Nota del editor: Michael D’Antonio, el autor de ‘The Truth About Trump’, está escribiendo ‘Trump Watch’, una serie de columnas sobre el presidente electo para CNN Opinion. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas de su autor.
(CNN) – Un presidente que admira a los hombres fuertes trató de armar a los republicanos que controlan la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Aprueben la revocatoria del Obamacare y el reemplazo por un Trumpcare, le dijo Donald Trump a los republicanos, o de lo contrario serán expulsados en elecciones primarias.
Cuando eso no logró moverlos lo suficiente, agregó otra amenaza: voten por mi propuesta o nunca van a tener otra oportunidad para reformar el sistema de salud.
Los republicanos se reunieron en un emotivo comité preelectoral en el sótano del Capitolio. A medida que se fueron de allí, muchos dijeron que era una de las conferencias más impresionantes a las que habían asistido. Pero cuando el presidente de la Cámara, Paul Ryan, ofreció poco más que una breve declaración y se fue sin responder a las preguntas de los periodistas, las señales de la derrota eran evidentes.
Después de haber practicado su habitual método de hacer negocios, Trump se alejó del duro trabajo de negociación política. El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, insistió en que no había “plan B” para una victoria predicha. Mientras Ryan trataba de ordenar la Cámara, el presidente se metió en un tractocamión parqueado frente a la Casa Blanca, hizo sonar la bocina como un muchacho emocionado y fingió que conducía. (Él no se había visto tan feliz en semanas).
A pesar de todas estas expresiones de confianza, los republicanos que mandan en Washington nunca pudieron ponerse de acuerdo para respaldar el Trumpcare. Horas antes de la votación, The Daily Beast informó que, según funcionarios gubernamentales que hablaron bajo condición de anonimato, el principal asesor de Trump, Steve Bannon, quería hacer una lista de sus enemigos republicanos de la Cámara para castigarlos.
Cuando esta última táctica de tipo duro falló, Trump y Ryan pisaron los frenos y cancelaron la votación. CNN y otras cadenas informaron sobre la debacle en tiempo real y ambos hombres quedaron humillados y disminuidos.
Nadie debería sorprenderse de que la primera gran iniciativa legislativa de Trump se derrumbara en una nube de caos. Aparte del desarrollo de su enorme ego, nada en la experiencia de vida de Donald Trump lo preparó para comportarse como presidente de los Estados Unidos. Esto se puso de manifiesto durante la transición presidencial, cuando se mostró incapaz de unir al país y luego, en su posesión, cuando inmediatamente comenzó a propagar mentiras y a distorsionar todo, desde el tamaño de la multitud que había asistido a su toma del poder hasta la afirmación de que en las recientes elecciones fue afectado por un masivo fraude electoral.
Lo más notable de la presidencia de Trump puede ser nuestra expectativa de que sería diferente. Trump primero demostró su inclinación por la distorsión y el engaño como cuando un joven se jacta de sus logros sin ni siquiera tener uno a su favor. A pesar de cuatro grandes quiebras corporativas, cada una involucrando complejas empresas que requerían habilidades ejecutivas reales, Trump insistió en que era un gran líder empresarial. Lo que él era, de hecho, fue el ser un empresario exitoso que dirigía compañías familiares que podía dirigir como un monarca. Él era EL JEFE y cualquiera que no estuviera de acuerdo con él sabía dónde encontrar la puerta.
El problema para el presidente Trump, que hizo del derogar y el reemplazar el Obamacare una de sus grandes promesas de campaña, es que no puede despedir a nadie en el Congreso.
De hecho, sólo los votantes pueden despedir a un miembro de la Cámara de Representantes, y si se cree que las últimas encuestas, a muy pocos de esos votantes les gustaba el Trumpcare. Tal vez era la parte del proyecto de ley se les negaría a 24 millones de ellos sus seguros de salud lo que no les gustaba. O tal vez fue la parte de la ley que eliminaba todos los requisitos de cobertura para las pólizas, incluyendo el cuidado del embarazo, los beneficios de medicamentos y la cobertura de salud mental.
Los miembros de la Cámara, que deben buscar la reelección cada dos años, comprendieron esto y tenían mucho más miedo de enfrentarse a los electores enojados que tratar con un presidente cuya aprobación es ahora del 37%.
Muy mal se veía para Trump el retirar su proyecto en el momento en que esto ocurría, pero esta sensación parece empeorar con el paso de los minutos y las horas. Incluso, esto nos hace reflexionar sobre cómo esta derrota contrasta con la imagen de Trump. Este es un hombre que se celebra a sí mismo como un dinámico ganador de incomparables habilidades. “Sólo yo puedo arreglar esto”, dijo de los problemas de Estados Unidos durante la campaña.
En su estimación, todos los gobernadores y legisladores que se opusieron a él en las primarias, fueron, como el presidente Obama, perdedores y fracasados. Por supuesto, la mayoría de los otros que buscaron la nominación republicana en el 2016 tuvieron éxito en el gobierno antes de que se postularan. Y no hay que olvidar cómo ese perdedor del Barack Obama logró que se aprobara su ley de atención médica.
¿Qué impresión da de Trump el que cuando se puso en la primera línea de batalla y trató de hacer aprobar su primera gran iniciativa en el Legislativo, terminó pasando por incompetente?
En primer lugar, esto señala que el presidente parece no comprender cómo funciona el sistema legislativo y, probablemente, ha ignorado aquellos que lo rodean que sí lo saben. En segundo lugar, carece de un estilo de liderazgo adecuado para tratar con cientos de miembros del Congreso que son, cada uno de ellos, poderosas figuras políticas en sus propios distritos. Finalmente, y lo más importante, se puede ver que no posee el temperamento de presidentes como Johnson, Reagan y Clinton, que respetaron el proceso y lo amaron.
El endeble proyecto de ley que Trump y Ryan presentaron y la torpe manera en que buscaron los votos sugieren que carecían de verdadera convicción. ¿Qué pasa después? Si el pasado es un prólogo, Trump culpará a todos menos a sí mismo. Ryan debe estar dispuesto a recibir un montón de recriminaciones, en su mayoría de las figuras del gobierno que hablan a los periodistas bajo la protección del anonimato.
Eventualmente, quizás más temprano que tarde, y a pesar de sus protestas en contra, Trump volverá a intentarlo. El problema es que el Congreso ha demostrado que la forma habitual de Trump de mandar usando la intimidación no funcionará. Y no ha demostrado que sepa otro método para hacer las cosas.