Nota del editor: Francisco Diez es mediador argentino, fue jefe de gabinete del ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, representante para América Latina del Centro Carter y coordinador de la Red Latinoamericana de Expertos de Diálogo Democrático del PNUD. Además, es representante para América Latina del Proyecto Matriz de Acuerdos de Paz (PAM por sus siglas en inglés) del Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz de la Universidad de Notre Dame.
(CNN Español) – La Misión II de Naciones Unidas en Colombia no sólo es importante, es imprescindible para ayudar a que avance el proceso de paz.
Esta misión tendrá como objetivo verificar “el proceso de integración de los excombatientes de las FARC a la vida política, económica y social del país”, según informó la ONU el pasado 11 de julio.
El acuerdo fue el fruto de más de cuatro años de negociaciones entre las FARC y el gobierno de Juan Manuel Santos, pero la desconfianza entre las partes no se superó. Los acuerdos no terminan con el conflicto, solo abren la puerta a la fase de implementación, que presenta desafíos más complejos y que involucra muchos actores nuevos. De una situación controlada y contenida entre dos partes que negocian, se pasa a un proceso que depende de una multiplicidad de actores nuevos que deben realizar acciones a las que no se comprometieron, o que no entienden, o que no comparten.
Es natural que todo el proceso se complique y que la desconfianza latente se agudice. Y a esa desconfianza en Colombia se suma el ataque constante de una oposición política que logró ganar con el no en el plebiscito sobre el acuerdo y que apoya su estrategia electoral en el rechazo a las FARC y en la crítica al proceso de paz.
La presencia de la Misión I de Naciones Unidas en el monitoreo y verificación del cese de hostilidades, el desplazamiento de los combatientes de las FARC hacia las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN) y el proceso de dejación de armas, fue fundamental durante todos estos meses para impulsar y darle legitimidad al proceso. La mirada positiva de “los ojos del mundo” estimuló los esfuerzos de ambas partes para superar obstáculos y seguir avanzando y también generó cierto balance. Los críticos del proceso tuvieron que moderarse.
Pero además, el estudio de los procesos de paz en el mundo demuestra que hay una relación directa entre la presencia de Misiones de Paz de las Naciones Unidas y una mayor y más robusta implementación de los acuerdos. Y toda la experiencia internacional demuestra que la solidez de la paz depende de cuan robusta sea la implementación del acuerdo. A mayores niveles de implementación mayor sostenibilidad de la paz.
La Matriz de Acuerdos de Paz del Instituto Kroc de Estudios Internacionales de Paz de la Universidad de Notre Dame compila y permite comparar la implementación de todos los Acuerdos de Paz Integrales desde 1989 a la fecha.
En sus investigaciones principales, Madhav Joshi y Jason Quinn, afirman que “la participación efectiva de las Naciones Unidas en los procesos de implementación de los acuerdos de paz en general y en el monitoreo de las disposiciones relacionadas con DDR (Desmovilización, Desarme y Reintegración) en particular, han impactado exitosamente en la trayectoria de aquellos acuerdos en los que se estableció dicho mandato”. Y explicando su estudio continúan diciendo: “encontramos que donde una Misión de Verificación/Observación se despliega por completo, se genera un aumento de la tasa de implementación de los Acuerdos Integrales de Paz en un 22% comparado con aquellos Acuerdos similares sin una misión de ese tipo”.
El rol de verificación de la Misión II de Naciones Unidas en Colombia se estableció por solo 12 meses por ahora, pero se está diseñando para que acompañe el proceso por tres años. La segunda misión empezará el 26 de septiembre, cuando termine la primera misión de la ONU, según el comunicado.
Desde el Instituto Kroc en nuestro rol de monitoreo y seguimiento a la totalidad del acuerdo de paz hemos planificado nuestra colaboración por un lapso mínimo de 3 a 5 años. Porque luego de más de medio siglo de guerra interna, transformar una cultura social que se ha acostumbrado a convivir con la ilegalidad y a contar los muertos por mes, llevará tiempo y muchos esfuerzos. En ese proceso de transformación cultural, la comunidad internacional cumple un rol crucial.