(CNN Español) – Edgar Narváez supo que había una nueva prueba de supervivencia de su hermana secuestrada en Malí tras una llamada de un periodista. Narváez y su familia pasaron 6 meses de incertidumbre desde la primera vez que tuvieron noticia de Gloria Cecilia Narváez Argoty, una religiosa franciscana colombiana de 56 años, que fue secuestrada por un grupo afiliado a al Qaeda en Africa oriental en febrero de 2017 al sur de Malí.
Narvaez confirmó que la persona que aparece en el video es su hermana.
“Ayer tarde lo miramos y con mucha alegría, con mucho entusiasmo, con mucha aspiración de que ojalá la hermana vuelva pronto acá”, le dijo a CNN en Español. “La hermana está fuerte, está un poquito quemada por el sol porque quema muy fuerte por allá, pero ella es una mujer muy dura, muy fuerte y gracias a Dios está bien”.
Narváez fue misionera cerca de la frontera con Burkina Faso durante seis años, antes de ser secuestrada el 7 de febrero de 2017. Ella fue secuestrada en la aldea de Karangasso, al sur de Malí, según informó la Cancillería de Colombia.
Karangasso es “una parte relativamente segura del país, y casi que no ha sido afectada por los ataques islamistas”, dice la página World Watch Montor, una página que “informa la historia de cristianos de todo el mundo bajo presión por su fe”.
Un video que dura casi cinco minutos, titulado “A un año de mi cautiverio”, y grabado bajo presión de sus captores, muestra a Narváez en cautiverio en una zona desértica, sentada frente a una fogata. La religiosa luego aparece en cámara enviando un mensaje directo al papa: “Al papa Francisco le pido que me ayude hasta alcanzar mi libertad y que haga lo imposible por liberarme”. Antes de terminar su mensaje, la religiosa le pide a su familia en Colombia que hagan todo lo que puedan por liberarla.
El Vaticano y el Gobierno colombiano no se han pronunciado sobre el caso hasta el momento.
Una vida dedicada al servicio
Gloria Cecilia Narváez Argoty siguió la vocación de servirle a Dios hace unos 30 años. Según su hermano, ella empezó evangelizando a niños de la comunidad de San Felipe, en Pasto, una ciudad a unos 800 kilómetros al suroeste de Bogotá.
Desde allí “sintió la vocación de Dios”, dice él, “y fue ascendiendo poco a poco en la Orden de las Franciscanas hasta llegar a ser profesora y luego rectora de un colegio en Pasto”. La religiosa viajó a Quito, viajó a Suiza; volvió a Colombia y decidió irse a Benín, África, donde estuvo por 12 años evangelizando, le cuenta Édgar Narváez a CNN en Español.
“Ella era muy viajera, le gustaba mucho viajar”, recuerda. “Nosotros queríamos que se quedara en Colombia, pero no, la misión de ella era [ser] evangelizadora, ayudar a los hermanos pobres y se fue para Malí. Allí sucedió lo que sabemos”.
Desde la noticia de su secuestro, “la Cancillería de Colombia ha trabajado para lograr su liberación en Malí”, dice un comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de julio del año pasado.
Además, la Policía Nacional, a través del Grupo Antisecuestro y Antiextorsiones, Gaula, buscan la liberación de la religiosa trabajando en conjunto con las autoridades de Malí, según Cancillería.
Pero la incertidumbre para la familia es aún más grave, pues ella no solo está secuestrada, sino en un país muy lejano “y con un grupo terrorista, el más peligroso que hay en el mundo”, dice el hermano, “entonces eso es muy difícil”.
La ironía está en que aunque el departamento de Nariño (donde vive la familia de la monja) ha tenido una histórica presencia de grupos armados ilegales —FARC, ELN y paramilitares, según la Fundación Paz y Reconciliación, que monitorea el conflicto armado en Colombia—, ni la religiosa ni su familia fueron víctimas de actos terroristas en el país como ahora lo están siendo a miles de kilómetros de distancia.
“No lo vivimos acá en Colombia pero lo vivimos por fuera”, agrega Narváez.
Pero ante la adversidad, la esperanza sigue y las oraciones se han vuelto el bastón de su familia, según dice Édgar Narváez.
“Se ha sabido conllevar con las oraciones de Dios y con la alegría, la fuerza y la mentalidad que tiene mi madre para soportar esto, porque ha sido muy difícil”. dice.
La familia de la religiosa franciscana sigue esperando su liberación y se unen al llamado de Gloria Cecilia para pedirle al papa Francisco que intervenga en su liberación.