Washington (CNN) – Le ha ordenado al Departamento de Seguridad Nacional que reinterprete las leyes inmigratorias y comience a construir un muro en la frontera con México, le ordenó al Departamento de Estado que reinterpretara las visas y el programa de refugiados, le ordenó al Departamento de Salud y Servicios Sociales que reinterpretara aspectos del Obamacare. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) podría ser la próxima.
El presidente Donald Trump ha hecho todo eso sin que haya sido necesario utilizar al Congreso, que, a pesar de la mayoría republicana en ambas cámaras, de todas maneras debe ser metódico en sus movimientos y, por ello, está paralizado.
Esto no es particularmente nuevo en Washington; la victoria de una elección presidencial viene con el botín de controlar la rama ejecutiva, que decide exactamente cómo se ejecutan las leyes de la nación. Por ejemplo, los primeros decretos del presidente demócrata Barack Obama estaban deshaciendo políticas del anterior presidente George W. Bush, republicano. Y así sucesivamente.
Pero el impacto de las acciones de Trump podría tensar el hilo que se ha tejido en la sociedad estadounidense alrededor de la inmigración y los inmigrantes.
Obama fue ridiculizado como el “deportador en jefe” por grupos inmigrantes, por el papel que jugó en deportar a inmigrantes indocumentados. Él se enfocó en los “criminales”. Pero la decisión de Trump de reinterpretar esa palabra preparó el terreno para una labor mucho más amplia y radical.
Ningún hombre cambió la ley. Obama, así como Bush antes que él, trató de que se aprobara una amplia reforma inmigratoria que hubiera creado un camino hacia la ciudadanía. Pero en este momento no se está hablando de nuevas leyes o de reforma inmigratoria.
“La gente está sorprendida de escuchar que no necesitamos nuevas leyes”, dijo Trump después de firmar los decretos ejecutivos relacionados con los inmigrantes y el comienzo de la construcción del muro fronterizo. “Trabajaremos dentro del sistema y la estructura existente. Vamos a restablecer el estado de derecho en Estados Unidos”.
Trump se ha tomado muy en serio esa idea. Y quienes sentirán las repercusiones, al menos las inmediatas, serán los inmigrantes del país, particularmente aquellos que viajaron al país de manera ilegal.
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El plan del nuevo gobierno de aplicar la ley con mayor flexibilidad en las detenciones de inmigrantes indocumentados, para tratar de evitar la opción de permitirles quedarse en el país mientras sus casos se resuelven, es parte de la ley y de la forma en que se está interpretando.
La reinterpretación de la ley inmigratoria de Trump —aunque su gobierno dice que no apunta a todos los inmigrantes indocumentados— está causando mucho temor en esa comunidad porque todavía hay muchas preguntas sin respuesta.
“Solamente estamos tratando de ejecutar lo que el Congreso y el presidente nos han pedido que ejecutemos”, dijo un funcionario en una sesión con la prensa sobre la nueva postura de aplicación de la ley, de acuerdo con Tal Kopan, de CNN. “Lo vamos a hacer de manera tan profesional (y) humana… pero vamos a ejecutar las leyes de Estados Unidos”.
El gobierno dice que no afectará a los inmigrantes indocumentados que llegaron al país siendo niños. Pero podría.
“Amo a esos niños, amo a los niños”, dijo Trump sobre los llamados Dreamers durante una extensa —y también intensa— rueda de prensa, el pasado 17 de febrero. “Tengo hijos y nietos. Sé que lo que dice exactamente la ley es muy, muy difícil, pero ustedes saben, la ley es dura”.
“No hablo de nuevas leyes, estoy hablando de leyes que ya existen, es muy duro, muy, muy duro”.
Es una historia similar a la prohibición de entrada para los nuevos refugiados y los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana que Trump trató de promulgar poco después de que se posesionó en el cargo.
La prohibición, mientras estuvo vigente, causó un caos en los aeropuertos porque fue promulgada en secreto y de manera sorpresiva, sin advertir antes a muchas áreas del gobierno, incluyendo al Congreso.
Una corte federal de apelación frenó ese decreto, pero Trump lo está ajustando para presentar uno nuevo, y espera no necesitar ayuda del Congreso. Está trabajando en ese nuevo decreto pero sin cambiar la legislación.
“Podemos adaptar el decreto a la decisión de la corte (…) tenemos a algunos de los mejores abogados del país trabajando en ello”, dijo Trump en la rueda de prensa.
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Sea lo que sea que presente, se espera que enfrente obstáculos en los tribunales, sobre todo en los de los estados que votaron en contra de Trump en noviembre pasado.
Los antagonistas de Trump tienen menos poder en el Congreso, aunque los demócratas, si se mantienen unidos, pueden congelar nuevas leyes en el Senado. Trump necesitará del Congreso para pagar su muro fronterizo, por ejemplo. Necesitará del Congreso para reformar el código tributario.
Pero en otras iniciativas de alto impacto, los demócratas no tendrán la capacidad de congelar nada.