(CNN) – Pequeños trozos de pergamino inscritos en pequeñas letras hebreas. Parecen países cortados de un mapa, o piezas perdidas de un rompecabezas que nadie podría resolver.
Algunos estudiosos dicen que son fragmentos de famosos Manuscritos del Mar Muerto, textos judíos que datan de los días de Jesús. Otros sospechan que son falsificaciones costosas que quieren engañar a los evangélicos estadounidenses, incluyendo a la familia detrás del nuevo Museo de la Biblia en Washington.
Hace unas semanas, mientras el museo se preparaba para su gran evento de apertura, los trabajadores ponían los toques finales en los cinco pisos de la exhibición. Ensamblaron un paseo de realidad virtual por todo Washington, lavaron las ventanas cuya vista da al Capitolio y conectaron pantallas interactivas que serpenteaban en el museo de 40 mil metros cuadrados.
La exhibición del museo de los Manuscritos del Mar Muerto no fue tan fácil de concretar.
Con un costo de 500 millones de dólares, el Museo de la Biblia representa una gran inversión por parte de sus fundadores evangélicos, particularmente para la familia Green. Dependiendo de tu código postal, puede que conozcas a los multimillonarios de Oklahoma mejor conocidos por su cadena de tiendas de artesanía Hobby Lobby, o por la batalla por la libertad religiosa con el gobierno de Obama.
En todo caso, el objetivo del museo de la Biblia es el mismo, dice Steve Green, su fundador y presidente.
“Espero que, mientras la gente viva aquí, se inspire en conocer la historia de la Biblia por sí misma”, dice él.
Los Manuscritos del Mar Muerto son una importante parte de la historia, dice Green. Cerca de 2.000 años después ellos testifican la fiabilidad de la Biblia, de las verdades eternas de las Escrituras.
Pero Arstein Justnes, profesor de estudios bíblicos de la Universidad de Agder en Noruega, dice que los fragmentos de los Green dicen una historia muy diferente. Se trata de escándalo en el mundo de las antigüedades bíblicas.
En su sitio web, The Lying Pen of Scribes, académicos y científicos han identificado más de 70 fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto que han emergido en el mundo de las antigüedades desde 2002. Noventa por ciento de esos son falsos, y han acaparado los titulares de la prensa mundial en 2012.
Si Justnes y otros académicos están en lo correcto, las falsificaciones del Mar Muerto podrían ser unas de las más significativas vergüenzas en la historia de la arqueología desde el Evangelio de la Esposa de Jesús, un fiasco que engañó a un erudito de Harvard e hizo noticia en todo el mundo en 2012.
Steve Green no dice mucho de cuánto su familia gastó por los 13 fragmentos. Pero otros evangélicos, incluyendo un seminario Bautista en Texas y un colegio evangélico en California, han pagado millones por la compra de piezas similares de Manuscritos del Mar Muerto.
Algunos académicos creen que son falsos.
Kip Davis, un experto en Manuscritos del Mar Muerto de la Universidad Trinity Western de Canadá, es uno de los varios académicos que tratan de alertar a los cristianos, incluyendo a la familia Green, sobre las falsificaciones.
“El movimiento evangélico realmente se la está jugando aquí”, dice.
‘Están comprando todo’
Es difícil de exagerar lo importante que son los Manuscritos del Mar Muerto para la arqueología bíblica.
“Cualquier museo bíblico de buena reputación casi que debe tener Manuscritos del Mar Muerto”, dice David Trobisch, director de colecciones del Museo de la Bilbia.
Antes de que los manuscritos fueran descubiertos hace 70 años, la versión más antigua y completa de la Biblia Hebrea era del siglo IX.
Pero entonces los monjes Bedouin se tropezaron con los Manuscritos, escondiéndolos por cerca de 2.000 años en cuevas de Qumran, en el lado oeste de la costa del Mar Muerto.
El descubrimiento fue tan grande, de más de 900 manuscritos y un estimado de 50.000 fragmentos, que les tomó seis décadas a los académicos excavar y publicarlos todos.
La Autoridad de Antigüedades de Israel mantiene un fuerte control sobre la mayoría de los Manuscritos del Mar Muerto, mostrándolos únicamente en el Santuario del Libro de Jerusalén. Durante décadas, fue casi imposible para coleccionistas privados tener en sus manos siquiera los restos del popular hallazgo arqueológico.
Pero en 2002, nuevos fragmentos empezaron a aparecer misteriosamente en el mercado. Los Green compraron sus fragmentos entre 2009 y 2014. En ese momento, estaban profundamente involucrados en el comercio de antigüedades, amasando una colección de 40.000 artefactos.
Algunos académicos acusaron a los Green de comprar muchos artefactos demasiado rápido, sin estar seguros de dónde exactamente vinieron, o quién los había tenido en el pasado.
“Hicieron ampliamente que estaban comprando de todo”, dice Joel Baden, profesor de la escuela Divinity en la Universidad de Yale, quien es coautor del libro Bible Natio”, un nuevo autor sobre los Greens.
“Incluso los vendedores de antigüedades sabían que los Green estaban comprando todo y no hacían preguntas sobre nada”, agrega.
Eventualmente, los Green cayeron en la mira del Departamento de Justicia, que dijo que su compañía, Hobby Looby, había recibido miles de artefactos de contrabando.
La compañía ha alertado que comprar esos artefactos que probablemente son de Iraq conlleva el riesgo de que hayan sido saqueados, dijo el Departamento de Justicia.
Pero Hobby Lobby aún así compró 5.500 objetos por 1,6 millones de un vendedor de Emiratos Árabes Unidos. En algunos formularios de aduana, los contrabandistas enlistaron los artefactos como “baldosas de cerámica” y estimaron que valían un dólar por ítem, dijeron los fiscales.
Hobby Lobby acordó pagar 3 millones de dólares y regresar los artefactos como parte de un trato con el Departamento de Justicia.
“Debimos haber ejercido más supervisión y cuestionar cuidadosamente cómo se manejaron las adquisiciones”, dijo Steve Green, quien, además de ser el presidente del Museo de la Biblia, también es presidente de Hobby Lobby.
Green también dice que el Museo de la Biblia no estuvo involucrado en el escándalo de contrabando.
Pero el mes pasado en una conferencia de prensa en el museo, Trobisch dijo que algunos de los objetos confiscados habían sido destinados a una exposición sobre la escritura en la historia antigua. El museo tuvo que tomar prestados artefactos de otra colección en su lugar.
Y en la misma conferencia de prensa, el Museo reveló políticas de adquisición más radicales. Pero algunos académicos —incluso aquellos contratados por los Green— aún tienen preguntas sobre los artículos que ya están en la colección del Museo, incluyendo los fragmentos de los Manuscritos del Mar Muerto.