(CNN) – Rusia 2018 será la XXI Copa del Mundo. Los 20 torneos anteriores han arrojado una serie de momentos dramáticos y controversiales. CNN Sport selecciona 11 de ellos que continúan siendo mencionados hasta el día de hoy.
1966: el controvertido gol de Geoff Hurst: ¿cruzó la línea?
La edición de 1966 de la Copa del Mundo ofreció una final en Wembley, el hogar espiritual del fútbol. Alemania Occidental abrió el marcador antes de ser detenido por Inglaterra, que luego pasó a tomar la ventaja. Alemania regresó valientemente para igualar tarde, convirtiendo el marcador en 2-2 y enviando el juego al tiempo extra. Y luego vino la controversia.
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Corriendo hacia Alan Ball, Geoff Hurst de Inglaterra controló el balón y disparó alto, superando al arquero pero golpeando el travesaño. La pelota rebotó hacia abajo, por lo que es prácticamente imposible saber si cruzó la línea. Las manos de ambos lados se alzaron y se produjeron unos minutos tensos, con el juez de línea soviético, Tofik Bakhramov de Azerbaiyán, primero negando el gol y luego, tras consultar con el árbitro, aceptándolo
Después de eso, desinflados y con las piernas cansadas, los alemanes occidentales permitieron a Hurst correr el terreno de juego mientras los entusiastas partidarios de Inglaterra se abrían paso sobre los carteles publicitarios. El comentarista británico Kenneth Wolstenholme lo resumió cuando pronunció la famosa frase: “Algunas personas están en el terreno de juego. Creen que se acabó”, mientras que el inverosímil héroe del hat-trick, Hurst anotó un cuarto para Inglaterra.
El cuarto gol puso el partido por fuera del alcance de Alemania Occidental para siempre, sellando el trofeo de Jules Rimet para Inglaterra, en su tierra natal por primera y única vez.
1970: la frenética celebración de Pelé marca el tono contra Italia
Es quizás la imagen más duradera de la Copa del Mundo, por lo que es lógico que Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, quizás el jugador más asociado con la competencia, estuviera en el centro de todo.
En la final contra Italia en la Ciudad de México, Pelé, jugando en su tercera final de la Copa del Mundo, saltó para recibir una pase largo de Rivelino, y pareció quedar suspendido frente a la cancha antes de enviar con fuerza el balón a la malla.
Fue el gol número 100 de la Copa Mundial de la Seleção, y abrió el marcador en lo que en última instancia sería una derrota por 4-1 de Italia.
El No. 10, ampliamente considerado como el mejor jugador de la historia para adornar el juego, giró alegre antes de saltar en el aire y envolverse en un abrazo de oso por Jairzinho.
Muy lejos del suelo, lanza su puño tres veces en el aire, sonriendo ampliamente, antes de ser atacado por sus compañeros de equipo de Brasil, también generalmente considerado una de las mejores unidades en haber jugado en la competencia, en su camino hacia un tercer trofeo de Jules Rimet, con goles en la segunda mitad de Gerson, Jairzinho y Carlos Alberto.
El legado de Pelé quedó asegurado.
1974: Cruyff enciende la magia
El fútbol es un deporte de equipo, pero de vez en cuando hay un momento de brillantez individual que hace que todo el estadio -y el mundo- emita un suspiro colectivo.
Tal fue el caso en Dortmund en 1974, en un juego de grupo contra Suecia. Johan Cruyff, el voluble holandés, engañó a su oponente con un movimiento que llegaría a llevar su nombre: el giro de Cruyff.
El genio holandés, que atrapó con maestría el balón desde un pase adelantado, se enfrentó al defensor sueco Jan Olsson fuera del área de penalti. En un instante, amagó al sueco, arrastrando la pelota detrás de la pierna en la que estaba apoyado y haciendo una pirueta lejos del defensor y hacia la meta.
Olsson permaneció enraizado en el lugar, luchando por mantenerse en pie, sin duda pensando en lo que estaba pasando por las mentes de todos los demás en el estadio y viéndose como si se dijera: “¿Qué demonios acaba de pasar?”
El movimiento no dio resultado al final del día, pero llegó a definir el genio de un equipo holandés cuya filosofía de “Fútbol Total” de alto concepto llegó a revolucionar el deporte.
Cruyff anotó tres goles en el Mundial de 1974, dos veces contra Argentina en la segunda ronda y luego contra Brasil en una victoria por 2-0 que envió a Holanda a la final donde fueron derrotados por la anfitriona Alemania.
1982: La falta de Schumacher en Battiston
La Copa del Mundo puede darnos momentos de belleza sublime, pero también tiene mucha capacidad para la fealdad.
Uno de estos momentos menos elogiados llegó en la semifinal de 1982 entre Francia y Alemania Occidental, un juego que siempre será recordado por el momento discordante cuando el portero francés Harald Schumacher derribó al sustituto francés Patrick Battiston.
A mitad de la segunda mitad, Battiston, camino a un gol tras un pase de Michel Platini, solo tenía que batir a Schumacher cuando fue aplastado por el portero alemán, que salió corriendo de su box para reclamar el balón. La colisión en el aire dejó al francés en el suelo, inconsciente. Los jugadores se apretujaron alrededor de su forma inerte, antes de que fuera retirado del campo.
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El alemán, que evitó ver la tarjeta roja y ha sido criticados por el incidente, se quedó de pie a un lado, estirándose, mientras el francés era llevado fuera del campo. La percepción de falta de interés en el bienestar de su oponente enfureció a los fanáticos franceses, que se burlaron de cada participación posterior del portero en el partido.
El partido eliminatorio finalizó 3-3 en una ruidosa noche en Sevilla, con Alemania avanzando solo después de unos penosos penales contra un contingente francés que aún se sacudía por el aterrador choque.
1986: La “mano de Dios” de El Diego… y el “gol del siglo”
Incluso los renegados que han abandonado este bonito juego saben sobre el infame incidente de la “mano de Dios”.
En el Mundial de México, en un momento en el que había tensiones entre Argentina e Inglaterra por el conflicto sobre las islas Malvinas (conocidas en Reino Unido como las Falkland), el estadio estaba listo para un encuentro feroz.
Si añadimos la grandilocuencia del genio de Diego Maradona y unos cuartos de final contra Inglaterra, siembre iba a haber un incidente. Y así sucedió.
Tras una primera parte frenética y de mal carácter en la que ambos equipos desperdiciaron ocasiones, Maradona vio una oportunidad unos minutos después de la reanudación. Un despeje mal encaminado se dirigía hacia la tierra y las manos del arquero inglés Peter Shilton cuando el diminuto argentino No. 10, que ya estaba en pleno apogeo, saltó para recibir al balón, golpeándolo lejos de Shilton y dentro de la red.
Un equipo horrorizado de Inglaterra cercó al árbitro, Ali Bin Nasser de Túnez, pero la primera controversia ya había comenzado.
Minutos después, casi como una penitencia tras la trampa evidente, Maradona se pasó a gran parte del equipo de Inglaterra y redondeó a Shilton para producir una pieza de habilidad individual tan sublime que, hasta el día de hoy, es ampliamente considerada el mejor gol de la Copa del Mundo.
Inglaterra logró recuperar una, pero fue demasiado poco, demasiado tarde, y las dos patadas muy diferentes de Maradona hicieron avanzar a la Albiceleste a semifinales y, finalmente, a la gloria de la Copa Mundial.
1990: la celebración de Roger Milla
Italia ’90 fue una de las ediciones con más clase de la Copa del Mundo, y definitivamente fue mejorada por las elegantes y caóticas celebraciones de la leyenda camerunesa Roger Milla.
Antes de su alegre baile con los dedos elevados junto a la bandera del córner o frente a los fanáticos, las celebraciones de gol tendían a ser asuntos desenfrenados y sin estructura.
Pero los cuatro goles de Milla con Camerún en la competición, en una carrera que llevó a los africanos a los cuartos de final (lo más lejos que ningún equipo africano había llegado hasta entonces), Milla puso clase y humor con su interpretación de un tango individual.
La carrera llevó a una victoria en el juego inaugural del Grupo B sobre una Argentina campeona que defendía su título, y una victoria sobre Colombia en los octavos del Mundial, en la que Milla, la estrella indiscutible del equipo camerunés (si no el torneo en su conjunto) desahució a otro personaje perdurable del torneo, el portero René Higuita, para anotar un segundo en el tiempo extra.
1994: el autogol fatal de Escobar
Otro recordatorio de que la Copa del Mundo es tan capaz de causar tanto dolor como de alegría es el gol en propia puerta del colombiano Andrés Escobar en 1994. El error condujo a la eliminación de su país del torneo y, en última instancia, a su asesinato, y se destaca como una salida trágica de un torneo por lo demás emocionante en los Estados Unidos.
El 2 de julio, solo seis días después de regresar a su país de origen, Escobar fue baleado en las calles de Medellín, en lo que probablemente sea la hora más oscura del fútbol colombiano. El homicidio estuvo relacionado con narcotraficantes que habían sufrido grandes pérdidas de juego debido a la salida de Colombia en la fase de grupos, pero nunca se demostró nada.
El guardaespaldas del cártel Humberto Castro Muñoz confesó el asesinato, pero se especula ampliamente que no actuó solo y fue empleado por un cártel que perdió dinero significativo apostando por Colombia.
En la última edición de la Copa del Mundo, en Brasil, todavía llegaban los tributos de familiares, fanáticos y excompañeros de equipo.
“Andrés Escobar, siempre en nuestros corazones”, escribió en Twitter el internacional más amistoso de Colombia, el excompañero de equipo de Escobar, Carlos Valderrama.
“Nunca olvidaremos tu amabilidad, tu humildad y tu lucha. Te extraño hermano, te extraño”.
1998: El ingenioso momento de Denis Bergkamp
La escena: Holanda en cuartos de final contra Argentina, en el estadio velodrome de Marsella. Iban 1-1 acercándose al pitazo final.
Mientras se acercaba el tiempo extra, desde lo profundo de la mitad holandesa, Frank de Boer lanzó el balón alto y largo, encontrando hábilmente el pie derecho extendido del maestro holandés Dennis Bergkamp en el área penal de Argentina.
La leyenda del Arsenal detuvo la pelota en seco, la transfirió a su pie izquierdo mientras hizo un giro y pasó a Roberto Ayala. Su tercer toque, nuevamente con su pie derecho, sobrepasó a Carlos Roa, el portero; tres perfectos toques para llevar el balón desde despeje hasta lo que sigue siendo hoy uno de los más insignes momentos de exhibición de habilidad en un Mundial.
Sigue siendo el gol favorito de Bergkamp, de una larga y dilatada carrera. Años después, pudo desglosarlo paso a paso en una entrevista con la revista de fútbol FourFourTwo.
“¿Cómo lo hice? Primero, hubo un contacto visual con Frank de Boer, me iba a pasar el balón. Luego: alejarse, irme a seis yardas del defensa. El balón venía sobre mi hombro”.
“Corrí en línea recta, salté para encontrar el balón y lo paré. El segundo toque fue un giro interno para asegurarme que Ayala se había ido, y obtener un mejor ángulo de gol. Apunto al poste del fondo y dejo que entre con curva”.
Por su fría actitud en el campo jugando con el Arsenal y con Holanda, Bergman ganó el apodo de “el hombre de hielo”, en un contraste muy marcado con el comentador holandés que celebró su espectacular gol ese día gritando “”¡Dennis Bergkamp! ¡Dennis Bergkamp! ¡Dennis Bergkamp! ¡Dennis Bergkamp! ¡Dennis Bergkamp! ¡Ahhhhhh!”
2006: Golpe de cabeza
Ocho años después de su triunfo en París, los franceses volvieron a estar en otra final. Esta vez, sin embargo, terminaría de una manera diferente.
Zinedine Zidane, héroe del mundial de 1998, estaba envejeciendo y había dicho públicamente que el partido en Berlín esa tarde de julio sería el último que jugaría, después de echar para atrás una promesa de retirarse.
Como ocurrió en la final de la Eurocopa de 2000, el oponente de Francia fue Italia, y el partido se puso interesante muy pronto cuando Zidane entró al campo de penal después de que su coequipero Florent Malouda fuera derribado. Con un talante despreocupado, venció a Gigi Buffon para abrir el marcador.
Marco Materazzi devolvió el nivel unos pocos minutos después, y el marcador permanecería empatado hasta el final de los 120 minutos. Pero fue el italiano quien puso en marcha un dramático conjunto de eventos que llevaron a la expulsión del talismán francés Zidane.
Caminando de vuelta al centro de la cancha, puede verse al italiano pronunciar algo al capitán francés. Zidane camina, luego para, evidentemente reconsiderando su reacción. Gira y luego, bajando su cabeza como un toro, golpea al italiano directamente en el pecho. El resultado fue un Materazzi en el piso, retorciéndose, y una tarjeta roja para Zidane en el último partido de su carrera como jugador.
Italia se coronó campeón en tiros desde el punto penal 5-3.
Lamentablemente la imagen del torneo está dividida entre el momento del impacto y la vista de Zidane, el incuestionable jugador de su generación, caminando al lado de la Copa Mundo, que estaría destinado a no sostener.
2010: La mano de Suárez
A veces tienes que hacer lo que sea para ganar: solo pregúntale a Maradona. Otra mano infame entró en la historia de la Copa del Mundo en la edición 2010 de la competencia, cuando Uruguay se enfrentó a Ghana en los cuartos de final en Sudáfrica.
Cuando el partido se fue a tiempo extra, contra el telón de fondo del zumbido de miles de vuvuzelas, la estrella de Uruguay, Luis Suárez, se encontró cara a cara con un gol casi seguro de Dominic Adiyiah de Ghana, luego de que el balón hubiera paseado por el área de penal luego de un tiro libre.
¿Y qué hizo el delantero? Parado en la línea de gol, instintivamente extendió una mano, mandando el balón a las manos agradecidas de Fernando Muslera, el portero de Uruguay.
A pesar de que se encogió de hombros y de un “¿quién, yo?“, Suárez quedó en evidencia y tuvo que irse.
Dejó el campo, dejando crucialmente a los uruguayos con un hombre menos, pero no con un gol menos. Asamoah Gyan, distraído y nervioso, falló el penal mientras Suárez, desde el túnel, hizo una fiesta de puñetazos digna de un ganador en el tiempo extra.
Después de eso, la concentración de los ghaneses se disparó. Con la traición grabada en la cara, solo pudieron ver como Uruguay los superó en la tanda de penales, avanzando a la siguiente ronda a expensas de los africanos.
2014: El colapso accidentado de Brasil
Cuando Brasil fue seleccionado para ser el anfitrión de la Copa del Mundo de 2014, se suponía que sería una celebración del “jugo bonito”. Después de 64 años, el fútbol finalmente regresaba a casa.
Pero el torneó encontró una resistencia significativa en las calles del país anfitrión, ya que los ciudadanos protestaron por el extravagante precio del torneo mientras el país languidecía y los servicios públicos se deterioraban.
Ese malestar fue llevado al terreno de juego.
Después de un prometedor inicio en el juego de apertura frente a Croacia, la Seleção falló en producir una actuación brillante. Incluso en la victoria 4-1 contra Camerún, el equipo careció del estilo y entusiasmo que los brasileños esperaban de su equipo, pero bajo las órdenes del entrenador Luiz Felipe Scolari, llegaron cojeando a la semifinal contra Alemania.
Y fue allí cuando la verdad salió a flote. Esa tarde en el estadio Mineirão de Belo Horizonte, el juego empezó con un mal presagio luego de que Thomas Müeller abriera el marcador solo 11 minutos después. Doce minutos después el marcador iba 2-0. Luego 3-0. Más adelante, 4-0.
Un atontado Brasil tenía en contra cinco goles 30 minutos después y ni siquiera pudo comprender qué sucedía realmente cuando el sexto y séptimo entraron, por cortesía de André Schürrle, cuando el juego terminó.
Un solitario y final acto de desafío llegó en forma de un gol de Oscar en el tiempo de descuento, pero para entonces el daño —al equipo y a la psiquis de la nación— estaba hecho.
Como era de esperarse, cuatro días después, los devastados jugadores se rindieron completamente en el partido del tercer puesto contra Holanda, y su humillación, en su tierra natal, finalmente fue completa.