(CNN) – Al cruzar la frontera con Colombia, algunos venezolanos huyen de su país mientras buscan cualquier medio de supervivencia. Están escapando de la tasa de inflación más alta del mundo, de los disturbios y las violentas protestas callejeras.
Mujeres y niños acuden a la ciudad fronteriza colombiana de Cúcuta en la necesidad desesperada de atención médica, comida y refugio. Las madres a veces dejan a los niños para que sean atendidos por los padres y otros miembros de la familia.
Las mujeres embarazadas hacen viajes largos y peligrosos buscando atención médica. Otros han dejado atrás sus vidas normales para asegurar que sus hijos tengan comida al día siguiente.
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El Gobierno venezolano intimida y restringe los medios de comunicación en Venezuela, y sacó a CNN en Español del aire. El Gobierno controla estrictamente las visas de los periodistas extranjeros, incluyendo a los de CNN, deteniendo a los que informan desde el interior del país sin los permisos adecuados.
Pero CNN fue capaz de conocer las historias de estas tres mujeres que buscan ayuda en la frontera:
Rosmary Suarez
“De las agujas a las batas, en Venezuela habría tenido que comprarlo todo. Aquí en Venezuela no me piden nada”.
Suárez, de 27 años, abandonó su ciudad natal de Valencia en marzo, durante el segundo trimestre de su embarazo. Cuando le dijo a sus amigos y familiares que estaba embarazada, sugirieron un aborto debido a “la situación en Venezuela”, dijo a CNN.
Pero ella prefirió ir en autobús a Colombia. También se vio obligada a abandonar a su hijo de 7 años. Si ella fuera a dar a luz a su bebé en Venezuela, dijo, habría tenido que traer un kit de suministros médicos al hospital, incluyendo guantes y batas para que el personal médico cuide de ella. Ella no puede permitirse el lujo de comprar el kit, dijo.
Gloria Gutiérrez
“Lloramos mucho por la noche, especialmente mi hijo. Llora por su padre”
El día que Gutiérrez salió de Mérida hacia Colombia era la primera que viajaba fuera de Venezuela. Inicialmente, la madre de seis niños estaba llena de esperanza al cruzar la frontera con tres de sus hijos. Fue recibida por una iglesia católica local, la familia vive en un refugio con poco más de lo que fueron capaces de llevarse con ellos.
No puede trabajar debido a su estatus de indocumentada y porque tiene que cuidar a sus niños, así que pasa sus días en el refugio con otras mujeres en situaciones similares.
Un día, pronto, dice, llevará a los niños de regreso a Venezuela y luego regresará a Colombia solo para lograr ganar dinero para su familia.
Aida Martínez
“Yo prefiero estar aquí en Colombia porque aquí puedes conseguir medicinas. Aquí puedes conseguir la comida”.
Martínez tardó un día y medio en hacer el viaje en autobús a Cúcuta –con sus tres hijos en un remolque– de su ciudad natal caribeña de Puerto Cabello. En una semana, en su nueva vida en Colombia, pagan 30 dólares al mes para alquilar una habitación para la familia de cuatro. Mantienen un techo sobre sus cabezas vendiendo chupetas en las calles del centro de la ciudad de Cúcuta.
En un buen día, la familia gana hasta 10 dólares. Martínez es una mujer orgullosa y dice que no quiere que sus hijos en las calles mendiguen, pero es mejor que morirse de hambre. Un grupo de adolescentes pasa caminando y compra a las dos chicas mayores Popsicles. “Yo como todos los días en Colombia”, dijo la hija mayor de Martínez, Gabriella, con una sonrisa.