Nota del Editor: H.A. Hellyer, investigador no residente en el Atlantic Council y en el Royal United Services Institute de Londres, es autor de ‘Muslims of Europe: The ‘Other’ Europeans’ y ‘A Revolution Undone: Egypt’s Road Beyond Revolt’. Síguelo en Twitter en @hahellyer. Las opiniones expresadas en este artículo son de su propia responsabilidad.
El tuit citado arriba fue escrito la noche de este sábado tras los ataques terroristas en el Puente de Londres y el mercado de Borough.
Había muchos otros mensajes como ese: londinenses comunes ofreciendo sus hogares para la gente que estaban en las zonas afectadas o cerca a ellas, para así ofrecerles refugio y ayuda. Es ese tipo de espíritu compasivo frente a la insensible criminalidad el que muestra lo mejor de Londres y de Gran Bretaña. Pero hay también otro lado humano, uno mucho más torpe, vulgar y grosero. Vimos algo de él en la respuesta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
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El primer impulso de nuestro aliado con el que compartimos una supuesta relación especial no fue expresarle condolencias al Reino Unido. Más bien, fue usar los ataques como una forma de obtener apoyo para su prohibición de viajes, que muchos aún consideran una prohibición codificada en contra de los musulmanes, similar a la que él sugirió que implementaría durante la campaña electoral.
Es una prohibición que las cortes estadounidenses han rechazado constantemente. Pero eso no impidió que Trump tratara de explotar esta tragedia, que tomó la vida de siete personas y ha dejado docenas de heridos.
Él continuó sacándole provecho el evento esta mañana, tuiteando declaraciones extrañas sobre la corrección política y el control de armas. Vimos este mismo tipo de comentarios insípidos en los pronunciamientos de Katie Hopkins, una controversial locutora británica, cuya propuesta de “solución final” tras el ataque en Manchester condujo a que ella ya no estuviera más en la radio nacional.
Ella no desperdició tiempo en tuitear imágenes islamofóbicas bajo la cínica etiqueta de “NothingToDoWithIslam” (“NadaQueVerConElIslam”). Esta crítica era contra todo el Islam, no sólo contra los islamistas radicales o extremistas.
Lo hemos visto en los terribles comentarios dirigidos a Sadiq Khan, el alcalde de Londres. Para algunos, el hecho de que Khan es musulmán es una prueba de que no es apto para proteger a la ciudad de Londres. Algunos de los ataques contra el alcalde son completamente islamofóbicos, otros son más sutiles. Pero vale la pena señalar que varios de estos mensajes fueron enviados como respuestas a un tuit enviado por el presidente criticando a Khan.
En este clima de división, los británicos musulmanes están siendo doblemente atacados: como británicos por los terroristas y como musulmanes en la reacción. Por supuesto, la ironía es que es precisamente lo que ISIS y otros grupos radicales yihadistas buscan: una guerra de civilizaciones y culturas que se libre en las calles de Londres, París, Berlín y en otros lugares.
Incluso el momento del ataque insinúa esto. Los musulmanes están observando actualmente el mes del ayuno del Ramadán. Muchos musulmanes irán a la mezquita para romper sus ayunos y orar al atardecer, y muchos de ellos irán a la mezquita un poco más adelante para rezar oraciones extra del Ramadán.
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Los ataques comenzaron justo después de las 10:00 p.m., poco después de la ruptura del ayuno, lo que significa que muchos musulmanes estarían en las calles regresando a casa después de la cena, o poco antes del comienzo de las oraciones del Ramadán. En cualquier caso, habría un gran número de musulmanes en las calles a esa hora de la noche. Si uno quisiera alentar el conflicto entre musulmanes y no musulmanes en el Reino Unido, este sería un momento razonable para hacerlo.
Eso es precisamente a lo que ISIS y otros yihadistas radicales le apuntan, y después de cada ataque, la gente recuerda sus motivaciones básicas. Sin embargo, muchos de nosotros caemos en la trampa de los terroristas y nos disponemos, si no somos conscientes, a acoger la propaganda del odio.
La realidad es que no podemos ser complacientes, pero no podemos ignorar la realidad. ISIS, por ejemplo, está perdiendo terreno en Iraq y Siria. A medida que el sueño del grupo de controlar suficiente territorio para declarar un califato se desvanece, ISIS volverá a ser una agrupación terrorista más “regular”. Eso significa que sólo podemos esperar más intentos de causar una ruptura social en Occidente.
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Es difícil encontrar una solución rápida a estos problemas, y es porque no hay una. La mañana siguiente a los atentados, la primera ministra británica, Theresa May, insistió en que “basta es basta”, en que necesitábamos reevaluar nuestra estrategia antiterrorista y en que hay que trabajar más duro para acabar con el extremismo islamista, el cual, según ella, ha recibido demasiada tolerancia en nuestro país.
Como alguien que se ha dedicado a criticar el extremismo islámico durante más de una década, sirviendo como coordinador adjunto del grupo de trabajo gubernamental para abordar la radicalización y el extremismo después de los atentados del 7 de julio del 2005, soy comprensivo. Pero también soy cauteloso. Necesitamos reevaluar nuestra estrategia, necesitamos más recursos para la recolección de inteligencia y el monitoreo de aquellos sospechosos radicales que regresan del extranjero.
Pero, al mismo tiempo, nuestra política contra el extremismo tiene que ser muy cuidadosamente modulada. Debemos mantener nuestros compromisos con los derechos fundamentales.
Enfocar el debate sobre la cohesión social y la integración no ayuda a la lucha contra el terrorismo. De hecho, puede hacer que sea mucho más difícil de llevar a cabo, por la alienación de grandes grupos en nuestra sociedad.
Es importante comprender plenamente las inspiraciones detrás del extremismo islamista, y también es vital que no seamos descuidados en la forma en que vinculamos esas ideas con el Islam en general. Demasiadas personas están interesadas en utilizar esta amenaza para participar en un conflicto cultural contra nuestros ciudadanos musulmanes. Debemos resistirnos a esa tentación.
ISIS aún no está acabado, pero está claro que va cuesta abajo. Su mayor atractivo para los reclutas era la tenencia de un territorio. Pero, en los próximos meses, es probable que ISIS sea sacado de Iraq y Siria.
Sospecho que estamos viendo el final de ISIS, al menos esta versión del grupo. Pero esto también podría ser una de las principales razones por las cuales se produjeron los ataques terroristas: el comienzo de la fase de desesperación para el grupo.
Esa fase podría tardar un tiempo, pero, eventualmente, ISIS seguirá el mismo camino que otros cultos en la historia musulmana. Mientras tanto, los londinenses tienen que considerar qué medidas son apropiadas para hacer frente a la creciente amenaza, asegurando al mismo tiempo que los sueños yihadistas sobre una guerra de civilizaciones siguen siendo simplemente eso: una pesadilla en una imaginación dantesca.