(CNN) – Es una molestia común: estás llenando un formulario online y cometes algún error. El neozelandés Richard Lee estaba aplicando para un pasaporte cuando el sistema le rechazó la imagen que subió.
“Esa foto que quiere subir no cumple con nuestros criterios porque: el sujeto tiene los ojos cerrados”, decía.
Pero Lee, quien es descendiente de asiáticos, tenía sus ojos abiertos.
“Me caí de mi silla de la risa”, le dijo a CNN. “Es decir, yo sé que tengo ojos pequeños y no tengo ningún problema con ello. Pero el hecho de que un computador también pueda darse cuenta me parece muy divertido”.
Después de intentar con otras tres imágenes, llamó a la oficina de pasaportes para pedir ayuda. “Dijeron que era la sombra en mis ojos y una luz dispareja en mi cara lo que hacía más difícil de procesar mi foto para el sistema”, explicó.
El vocero del Departamento de Asuntos Internos de Nueva Zelanda negó que su sistema discrimine a “cualquier grupo específico de individuos”. Agregó que cerca del 20% de las fotos que suben online son rechazadas por una variedad de razones: las más comunes por sombras en la cara que el sistema interpreta como ojos cerrados. “Ese fue el mensaje de error genérico que se envió en este caso”, aseguró el vocero Steve Corbett.
“Nos dimos cuenta que en este caso subieron otra foto el mismo día y al individuo se le envió el pasaporte de Nueva Zelanda”.
Problemas de pasaporte
Lee, quien actualmente estudia en una universidad de Melbourne (Australia), terminó por rendirse y buscó una oficina local de correos para que le tomaran algunas fotos para pasaporte. “Afortunadamente, una de ellas funcionó”.
Esta no sería la primera vez que un sistema automatizado tiene problemas con las caras de personas que no son blancas.
En el 2010, la bloguera taiwanesa-estadounidense Joz Wang se sorprendió cuando su cámara digital le preguntó varias veces si alguien había parpadeado en sus fotos. Un año atrás, clientes negros se quejaron porque las cámaras web de HP no eran capaces de detectar sus rostros.
“En realidad estoy muy impresionado de que en los últimos 80 años hayamos pasado de máquinas de torneado a este sistema que no puede leer una cara humana”, dice lee.
Algunas caras, al menos.