Nota del editor: David A. Andelman, editor emérito de World Policy Journal y miembro de la mesa de colaboradores de USA Today, es el autor de “A Shattered Peace: Versailles 1919 and the Price We Pay Today”. Sígalo en Twitter en @DavidAndelman.
(CNN) – La del domingo fue una decisión dividida para la moderación en Europa, pero el balance pareció inclinarse hacia una nueva fragilidad para una Unión Europea ya en peligro, sin mencionar una gran victoria para Vladimir Putin.
En dos críticas votaciones nacionales, los electores austríacos le dieron una derrota sorpresiva al candidato de la extrema derecha para el simbólico cargo de presidente, resultado seguido por una impresionante reprimenda al estilizado primer ministro italiano de 41 años.
En Italia, el primer ministro Matteo Renzi apostó todo su liderazgo, y quizás la membresía del país en la Unión Europea, a una enmienda constitucional para liberar a la nación del estrangulamiento de la parálisis legislativa. Perdió.
Los ganadores resultaron ser dos líderes populistas (el comediante convertido en político Beppe Grillo, quien hizo suyo el canto de Donald Trump sobre “drenar el pantano”. “Nuestro movimiento tiene algunas similitudes”, aseguró Grillo. “Nos convertimos en el primer movimiento en Italia, y los medios ni siquiera se dan cuenta”.
El otro italiano exultante con la victoria sobre Renzi es el igualmente anti Unión Europea y derechista Matteo Salvini, cuyos seguidores de su Liga Norte se deleitaban al mostrar fotos de su líder junto a las de Trump.
¿Populismo aplastante?
El referendo del domingo fue solo el último soplo dado por las potentes fuerzas del populismo que parecen aplastar todo en el continente, que toma una especial fuerza tras la sorpresiva victoria de Trump el mes pasado.
Todos comparten, también una impresionante afinidad con el presidente ruso, Vladimir Putin, quien solo puede estarse regocijando en su intención de expandir las fuerzas de oposición a la Unión Europea en un número creciente de naciones.
El mes pasado, Salvini, quien ha expresado su interés por convertirse en primer ministro italiano, hizo su cuarta visita a Moscú. Ya se había ganado el favor de Putin al ser uno de los primeros políticos europeos en visitar Crimea tras la anexión por parte de Rusia.
Aunque una victoria de la derecha austriaca habría sido vista como una barrida de Putin contra la unidad de la Unión Europea, Italia (la tercera economía más grande del continente tras Alemania y Francia) es, por lejos, el gran premio.
La votación de este fin de semana es solo la primera cresta de una ola que se espera por toda Europa en la primera mitad del próximo año.
La primera víctima, la semana pasada, fue el presidente socialista francés François Hollande, quien se retiró de la carrera por la reelección, días después de que François Fillon arrasó en las primarias republicanas francesas. Tanto Fillon como la líder del derechista Frente Nacional, Marine Le Pen, parecen preparados para tomar el poder en la primavera.
Ambos han anunciado con bombos y platillos su amistad con Putin (Fillon jactándose de las partidas de billar que ha jugado con el presidente ruso en villa de Sochi y Le Pen proclamando que se sentirá cómoda tanto con él como con Trump en el “interés de la paz mundial”). También ha sido fotografiada por paparazzis italianos junto a Salvini.
Tanto Fillon como Le Pen han expresado su escepticismo por el valor de la permanencia francesa en la Unión Europea, mientras que Grillo ha llamado a que, como mínimo, haya una salida del sistema monetario de la eurozona.
Venideras votaciones clave en el 2017 serán duras, rápidas y furiosas. En marzo, los electores holandeses votarán para un nuevo Parlamento y, por lo tanto, para un nuevo primer ministro, con el antiislámico y antiinmigración Partido para la Libertad, de Geert Wilders, liderando en algunas encuestas.
El reto de Merkel
La canciller alemana, Angela Merkel, ya ha anunciado que buscará un cuarto periodo el próximo otoño, pero enfrenta un fuerte desafío del potente partido de derecha Alternativa para Alemania, un cercano aliado del Frente Nacional francés y el Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP).
La líder de Alternativa para Alemania, Frauke Petry, envió uno de los primeros mensajes de felicitaciones recibidos por Trump tras su victoria y, como una consumada tuitera (igual que el felicitado), inmediatamente aseguró en la red social del pajarito que “esta noche cambia Estados Unidos, Europa y el mundo”. El liderazgo del partido tampoco ha dudado en alinearse detrás de Putin.
Una multitud de fuerzas están reforzando los movimientos populistas y tomando posesiones en Europa. Los sentimientos antiinmigrantes y antiislámicos tienen una gran importancia en muchos países miembros de la Unión Europea. El retorno del poder económico a la gente es otro asunto que impulsa esta oleada anti-UE.
Sin duda, los movimientos populistas en cada país europeo son sutil y a menudo curiosamente diferentes. Pero la mayoría de ellos comparten un hilo común: el escepticismo sobre el valor que se devuelve a la gente de su país por una burocracia hinchada de la UE, y el deseo de capitalizar aperturas hacia Putin y el nuevo régimen de Trump, en lo que todos parecen tener valores similares.
¿Un dolor de cabeza para Trump?
Con la victoria de Trump, un modelo para la mayoría de estos populistas de nueva era, el presidente electo debe tener un particular cuidado con cómo lidia con estas nuevas y potentes fuerzas.
Habiendo apoyado el brexit incluso antes de la sorpresiva votación de los británicos por abandonar la Unión Europea, una disolución a gran escala del bloque continental puede ser catastrófica para los intereses de Estados Unidos.
Una negociación individual de acuerdos de tarifas con 28 naciones en Europa, mientras se enfrentan retos similares en amplias zonas de Asia tras optar por salirse del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica y amenazar con irse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), podría llevar a la ruina la posición comercial estadounidense.
Al mismo tiempo, darle una carta blanca a Putin para venideras aventuras en los límites europeos y la periferia rusa puede provocar desafíos críticos a la alianza de la OTAN que ya está, en algunos círculos europeos, sintiéndose en situación de peligro.