(CNN Español) – Observar a menores concentrados tratando de descifrar la magia de los números y las letras, otros sacando acordes de una vieja guitarra, podría ser una escena común de niños en una escuela.
Pero la condición de estos niños es especial, ya que muchos de ellos han cometido actos reñidos con la ley por lo que un juzgado determinó su internamiento en un centro especial.
Es en el centro Renaciendo ubicado en el valle de Támara a 30 minutos de Tegucigalpa, capital hondureña, unos 253 jóvenes —entre ellos más de 150 integrantes de la Pandilla 18— forman parte del sistema de rehabilitación de menores infractores.
Honduras cuenta con cinco albergues para niños y adolescentes con una sanción penal impuesta por un juzgado de menores que los priva de su libertad.
Los jóvenes tienen la plena consciencia de por qué están retenidos: “Son errores que se cometen en la vida, por lo cual hay que aprender de ellos”, asegura un menor de edad que tiene una sanción por asesinato.
Otro de los internos considera que fue una “suerte” haber caído en manos de la justicia, pues era buscado para ser asesinado por cobrar extorsión para la Pandilla 18.
Los menores, en medio de la violencia
La violencia que afecta al país centroamericano incluye a los menores: según datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), en 2016 se registraron 371 muertes violentas de menores de edad, muchos ligados por las autoridades policiales y militares a grupos criminales.
Migdonia Ayestas, directora del OV-UNAH, reveló que los asesinatos de menores entre los 12 y 17 años, es de un 86 % de las muertes violentas en ese rango de edad que se da en el país centroamericano.
Los esfuerzos para la rehabilitación en medio de condiciones precarias
Para tratar de mejorar las condiciones de rehabilitación de los menores infractores, el 10 de marzo de 2015 el presidente Juan Orlando Hernández emitió un decreto de emergencia para los centros de internamiento de menores, mismo que entró en vigencia hasta en marzo de 2016 (un año después) con la creación de una comisión interinstitucional.
Con este nuevo esfuerzo las autoridades de gobierno dicen tratar de establecer un proceso de rehabilitación para los internos que consiste en terapia ocupacional, procesos educativos formales y no formales, asistencia psicológica y espiritual, explica Zoila Cruz, coordinadora general de Centros de Internamiento para Menores.
La infraestructura es una de las falencias que urge de atención, ya que por ejemplo las deterioradas condiciones del centro Renaciendo propician que los menores se fuguen cuando quieren.
En las últimas tres semanas 40 jóvenes se fugaron de esa institución, 30 huyeron el 28 de abril, entre ellos integrantes de la Pandilla 18 y de una banda criminal denominada “Los Chirizos” y el 9 de mayo se escaparon otros 10 integrantes de la Pandilla 18.
¿Tienen oportunidades los menores que han sido internados?
Según cifras de la Comisión Interinstitucional para la Atención de los Centros de Internamiento de Menores, 563 jóvenes se encuentran internos en cinco centros distribuidos en todo el país y más de 1.500 menores infractores obtuvieron mediante resolución judicial medidas distintas al internamiento.
A pesar de los esfuerzos, autoridades como Xiomara Ruiz, directora de Renaciendo, lamenta que estos niños al recobrar su libertad no tienen oportunidades de rehacer sus vidas pues “se encuentran con el mismo tipo de sociedad, falta de trabajo, falta de talleres” y muchos terminan regresando a los centros “porque vuelven al mismo escenario”.