlarse de Trump tras sus ataques públicos o legales? No. De hecho, todos éstos han probablemente intensificado sus burlas hacia el ahora presidente electo.
Esto es lo que Trump no entiende. Si le dices a los comediantes que no se pueden burlar de algo, lo harán incluso más. Como comediante que soy, lo juro absolutamente, es parte de nuestro ADN. Esto es especialmente verdad sobre todo cuando la persona de quien nos burlamos está en una posición de poder, más tratándose del presidente de los Estados Unidos, el líder del mundo libre. De hecho, el mismo Alec Baldwin se mofó de Trump con tuit de su propia autoría en respuesta al ataque del multimillonario hacia su actuación en Saturday Night Live: “Publique su declaración de impuestos y yo pararé, ja”.
El disgusto de Trump con el hecho de que haya sido ridiculizado es tan sincero que incluso su propia familia está al tanto de ello. El fin de semana, un comediante amigo mío, Mo Amer, se vio sentado junto a Eric, uno de los hijos del presidente electo, en un largo vuelo. Durante su conversación, Amer mencionó que él hace el número de apertura de las giras de Dave Chappelle, lo que causó que Eric le comentara que esperaba que Chappelle “lo tomara suavemente” con su padre. Amer respondió en el mismo sentido que cualquier comediante haría, diciéndole a Eric que ellos no “lo tomarían suave” con un presidente como Trump, así como no lo harían con ningún presidente.
Incluso Sarah Palin, quien es posiblemente la dirigente política más ‘asada’ cómicamente en los tiempos modernos, lidió con estos golpes. Nunca sugirió que cómico alguno o Saturday Night Live pararan de hacer bromas sobre ella. De hecho, para Palin fue un buen ejercicio e incluso apareció en varias presentaciones del programa riéndose de las bromas.
Pero Trump no es así. En vez de eso, este sensible, Twitter-obsesivo y vengativo presidente electo no puede parar de conectarse a Twitter para quejarse de Saturday Night Live. Si Trump piensa que sus quejas sobre el programa o las burlas de los comediantes van a parar por el solo hecho de hacerlo, no solamente está equivocado, sino que nos está inspirando a seguir un paso más allá.
¿Recuerdan a Dana Carvey como George H.W. Bush o a Will Ferrell como George W.? Burlarse de los presidentes es tan estadounidense como el pastel de manzana. Es así de simple.