Nota del Editor: Nic Robertson es el editor diplomático internacional de CNN. Las opiniones en este artículo pertenecen al autor.
(CNN) – Hay un nuevo orden mundial ¿y no ha llegado rápido?
Corea del Norte tiene armas nucleares y China observa el mundo mientras Estados Unidos pierde influencia mundial.
En una era en sintonía con el milenio, de las aplicaciones, de las entregas a domicilio en el día a día y donde que casi todo es al instante, la velocidad con la que ésta nueva realidad ha llegado no debería sorprender a nadie.
Sin embargo lo hizo. No solo porque una sacudida de esta magnitud rara vez ocurre en la geopolítica moderna, sino porque el hombre que la conduce, el presidente Trump, es un septuagenario con una pequeña inclinación por el liderazgo tradicional.
Sus deficiencias, que son múltiples y manifiestas para algunos e invisibles para otros, han tenido una presentación pública esta semana.
Los senadores Bob Corker y Jeff Flake dispararon una doble andanada de críticas.
Corker, sin usar la palabra, llamó a Trump un mentiroso: “Mucho de lo que dice probablemente es falso, objetivamente inexacto y la gente lo sabe”.
Horas después, Flake, en un elocuente y emocional discurso al Senado, hizo un llamado al cambio: “Es momento de que nuestra complicidad y nuestro acomodo de lo inaceptable termine”.
Para los críticos de Trump en casa, había esperanza de que el ataque pudiera equivaler a un asesinato político o que al menos pudiera herir a Trump por un asalto más prolongado más tarde.
Pero es Trump quien tiene la iniciativa. Las cartas políticas de Corker y Flake han sido marcadas. Sus deudas por la falta de lealtad al presidente serán pagadas. Al menos así es como los seguidores de Trump lo ven.
En el extranjero, sin embargo, es una historia diferente. No solo la preocupación obvia sobre hacia dónde va su presidencia, sino que la comprensión de que el caos venidero que Corker y Flake están señalando será tan malo como temían.
La denuncia de Flake sobre la diplomacia de Twitter de Trump es un presagio: “las alianzas y acuerdos que aseguran la estabilidad del mundo entero están seriamente amenazadas por el nivel de los pensamientos que cabe en 140 caracteres” y las advertencias de Coker sobre las consecuencias de las mentiras de Trump: “Desafortunadamente los líderes mundiales están muy al tanto de que lo que dice no es verdad”.
En el caso del Reino Unido, antiguo socio de Estados Unidos en la llamada “relación especial”, la advertencia de Flake y Corker de que el presidente no es confiable, tiene un tono demasiado familiar.
En junio pasado, seguido a los mortales ataques terroristas en el puente de Londres, el alcalde de Londres, Sadiq Khan dijo a los ciudadanos que verán más policías en las calles, pero que no había razones para sentirse alarmados. Poco después, Trump, quien tuvo una disputa con Khan a principio de año, tuiteó “Al menos 7 muertos y 48 heridos en un ataque terrorista y el alcalde de Londres dice que ‘no hay razones para estar alarmados’”.
La oficina de Khan educadamente insinuó que el presidente de Estados Unidos, en el mejor de los casos, no estaba en posesión de los hechos o en el peor de los casos, era intencionalmente ignorante. Un portavoz de Khan dijo que “tenía cosas más importantes que hacer que responder al tuit mal informado de Donald Trump, que deliberadamente saca de contexto sus expresiones”.
La semana pasada Trump intentó un truco similar, nuevamente a expensas de Gran Bretaña. Una reciente estadística delictiva muestra un incremente de 13% de los crímenes contra personas. Trump siguió con su propia versión de la noticia y sugirió que el aumento del 13% tuvo algo que ver con la “expansión del terrorismo islámico radical”. No es así.
Hay tantas veces en que un líder podría querer molestar a un aliado valioso, pero en setiembre pareció ir muy lejos, lo que llevó a la primera ministra británica Theresa May a retroceder.
Qué poco británico. Pero así de mal están las cosas.
Luego de que un atacante intentara detonar un balde plástico con explosivos en un tren que viajaba repleto con destino al centro de Londres, Trump tuiteó que hubo “otro ataque en Londres por parte de un terrorista perdedor”, agregando que “estas son personas enfermas y dementes que estaban a la vista de Scotland Yard (Policía de Londres)”.
El problema fue que en su momento Trump tuiteó tan confiado que este era un ataque terrorista y que las autoridades sabían quien era el perpetrador, cuando el incidente todavía estaba siendo investigado por la policía.
Theresa May salió al paso calificando el tuit de Trump “de poca ayuda”. No mencionó Trump por nombre, pero no era necesario, todos sabían.
Es la idea de que la persona más poderosa del mundo no inspira confianza, lo que hace que las palabras de Flake y Corker resuenen alrededor del mundo. Y es lo que da a los aliados de Estados Unidos palpitaciones y a sus enemigos aperturas para explotar.
Sea en Moscú, Beijing, Teherán o Pyongyang, las mentiras de Trump son una posición segura para sus ambiciones.
Moscú está recibiendo más reconocimiento como poder mundial. Beijing está recibiendo el espacio geopolítico para fortalecer su crecimiento y alcance global. Mientras tanto Teherán puede disminuir la influencia de Estados Unidos en Medio Oriente. Y Pyongyang, por supuesto, podría rápidamente convertirse en un aceptado poder nuclear.
Cuando Corker acusó a Trump de “romper relaciones alrededor del mundo que han sido útiles”, se refería a la disposición de los aliados tradicionales de Estados Unidos de mantenerse del lado de Trump.
Desde la negativa de Trump de ratificar el acuerdo nuclear con Irán, todos los demás dignatarios, aliados de Estados Unidos como Francia, Alemania, Reino Unido e incluso enemigos como Rusia y China, se han unido para advertir a Trump que no lo haga.
Irán no se ha mantenido en silencio. Este jueves, el líder supremo ayatolá Ali Khamenei advirtió al primer ministro de Irak Haider Abadi de no confiar en Estados Unidos: “Deberías tener cuidado con la malicia de Estados Unidos y nunca confiar en ellos”. Le dijo igualmente que Estados Unidos era responsable de crear a ISIS.
Es un mensaje cuidadosamente diseñado para alentar a los iraquíes a expulsar la influencia estadounidense de Bagdag y reemplazarla por la influencia iraní. Estados Unidos necesita a sus aliados para ganar esa batalla.
Corker y Flake han puesto de manifiesto que la capacidad de Trump para ser el líder del mundo libre está en declive.
Sus secretarios de Estado y de Defensa han recorrido miles y miles de kilómetros esta semana, reuniéndose con aliados, haciendo amigos y construyendo el tipo de relación que Estados Unidos necesita para mantener su lugar en el mundo y mantener los sueños de Trump de los empleos estadounidenses en la pista.
Cuando vuelvan a casa, el mundo estará mirando, recordando lo que Trump hizo a su Secretario de Estado Rex Tillerson el mes pasado: después de viajar a Beijing para hablar sobre las contención a las ambiciones nucleares de Kim Jong Un, Trump dijo a Tillerson que estaba perdiendo el tiempo.
Puede que nunca sepamos todas las consideraciones que el presidente Xi Jing Ping sopesó antes de anunciar la nueva política exterior de China esta semana, pero sería un diplomático imprudente, si descartaba el cálculo basado en la imperfecta curva de aprendizaje de Trump.
En la Casa Blanca, la lección aprendida esta semana parece ser que los republicanos no pueden criticar a Trump. Durante conferencia de prensa, las críticas cuidadosamente matizadas de Corker y Flake han sido desechadas, como el sonido de senadores inelegibles.
Las preguntas legítimas de los reporteros sobre Corker y Flake fueron acalladas en hostiles conferencias de prensa.
Para muchos fuera de Estados Unidos, esto no se ve como un líder fuerte que está en control. En su lugar, parece un gobierno que se deja llevar por la política de la arrogancia, que no expresa humildad y que aparentemente no aprende lecciones.