Hollywood (CNN Español) – Las alfombras rojas de la reciente temporada de premiaciones en Hollywood registraron este año un giro radical cuando la muy predecible pregunta de “¿Quién te vistió?” fue reemplazada por “¿Qué opinas de movimientos como ‘Me Too’?”.
Si bien la moda tuvo que ceder su espacio a declaraciones de tipo sociopolítico, las estrella descubrieron que a través de su ropa también podían fijar su posición frente a temas como el del abuso. En ese sentido, la figura del ‘estilista’ sigue siendo tan poderosa para una estrella como lo puede ser su equipo de relaciones públicas o cualquiera de sus representantes.
Durante los últimos ocho años, la publicación The Hollywood Reporter ha compilado una lista de los estilistas más poderosos de la industria del entretenimiento. Tan poderosos que hasta aparecen al lado de sus famosos clientes en las portadas dedicadas a ellos.
Definamos primero la palabra estilista porque si bien en América Latina se refiere a aquella persona que se dedica a trabajar con el cabello de las personas, conocidos también como peluqueros, aquí en Hollywood —y cada vez en más lugares— ese término describe el trabajo de individuos que ayudan a definir el estilo e imagen de las personas.
En una ciudad como Los Ángeles, donde las prendas de vestir favoritas de los famosos suelen ser jeans (ojalá rotos), zapatos deportivos (ojalá sucios) y camisetas (playeras en México y remeras en Argentina), la alfombra roja se convierte en un espacio donde los artistas dejan de ser simples mortales y se transforman en estrellas inalcanzables y, con suerte, en la mejor vestida.
Es ahí donde la figura del estilista brilla, aunque de forma anónima para el espectador común, pero que con listados como el del Hollywood Reporter, nos revela quiénes son en realidad los responsables de que actrices como Margot Robbie, Nicole Kidman y Saoirse Ronan sean hoy consideradas tres de las mejor vestidas en la pasada temporada de premiaciones.
Si bien la moda es una extensión de ese arte y oficio que es el diseño, el tema suele ubicarse en las secciones ‘light’ de las revistas o los programas de televisión cuando en realidad se trata de una industria que mueve millones y millones de dólares y que ahora se está utilizando como una declaración política.
Este año, en las galas de premios como el Bafta y el Globo de Oro, las estrellas fueron todas vestidas de negro en señal de apoyo a las víctimas del acoso sexual, pero también vimos accesorios como cintas, broches y flores representando esa solidaridad. Al terminar la velada, las revistas volvieron a hacer sus listados de mejor y peor vestidos y de ahí que el papel del estilista siga siendo considerado muy necesario.
Kate Young, por ejemplo, ocupa el número uno de ese Top 25 de estilistas del Hollywood Reporter y entre sus clientas figuran Selena Gómez, Natalie Portman y Margot Robbie. Esta última estuvo nominada al Oscar a mejor actriz por la película I, Tonya y esa noche fue presentada como la nueva cara de la casa Chanel. Alianzas de ese tipo pueden representar millones y millones de dólares en el bolsillo de una estrella.
¿Cómo se mide entonces la importancia de uno de estos expertos en temas de estilo e imagen? Young, dice el Hollywood Reporter, generó mil millones 300.000 impactos en redes sociales por su trabajo con Margot Robbie durante la semana del Oscar. Además, sus clientas están relacionadas directamente con marcas de lujo —como Michelle Williams y la firma Louis Vuitton— que suelen estar entre las más buscadas por los usuarios de Google.
En el caso de Margot Robbie, la actriz también ocupó el primer lugar en Instagram entre las celebridades del Oscar que más ruido generaron en esa red social. El vestido, por cierto, le habría tomado 550 horas de elaboración a su diseñador, Karl Lagerfeld, y al que supongo fue un ejército de costureros.
En el caso de una estilista como Julia von Boehm, tener a una clienta como Nicole Kidman, que además de gran actriz tiene el porte de una modelo de pasarela y se distingue por un estilo poco convencional, le permite también un inmediato acceso a las nuevas colecciones de las casas de moda. Para muchos, Kidman, con un vestido azul de Armani Privé, fue la mejor vestida en la reciente entrega del Oscar y ni siquiera estaba nominada.
El negocio de los estilistas también se ha extendido al mundo de los caballeros. Quizá el movimiento ‘metrosexual’ ayudó a que ellos no tuvieran miedo de querer estar a la moda, liberándolos del tradicional traje o esmoquin negro al que estuvieron atados durante décadas.
Según Jeanne Yang, quien este año trabajó con el actor Armie Hammer —cómo olvidar ese traje en terciopelo rojo que lució en el Oscar—, la figura del estilista se oficializó a finales de la década de los 90 cuando ella de hecho trabajó con todo el elenco de la película The Matrix.
Entre los desafíos que estos estilistas deben enfrentar está el de tener que lidiar no solo con la opinión de las estrellas que visten, sino también con las de sus agentes o sus novios. La recompensa tampoco es grande. Según uno de estos estilistas, los estudios solo pagan un promedio de mil dólares por cada look que presenten. La mayor satisfacción seguirá siendo entonces que su cliente figure en las listas de los mejor vestidos o que quiera trabajar de por vida con ellos.