(CNN) – “A veces he creído hasta en seis cosas imposibles antes del desayuno”, le dice la Reina Blanca a Alicia en “Alicia a través del espejo”.
Bueno, aparentemente también así lo hace el presidente Donald Trump.
He aquí su más reciente diatriba: cuatro tuits publicados a las 6:35, 6:49, 6:52 y 7:02 de la mañana del pasado sábado 4 de marzo en los que acusa al expresidente Barack Obama de haber supuestamente ordenado una intervención de sus teléfonos en octubre en la Torre Trump, junto a esta perla: “¡Esto es Nixon/Watergate!”, calificando a Obama de “un tipo malo (o enfermo)”.
Y luego viene la operación de limpieza al estilo Trump. Es decir, el ataque presidencial. Y los que le rodean buscan desesperadamente maneras de desafiar la gravedad y la lógica para complacer al jefe.
¿Y cuál es el mejor recurso que suelen emplear para explicar lo que el presidente quería decir? Bueno, algo así como “no lo tomes literalmente”.
Se escuchó mucho de eso durante las elecciones, por supuesto. Pero ahora que es presidente, sus palabras realmente importan. Ya no se trata de ganar unas elecciones, sino que es el líder del mundo libre. Se supone que debemos creer lo que dice y confiar en él. Y si hay una crisis, queremos creer que es considerado, tranquilo y deliberativo. Para resumirlo en pocas palabras, no propenso a berrinches.
Ah bien. El frenesí matutino de Trump contra el expresidente Obama ha encabezado los titulares por las últimas dos semanas. ¿por qué? Porque ha acusado a un exmandatario de violar la ley.
Inicialmente, el personal de la Casa Blanca se apresuró a encontrar una manera de manejarlo y se le ocurrió un plan para poner el asunto a un lado: ¡Hay que dejar que el Congreso investigue!
Pero cuando los líderes de los comités de Inteligencia dijeron que no encontraron ninguna evidencia de que Obama hubiera ordenado un espionaje telefónico, y exigieron que el director del FBI explicara lo que la agencia está investigando, el Gobierno tuvo que cambiar de velocidad.
Y así las cosas, aquí vamos de nuevo: el secretario de Prensa, Sean Spicer, pide que no se tome a Trump de manera literal. El presidente se refería realmente a la “vigilancia” en general cuando dijo “interceptaciones telefónicas”, y no a una escucha real. ¿Cómo lo sabemos? Debido a sus comillas, al parecer puso “interceptaciones telefónicas” entre comillas. Ah, eso debe ser. “Creo que el presidente ha sido muy claro”, asegura Spicer, y añadió que cuando “hablaba de escuchas telefónicas significaba vigilancia”.
Así que hemos pasado de la era Clinton, en la que se analizaban las palabras, a la era Trump, en la que se tiene que analizar la puntuación.
Y mientras Spicer explicaba que es errado el interpretar a Trump de manera literal, dos tribunales federales tenían otra idea: su prohibición de viajes era inconstitucional, incluso después de haber sido reescrita, debido a las reales palabras de Trump durante la campaña.
Un juez de distrito en Hawai citó la entrevista de Trump, en marzo de 2016, con Anderson Cooper en la que dijo que “el islam nos odia y no podemos permitir que las personas que lleguen a este país tengan este odio hacia Estados Unidos”. Sus palabras, dijo el tribunal, proporcionan “una evidencia significativa e irreflexiva de ánimos religiosos” detrás del decreto.
Parece que la corte tomó a Trump de manera muy literal. Qué cosa tan inconveniente.
La Casa Blanca condenará las citaciones judiciales de Obama, que son de esperar. Pero no pueden negar el lenguaje de Trump. Entonces, ¿cuándo exhibirá el presidente cierto autocontrol? ¿Cuándo dejará de teorizar en Twitter sobre asuntos de seguridad nacional?
Cuando Tucker Carlson le preguntó de dónde obtuvo las pruebas para tan explosiva acusación contra Obama, el presidente le dijo: “Bueno, he estado leyendo cosas … y vi a tu amigo Brett Baier”.
Tratemos de explicar esto: el presidente tiene a su disposición todo el aparato de inteligencia nacional, ¿y en su lugar obtiene su información de Fox News? ¡¡¡Vamos!!! ¿O esto es literalmente?
Tal vez eso fue lo que provocó otro tuit reciente, esta vez de parte de Adam Schiff, de California, el demócrata que preside el Comité de Inteligencia de la Cámara: “Debemos aceptar la posibilidad de que @POTUS no sepa diferenciar la realidad de la ficción y lo bueno de lo malo. Esas acusaciones no son estratégicas, sino más bien lamentables”.
Alicia en el País de las Maravillas podría verlas más como “curiosescas, curiosescas”. El resto de nosotros podría verlas como algo mucho más alarmante.