Nota del editor: El padreLuis Felipe Gómez, S.J. es abogado con magíster en Economía y en Administración de Empresas, filósofo de la Pontificia Universidad Javeriana y teólogo del Centro Sèvres de la Compañía de Jesús en París. Actualmente es rector de la Universidad Javeriana Cali.
Muchos de los emprendedores tienen focalizado su eje de atención en la base tecnológica. Y con ello están impactando fuertemente la vida cotidiana en las ciudades, poco a poco se espera que revolucionen los centros urbanos, pues muchas de las actividades cambiarán radicalmente. Este es un aporte que en muchos casos está también teniendo una contribución social significativa.
Además, desarrollan sus ideas y sueños con mucho cuidado con el medio ambiente, con lo que el papa llamó el cuidado de la casa común; y siendo esmerados en generar unas dinámicas virtuosas dentro de su cadena de valor, si se quiere la ética del cuidado, que lanza la atención sobre la manera como uno se relaciona con los que tienen a su alrededor, está bien presente en las nuevas generaciones de emprendedores. Todo ello es magnífico. Están haciendo la diferencia y mostrando una nueva forma de hacer empresa. Pero ello es insuficiente. Hay que ir más allá.
En países como los latinoamericanos la preocupación de los emprendedores no se puede quedar allí. Se requiere de mayores compromisos, tienen que mantener como objetivo igualmente transformar de manera definitiva el contexto competitivo, pues las condiciones generales de los negocios en nuestro medio no son las mejores, presentan muchas interferencias, distorsiones, o sencillamente, algunas son totalmente adversas. Y esta situación debe ser blanco a impactar por parte de los emprendedores.
Efectivamente, necesitamos innovación para evitar los carteles de precios de los productores, requerimos innovación para enfrentar decididamente la corrupción con sus sobornos que envenenan tanto al sector público, como al privado. La transparencia en general requiere de una participación ciudadana que sólo puede ser impulsada por la sociedad civil y dinamizada por unos emprendedores con un enorme compromiso con el cambio de la realidad.
Los emprendedores no pueden pasar agachados de su responsabilidad con las condiciones del mercado, con las condiciones existentes para hacer negocios. Y esto va mucho más allá que el renegar contra las reglamentaciones y requisitos que se tienen para muchos trámites oficiales. Una manera indispensable de impactar el contexto competitivo es generando nuevas formas de participación social. Bien lo decía Michael Porter en Estrategia y Sociedad (2006), lo que se haga por mejorar el contexto competitivo impacta de mayor forma la responsabilidad social empresarial. Pues sencillamente es como brindarle nuevos “bienes públicos” a las sociedad.
Emprendedor que se quiera quedar encerrado en su negocio está perdiendo la oportunidad de transformar radicalmente su entorno, pues deja su huella en la historia a medias.