(CNN) – En un futuro no tan lejano, según sugieren algunos estudios, los óvulos y los espermatozoides podrían no ser necesarios para hacer un bebé, al menos no de la manera tradicional.
En 2016, científicos de Japón revelaron el nacimiento de un ratón de óvulos fabricados a partir de las células cutáneas (de la piel) de sus padres, y muchos investigadores creen que esa técnica podría aplicarse a los seres humanos, algún día.
El proceso, llamado gametogénesis in vitro, permite que los óvulos y los espermatozoides sean creados en un plato de cultivo en el laboratorio.
Las células adultas, como las células de la piel, pueden ser reprogramadas para comportarse como células madre embrionarias y convertirse en ese momento en células madre pluripotentes inducidas.
Estas células pueden ser estimuladas para crecer dentro de óvulos y espermatozoides, lo que a su vez es utilizado para formar un embrión que puede ser implantado en un útero adulto.
Aunque la mayoría de los científicos concuerdan en que todavía nos falta recorrer un largo camino para hacerlo clínicamente, se trata de una tecnología prometedora que tiene el potencial de reemplazar la técnica tradicional de la fertilización in vitro.
Si este proceso fuera exitoso en humanos las implicaciones serían inmensas, pero los científicos enfrentan ahora cuestiones legales y éticas que deben ser resueltas antes de que la tecnología se convierta en una realidad.
¿Reemplazo de la fertilización in vitro?
La gametogénesis in vitro (IVG, por sus siglas en inglés) se parece a la fertilización in vitro (IVF, por sus siglas en inglés) en que ambos métodos unen un óvulo con un espermatozoide en el laboratorio.
La diferencia es que con la IVF es necesario recoger los óvulos de la mujer y los espermatozoides del hombre a través de una intervención quirúrgica o sin cirugía, explica el profesor Alan Trounson, del Instituto de Investigación Médica Hudson, de la Universidad Monash, en Australia. “O también puedes conseguir una donación de óvulos y espermatozoides o combinar la donación con la recolección de uno de los padres”.
Trounson cree que la IVG puede proveer esperanza a parejas para las que la IVF no es una opción.
Este procedimiento puede “ayudar a hombres y mujeres que no tienen gametos y por eso no tienen espermatozoides ni óvulos”, dice Trounson, un reconocido científico de células madre, famoso por haber desarrollo el método de fertilización in vitro en humanos, junto con Carl Wood en 1977.
Otro beneficio potencial de la IVG es que no se necesita que la mujer reciba altas dosis de fármacos para la fertilidad para recuperar sus óvulos, como sí se necesita con la IVF.
Además, las parejas del mismo sexo podrían tener hijos biológicos y también las personas que perdieron sus gametos por tratamientos contra el cáncer, por ejemplo. En teoría, una mujer soltera también podría concebir por su cuenta.
Pero para Sonia M. Suter, profesora de Derecho de la Universidad George Washington, el procedimiento también implica algunos riesgos y habría menos variedad genética entre los bebés.
“La IVG -a diferencia de la reproducción ‘natural’- aumenta la posibilidad de homocigosis (genes idénticos) en genes recesivos, lo que se convierte en un gran riesgo de enfermedades y discapacidades”, escribió Suter en un estudio publicado en el 2015 por la Revista Académica de Derecho y Biociencias de Oxford.
Según ella, el riesgo es mucho mayor que el que implica la clonación, y aunque se pueden usar diagnósticos genéticos para encontrar enfermedades en embriones fuera de la implantación, eso no reduce en un 100% el riesgo.
Todo ello hace que el método IVG sea mucho más complicado que lo que se puede pensar. Además, los expertos aseguran que el proceso será incluso más complejo en humanos que en ratones.
“Es mucho, mucho más difícil de hacer en humanos. Es como subir unos pocos escalones versus escalar una montaña”, dice Trounson. “La gametogénesis (en un ratón) es mucho más rápida”.
La mayoría de los científicos están reacios a comprometerse con una fecha exacta, pero es seguro decir que pasarán varios años para que eso sea posible.
“Lo más probable es que estemos a una o dos décadas de lograr que el método IVG sea utilizado en humanos de manera responsable, con base en evidencia, aprobado por los gobiernos. Pero como hemos visto en otras tecnologías de células madre y reproductivas, los que las usan no siempre siguen las reglas”, explica Paul Knoepfler, prominente científico experto en células madre de la Universidad de California, en Davis, quien escribe un blog sobre investigación con células madre.
‘Esfuerzos biomédicos deshonestos’
Knoepfler cita el ejemplo de un bebé producido a partir del material de tres personas en el 2016 en México, procedimiento realizado por un médico estadounidense que no tenía aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en ingles). Según el experto, ese un caso “potencialmente peligroso”.
Crear un bebé a partir de tres personas requiere un proceso conocido como transferencia pronuclear, en el que se produce un embrión con material genético de la madre, el padre y un donante de espermatozoides para eliminar el riesgo de enfermedades genéticas causadas por el ADN en las mitocondrias de la madre. Las mitocondrias son partes de una célula usadas para crear energía pero también para transportar ADN que solo se pasa por línea materna.
Hace poco ese proceso fue aprobado en el Reino Unido, pero sigue siendo ilegal en muchos países, incluyendo Estados Unidos.
“Dado que parece que están aumentando los trabajos biomédicos deshonestos, alguien podría experimentar con la IVG sin la suficiente información y sin la aprobación del gobierno durante los próximos cinco o diez años”, cree Knoepfler.
“La IVG nos lleva a un territorio desconocido, así que es muy difícil predecir qué problemas legales podría acarrear”, explica. “Incluso otras tecnologías más extremas de reproducción, como la de la clonación, no están técnicamente prohibidas en Estados Unidos”.
Cada vez más investigadores hacen un llamado para reconsiderar la llamada “regla de los 14 días”, un acuerdo internacional logrado hace 30 años que dice que un embrión no puede mantenerse en en cultivo por más de dos semanas. La llamada estría o línea primitiva del embrión aparece en el día 15. Algunos ven esa regla como un compromiso esencialmente moral entre los investigadores y los que creen que destruir embriones es asesinato.
En muchos países, la implantación de un óvulo fecundado no está permitida si se ha mantenido más de 14 días.