Nota del editor: John McTernan fue redactor de discursos del ex primer ministro británico Tony Blair y fue director de comunicaciones de la ex primera ministra de Australia Julia Gillard. Las opiniones expresadas aquí son exclusivas del autor.
(CNN) – Un hombre del que nunca habías oído renuncia a un trabajo que no sabías que existía. ¿Qué tan preocupante puede ser esto?
Si te importa el hecho de que el Reino Unido logre un buen acuerdo con Bruselas después de que se vaya de la Unión Europea, entonces tienes que estar bastante preocupado. Especialmente si ese hombre es Sir Ivan Rogers y el cargo es el de representante permanente ante la Unión Europea o, más coloquialmente, embajador británico ante el bloque continental.
Los contenidos del correo electrónico de la renuncia que Rogers le envió a sus colegas, que ha sido publicado por varios medios británicos, sugieren que el gobierno del Reino Unido está aún lejos de tener una sólida posición negociadora para cuando abandone la Unión Europea. El hecho de que el correo haya sido enviado por alguien de su altura, deja entrever de manera más abrumadora cuan poco preparado está el gobierno para un pulso con Bruselas cuando llegue el tiempo de esas negociaciones.
Según mi experiencia, hay dos clases de embajadores: los que sirven temporalmente y los cualitativamente extraordinarios. Sir Ivan era de los últimos.
Cuando conocí a Sir Ivan, él era el principal secretario privado de Tony Blair: la cabeza del servicio civil de la oficina del primer ministro. Él era, y es, brillante, ingenioso, rápido de pensamiento, desafiante intelectualmente y muy trabajador. Era un funcionario civil ideal, y uno con el raro don de estar disponible a moverse sin problemas entre primeros ministros.
Habiendo trabajado para Blair, más tarde trabajó como asesor europeo del ex primer ministro David Cameron en el número 10 de Downing Street, y luego este lo nombró embajador ante la Unión Europea.
En este trabajo, ha sido excelente. Primero, siguió al pie de la letra todo lo que Cameron pidió para un acuerdo anterior al referéndum y luego condujo toda la agenda del brexit para la nueva primera ministra británica, Theresa May.
Así que, ¿qué pasó? ¿Por qué ha renunciado tan de repente y tan sorpresivamente? La pista está en una parte clave de su largo correo a su equipo:
“Una seria experiencia de negociación multilateral es escasa en Whitehall (centro administrativo del Gobierno británico), y ese no es el caso en la Comisión (Europea) o en el Consejo (Europeo). El gobierno sólo logrará lo mejor para el país si aprovecha la mejor experiencia que tenemos, una gran porción de ella concentrada en la Representación del Reino Unido en la Unión Europeo (UKREP, por sus siglas en inglés).
“Los ministros más experimentados, quienes decidirán nuestras posiciones, asunto por asunto, también necesitan de su detallado, sin ambages, incluso aunque esto pueda ser incómodo, y matizado entendimiento de las opiniones, intereses e incentivos de los otros 27.
“La estructura del equipo negociador del Reino Unido y la asignación de roles y responsabilidades para apoyar a ese equipo necesita una rápida resolución”.
Contundente y al punto. Theresa May y el secretario del brexit, David Davis, necesitan un consejo sin ambages e incómodo. Y necesitan enriquecer adecuadamente la máquina que puede ofrecer este consejo. Sir Ivan no sufrió estas necedades de forma agradable. Este es el mejor tipo de persona para trabajar si eres un político que desea saber los hechos, todos ellos, para que puedas diseñar una plena y efectiva estrategia.
Pero el actual gobierno del Reino Unido parece que intenta centralizar el poder y oír solo buenas noticias. Para Sir Ivan Rogers, las políticas del brexit y el futuro del país eran muy importantes como para jugar con ello.
En su correo, él cuidadosamente puso la palabra brexit entre comillas, prefiriendo usar la palabra salida acerca del futuro del Reino Unido. De un modo similar habla acerca de “invocar” el Artículo 50 en vez de “accionarlo”.
El más pasivo tono habrá enfurecido a la oficina de la primera ministra, ya que refleja una horrible verdad: que en el Reino Unido está en una débil posición para negociar. Ninguna bravuconería de Theresa May o de David Davis pueden cambiar eso. Lo que pueden cambiar, y lo han hecho, es quien lidera al país en las negociaciones. Pero al forzar a Rogers a irse, han revelado lo débil que es su operación. Tal como él mismo lo dice: “Aún no sabemos los objetivos que pondrá el gobierno para negociar las relaciones del Reino Unido con la Unión Europea tras la salida”.
Esa es indudablemente una pregunta que él se ha hecho constantemente. En vez de responderla, el despacho de la primera ministra ha dejado en claro que él no ya no es necesario. La más amplia señal también es clara: los servidores civiles tienen que seguir a pie la línea del gobierno y esconder hechos incómodos y preguntas desafiantes de ministros.
Esa nunca es una buena idea. El desafío intelectual lleva a una buena política y, al final, una buena política hace buenos políticos. Cuando enfrentas una negociación que determinará la prosperidad del Reino Unido en las próximas décadas, es un abandono del deber y del liderazgo por parte del número 10 de Downing Street querer cerrar un debate interno.
Negociar el brexit de forma exitosa con 27 diferentes países requiere habilidades y profundas relaciones. Una de las relaciones centrales, entre el gobierno y el servicio civil permanente, acaba de ser desechada y el costo de ello recaerá sobre todos los británicos cuando llegue el momento de negociar con Bruselas.