(CNN Español) – La violencia que desangra a Brasil logró imponer su propia marca histórica en 2016: por primera vez, la tasa de homicidios llegó a las 30,3 víctimas por cada 100.000 habitantes. Cifra que, en términos totales, equivale a 62.517 asesinatos durante ese año o a 30 veces lo observado en Europa en el mismo periodo. Para entenderlo mejor: es lo suficiente para llenar más de dos tercios del estadio Camp Nou, el más grande del viejo continente. Pero la impactante radiografía del crimen, retratado por el informe Atlas de la Violencia 2018, no para ahí.
Según el reporte, publicado este martes y realizado por Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea) y por el Foro Brasileño de Seguridad Pública, entre 2006 y 2016, 553.000 personas fueron asesinadas. En palabras del Ipea, estas cifras “revelan la premura de acciones efectivas por parte de las autoridades públicas para revertir el aumento de la violencia”.
Una violencia que data de década atrás, pues entre 1980 y 2016 aproximadamente 910.000 víctimas fallecieron a manos de las armas de fuego en Brasil. “Una verdadera carrera armamentista que venía sucediendo desde mediados de los años de 1980 y que sólo fue interrumpida en 2003, con la sanción del Estatuto del Desarme. En 2003, el índice de muertes por armas de fuego era del 71,1%, el mismo registrado en 2016”, explicó el Ipea.
En la misma línea, un informe publicado en mayo de 2017 por el Instituto Datafolha detalló que uno de cada tres brasileños es pariente o amigo de una víctima de asesinato en ese país. El estudio detalló que al menos unos 50 millones de brasileños mayores de 16 años perdieron a un familiar o conocido por causa de un homicidio o “latrocinio” (robo seguido de muerte). La cifra representa una gran parte de la población de ese país que en julio de 2016 ascendía a unos 205, 8 millones de habitantes.
Para 2015, Brasil ya ocupaba el séptimo lugar en la lista de los países con más homicidios por cada 100.000 habitantes, según cifras de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito citadas por el Banco Mundial.
Y los jóvenes, de acuerdo al más reciente informe, parecen ser las principales víctimas de la violencia: 33.590 de ellos entre los 15 y 29 años, fueron asesinados en 2016. Eso representa más de la mitad de los homicidios registrados para ese año. “La victimización por homicidio de jóvenes en el país es un fenómeno denunciado a lo largo de las últimas décadas, pero que permanece sin la debida respuesta en términos de políticas públicas que efectivamente vengan a enfrentar el problema”, señaló el reporte.
La desigualdad racial también está en los crímenes
Otro de los hallazgos del Atlas de la Violencia tiene que ver con la raza o color de piel de las víctimas. De las personas víctimas de homicidio en 2016, el 71,5% eran negras o pardas. Además, para ese mismo año, la tasa de homicidios de negros fue dos veces y media mayor a la de no negros: 40,2% versus 16%. Ahora, cuando se extiende el periodo analizado y se toma la década entre 2006 y 2016, la tasa de homicidios entre las personas negras creció un 23,1%, mientras que la de los no negros se redujo un 6,8%.
De ahí que el informe concluya que “la desigualdad racial en Brasil se expresa de modo cristalino en lo que se refiere a la violencia letal y las políticas de seguridad. Los negros, especialmente los hombres jóvenes negros, son el perfil más frecuente del homicidio en Brasil, siendo mucho más vulnerables a la violencia que los jóvenes no negros”. Y, añade el informe, esta población es justamente la principal víctima “de la acción letal del policía y el perfil predominante de la población prisional” del país.
¿Qué hacer entonces? El reporte sostiene que si se quiere reducir la violencia en Brasil es necesario reflexionar sobre las cifras. “Es sobre la base de evidencias como éstas que políticas eficientes de prevención de la violencia deben ser diseñadas y focalizadas, garantizando el efectivo el derecho a la vida ya la seguridad de la población negra”, indicó.
Los lugares con mayores y menores tasas de homicidios
Aunque entre 2006 y 2016 las tasas de homicidios variaron bastante en las diferentes regiones del país, denominadas unidades federativas, las mayores cifras se registraron en las siete zonas del Norte y Noreste: Sergipe (64,7 por cada 100.000 habitantes), Alagoas (54,2), Rio Grande del Norte (53,4), Pará (50,8), Amapá (48,7), Pernambuco (47,3) y Bahía (46,9). “Entre los 10 estados donde la violencia letal creció en el período analizado, están Rio Grande de Sul y nueve pertenecientes a las regiones Norte y Noreste”, añadió.
En marzo pasado, tres ciudades de Brasil entraron en el top 10 de las más peligrosas del mundo, según el ranking del Consejo Ciudadano Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. En el cuarto lugar, únicamente superada por Los Cabos (México), Caracas y Acapulco, se ubicó Natal, justamente la capital de Rio Grande del Norte. En séptimo lugar quedó Fortaleza, capital del estado de Ceará, al noreste del país y en el décimo Belém, capital de Pará.
Ahora, el Atlas de Violencia indicó que en São Paulo la tasa de homicidio cayó durante esa década en un 46,7%. De hecho, desde 2000 ha mantenido la reducción en los asesinatos. En el caso de Río de Janeiro, las tasas venían disminuyendo desde 2003, pero en 2012 esa tendencia cambia “y en 2016 hubo un fuerte crecimiento de los índices”.
Las mujeres están en la mira
Los asesinatos de mujeres aumentaron un 4,6% entre 2006 y 2016. Para ese último año, 4.645 mujeres fueron víctimas de homicidios. Pero, la situación más crítica para ellas está en el estado de Roraima que alcanzó una tasa de 10 homicidios en mujeres por cada 100.000. “En 20 Unidades de la Federación, la violencia letal contra mujeres negras creció en el período estudiado, y los peores desempeños ocurrieron en Goiás y en Pará”, añadió el informe.
Pero no solo las están matando: también las violan. El Atlas de la Violencia incluyó los registros administrativos para este delito y encontró que las policías del país consignaron 49.497 casos de violación únicamente en 2016, mientras que en el sistema de salud el número llegó apenas a los 22.918 incidentes. Sin embargo, advierte el Ipea, las dos bases de información “poseen un gran subregistro”.