El uso de antibióticos para tratar la gripe es una de las máximas confusiones en torno a esta afección vírica. Al tratarse de una infección, en la que el paciente padece fiebre alta, dolor de cabeza, malestar general y dolor muscular y articular, se ha vuelto habitual en muchos casos tomar antibióticos. Sin embargo, es un grave error.
“Los antibióticos no solo no están indicados sino que pueden enmascarar otro tipo de problemas. Los síntomas de la gripe acabarán cediendo por sí solos”, apunta el Dr. José Javier Varo Cenarruzabeitia, director del Servicio de Urgencias de la Clínica Universidad de Navarra.
Los antibióticos combaten las infecciones producidas por bacterias y no por virus. Tomarlos cuando se padece una gripe no solo no va a curarla, sino que puede crear en el paciente una resistencia al medicamento que lo volverá ineficaz cuando realmente sea necesario.
La gripe, al igual que un resfriado, no tiene una receta específica. No hay una pastilla o jarabe que la cure. Los síntomas más agudos, como la fiebre alta o el dolor de cabeza, se pueden paliar con Ibuprofeno o Paracetamol. Para lo demás, reposo en cama. Ese es el consejo del Dr. Varo, que añade que el antibiótico puede ser prescrito debido a otras afecciones que puedan surgir al mismo tiempo. “Un hecho que lo determinará siempre el facultativo”, recalca.
Entonces, ¿qué podemos hacer ante la gripe?
“Los cuidados fundamentales, además de la vacunación, son dos. Uno es el lavado de manos frecuente tanto para no contraerlo como para no contagiarlo. Y, dos, aquel que esté contagiado que haga un pequeño aislamiento respiratorio, es decir, tener cuidado hacia dónde se tose, se habla, guardar una cierta distancia con la gente”, aconseja. Otras sencillas pautas son: abrigarse adecuadamente, ventilar muy bien las estancias y no abusar de la calefacción.
Sin embargo, y como indica el especialista de la Clínica Universidad de Navarra, la mejor medida para prevenir la gripe es la vacuna antigripal. La campaña de vacunación ya ha comenzado en distintas Comunidades Autónomas de cara al próximo invierno. En la última estación del año es cuando puede volverse pandémica y se extreman los controles. Se dirigen especialmente a aquellos grupos de riesgo: niños pequeños, mayores de 65 años, embarazadas, pacientes crónicos o con enfermedades cardíacas, pulmonares o inmunodeprimidos.
En la mayoría de los casos no vacunarse y contraer la gripe desencadenará en unos días de cama. No obstante, para los pacientes en riesgo puede provocar graves complicaciones en su estado de salud. El virus puede favorecer la aparición de neumonías, sobreinfecciones e, incluso, el fallecimiento. La gripe es a priori una enfermedad leve, pero si no se tienen en cuenta los consejos médicos puede volverse peligrosa.
Y, ¿cómo sé si tengo gripe o un resfriado?
Ambos se relacionan con el frío y tienen malestares similares, pero sus síntomas son diferentes. “Muchas veces se tiende a minimizar y a confundir estos términos. Un catarro tiene menos repercusión para la salud frente a una gripe que puede ser bastante intensa y durar unos siete días”, explica.
La gripe provoca fiebre elevada, dolor de cabeza, malestar general y dolor muscular y articular. La intensidad de sus síntomas y la potencialidad de su gravedad son mayores. Es por ello por lo que se puede necesitar interrumpir la rutina diaria y mantener un cierto reposo.
Mientras que el resfriado afecta a las vías respiratorias superiores, con congestión nasal, tos, dolor de garganta y cabeza y, en ocasiones, décimas leves de fiebre. En este caso, el estado general es bueno, por lo que se puede continuar con la rutina habitual.