(CNN) – Las lluvias torrenciales y las réplicas sísmicas pueden pasar, pero muchas personas en Estados Unidos, México y el Caribe seguirán sintiendo el impacto de los huracanes y de los terremotos, de formas dramáticas e invisibles.
“A diferencia del daño físico que es completamente obvio, el daño psicológico tiene efectos de tipo cascada a lo largo del tiempo”, escribió vía correo electrónico Octavio N. Martínez Jr., director ejecutivo de la Fundación Hogg para la Salud Mental de la Universidad de Texas, en Austin.
La mayoría de los afectados por los huracanes intensos de las últimas semanas en EE.UU. y el Caribe o por terremotos devastadores como los que golpearon a México estos 7 y 19 de septiembre, respectivamente, siguen funcionando normalmente, con síntomas que pueden no parecer serios: ansiedad, dificultad para dormir, tristeza. Casi todos se dan cuenta de los síntomas y a pesar de ello los aceptan como parte del desastre.
“Es cuando esos síntomas afectan la capacidad para funcionar de la persona cuando se vuelve crucial buscar ayuda”, dice Martínez. Después de todo, asegura, los comportamientos que surgen –como sentimientos de marginalización, aumento de ganas de fumar y de beber alcohol e irritabilidad crónica–suelen deslizarse bajo el radar.
El impacto en la salud mental del huracán Katrina ofrece una buena guía para los sobrevivientes de los actuales desastres naturales, dice Martínez.
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Katrina y Sandy
La prevalencia del trastorno de estrés postraumático en Alabama, Louisiana y Mississippi creció del 15% pocos meses después del paso del huracán Katrina al 21% un año más tarde, según un estudio citado por Martínez.
“Y el porcentaje de gente que experimentó pensamientos suicidas creció más del doble, pasando del 2,8% al 6,4%”, dice.
Por otro lado, varios estudios muestran que los eventos traumáticos que se viven durante la infancia pueden tener un impacto de larga duración, hasta la vida adulta y tal vez durante toda la vida, incrementando el riesgo de que en un futuro fumen, beban alcohol y usen sustancias psicoactivas, además de sufrir de obesidad, depresión, enfermedades cardiacas, cáncer e, incluso, la muerte.
“Este punto será especialmente relevante para los niños y jóvenes que sufrieron los huracanes Harvey e Irma”, dice Martínez.
Un estudio sobre el impacto del huracán Sandy entre los adultos que viven en algunas áreas de Queens, Staten Island y Long Island, demostró que “entre más cosas les pasaron a los participantes durante el paso del huracán Sandy, tuvieron mayores niveles de depresión, ansiedad, estrés y trastorno de estrés postraumático”, según Rebecca M. Schwartz, investigadora asociada del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Manhasset (Nueva York).
Uno de los factores que más se relacionan con el trastorno de estrés postraumático es el desplazamiento, dice la experta. Según ella, quienes deben dejar su casa y quedarse en un refugio temporal tienen mayores riesgos de sufrir esa condición, comparado con los que pueden quedarse en su hogar o en casas de amigos o familiares.
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Resiliencia y resistencia
En otro estudio sobre resiliencia, expertos entrevistaron a sobrevivientes del huracán Katrina sobre su salud mental, sus relaciones sociales y cómo ese desastre natural cambió sus vidas un año, tres años y 12 años después. La conclusión es que la mayoría de las personas “son muy resilientes a los desastres”.
Jeff Temple, profesor de la Universidad de Texas, dice que en el periodo inmediatamente posterior a un desastre, muchas personas experimentan síntomas, que van disminuyendo a medida que pasa el tiempo.
“En el primer mes, si los síntomas están en un nivel elevado o son preocupantes, ahí es cuando diagnosticamos trastorno por estrés agudo”, dice el experto. Y si los síntomas persisten más de un mes, se diagnostica el trastorno por estrés postraumático.
Jesse Cougle, profesor de psicología de la Universidad Estatal de Florida, asegura que las personas que se quedan y son testigos de la destrucción ocasionada por un desastre natural suelen experimentar más problemas mentales que aquellas que pudieron evacuar.
“Claro, lo que hace que los desastres naturales sean distintos a muchos otros eventos traumáticos, además, es que tu hogar queda destruido”, dice Cougle.
Por eso, varios expertos dicen que en el momento de regresar a casa y enfrentarse realmente con lo que pasó, la devastación sobre su hogar, las víctimas pueden volver a traumatizarse. Aunque es poco frecuente que necesiten tratamiento y la mayoría se recuperan solos.
De hecho, en medio de las nubes más negras, algunos incluso encuentran inesperados resquicios de esperanza.
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Crecimiento postraumático
Un estudio realizado con las víctimas del huracán Katrina primero un año después del desastre y luego a tres años del mismo encontró que la salud mental de cerca del 5% mejoró después de esa experiencia.
Muchos de los que sufrían de angustia severa y estrés recurrente antes del huracán, años después mantienen niveles muy bajos de ambas condiciones.
Ese fenómeno –cuyas razones todavía no han podido ser explicadas por los científicos– es llamado como de “crecimiento postraumático”.
Podría estar relacionado con que el desastre natural obligó a las personas a acudir por primera vez a un servicio de salud mental, en el que además trataron vulnerabilidades y problemas anteriores.
También se podría asociar con que la necesidad de buscar un nuevo hogar y comenzar de cero llevan a aprovechar nuevas oportunidades educativas, laborales o afectivas.
Según el estudio, el crecimiento postraumático es un “fenómeno intuitivo” en el que las víctimas de un desastre natural, por ejemplo, crecen como personas “ya sea sintiéndose más fuertes, sintiendo que tienen nuevas oportunidades en sus vidas, que sus relaciones mejoraron o que tienen mayor conexión con dios o una nueva espiritualidad”.
Los más vulnerables
Las mujeres son más vulnerables a sufrir trastorno de estrés postraumático que los hombres, según los expertos.
En la categoría de los más vulnerables a los daños psicológicos de un desastre natural están también los niños, los ancianos y las personas con menores recursos. Así como las minorías raciales y étnicas.
Lo fundamental, dicen todos los expertos, es no culparse por sentirse triste, angustiado, ansioso o estresado, pues son procesos normales después de un evento traumático. Tampoco hay que temer a buscar ayuda profesional.
Si no buscas la ayuda de especialistas, corres el riesgo de seguir sintiendo esos síntomas varios años después y pones en riesgo tu salud general.
También se recomienda tratar de volver a la rutina normal lo más rápido posible, así como dormir bien y descasar lo suficiente, hacer ejercicio y comer saludablemente.