(CNN) – “Todo parecía confuso ese día”, dice Becky Savage. “Tu mente realmente no está preparada para procesar algo tan extremo”.
El día que describe Savage es el 14 de junio de 2015.
Sus dos hijos mayores, Nick y Jack, estaban celebrando en fiestas de graduación de secundaria la noche anterior. Los chicos llegaron a casa hacia las 12:30 de la noche y saludaron a su mamá, que los había estado esperando.
A la mañana siguiente, mientras Savage estaba recogiendo la ropa sucia en la habitación de Jackson, notó que él no se movía cuando intentó despertarlo.
“No respondía. Llamé al 911 y recuerdo haberle gritado a Nick que viniera, pero él nunca vino”, dijo.
Nick, su hijo mayor, estaba durmiendo en el sótano con sus amigos.
Los servicios de emergencia llegaron y trataron de resucitar a Jack, y luego Savage notó que uno de los equipos había bajado al sótano.
“No tenía idea de qué estaban haciendo en nuestro sótano. Y luego recuerdo que uno subió y pidió un forense. Eso es lo último que recuerdo de ese día”.
Consecuencias trágicas
Ambos fueron declarados muertos. Ambos habían sufrido una sobredosis accidental de hidricodona y alcohol. Alguien en alguna de las fiestas de graduación les había repartido píldoras prescritas. Savage dice que sus hijos nunca tuvieron problemas con drogas o alcohol. Ellos tomaron una “mala decisión que desafortunadamente les costó la vida”.
Al año siguiente, la familia Savage —Becky, su esposo Mike y los dos hijos menores, Justin y Matthew— trabajaron en su recuperación y trataron de juntar las piezas. Ellos no hablaban de su pérdida públicamente hasta que Becky fue invitada a hablar en el ayuntamiento local sobre el consumo de alcohol a temprana edad.
“Nunca había hablado en público antes y me aseguraron que podría haber entre 15 y 20 personas allí. Entonces, acepté hacerlo, y más de 200 personas llegaron. Estaba abrumada”.
Ahí fue cuando la familia se dio cuenta del impacto que podría tener su historia en los demás.
Mantener viva la memoria
Después de su primera charla llegaron más invitaciones de este tipo. La familia Savage decidió volver su tragedia en una fuerza positiva.
Entonces crearon la 525 Foundation, nombrada así en honor a los números que Jack y Nicky usaban en sus camisetas de hockey: 5 y 25, respectivamente. El objetivo era compartir su historia y prevenir “que otra familia tuviera que soportar el dolor” que ellos sufrieron.
Savage estima ahora que ha hablado frente a 2.300 estudiantes. Ella fue invitada a testificar ante la Comisión del Senado de Estados Unidos que tuvo que lidiar con la crisis de opioides. La determinada madre espera influenciar a los legisladores para que creen normas más estrictas en cuanto a la prescripción de medicamentos. También quiere difundir conciencia sobre el abuso de medicamentos.
“Les habíamos hablado a nuestros hijos sobre el consumo de bebidas alcohólicas, pero nunca les hablamos sobre las drogas prescritas, porque nunca estuvieron en nuestro radar”, dice.
Mientras la familia Savage continúa difundiendo su mensaje, se ha dado cuenta que no está sola.
“En diferentes comunidades, aún hay gente que no está consciente de los peligros. Después de que terminé de hablarles, lo primero que dijeron es que iban a ir a casa y limpiar sus botiquines”.
Llevando el mensaje a las calles
Una de las maneras más grandes en que la familia Savage y la 525 Foundation están haciendo la diferencia es tratando de ayudar a limpiar su propia comunidad. Ellos se han aliado con las autoridades locales para organizar entregas de píldoras y que la gente pueda deshacerse de manera segura de los medicamentos recetados no utilizados para evitar que caigan en manos equivocadas.
Después de solo tres eventos de estos, recolectaron más de 680 kilogramos de píldoras.
“Si piensas cuánto pesa una píldora, muchísimas píldoras fueron recolectadas. Y cuando piensas que una de esas píldoras puede llevarse una vida, eso podría salvar muchas vidas”.
Savage espera instalar muy pronto cajas permanentes para tirar píldoras en toda su comunidad. Entre tanto, continúa difundiendo su mensaje para proteger a otras familias y mantener viva la memoria de sus hijos.
“Al contar su historia, todavía pueden marcar la diferencia en la vida de los demás. No puede haber un objetivo mejor que ese”.