Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los expresidentes Alejandro Toledo, de Perú; Vicente Fox, de México; y Álvaro Colom, de Guatemala. Izurieta también es analista de temas políticos en CNN en Español. Dagmar Thiel es comunicadora ecuatoriana radicada en Washington DC, experta en relaciones institucionales y sostenibilidad. En la actualidad impulsa la expansión de FUNDAMEDIOS USA, organismo comprometido con la defensa de la libertad de prensa de los periodistas hispanos en Estados Unidos. Es, además, emprendedora social comprometida con el desarrollo social y ambiental.
(CNN Español) – La historia del fallido secuestro del exasambleísta ecuatoriano Balda que genera una orden de arresto contra el expresidente Rafael Correa.
“Aló, ¿hablo con la Dirección de Inteligencia? ¡Y… se hace lo que se puede….!”. Este viejo chiste ecuatoriano cobra mayor actualidad ahora cuando el expresidente de la República, Rafael Correa Delgado, es citado por la justicia a declarar por el caso Balda.
Si bien Rafael Correa ratifica su inocencia, los hechos de ese secuestro son por demás notorios. Su situación actual en Bélgica, donde reside tras liderar los 10 años de “Revolución Ciudadana”, es todo menos rosada, pues los agentes de policía implicados en el caso de ese secuestro decidieron colaborar con la justicia y hacen todo el esfuerzo para evidenciar las órdenes superiores que habrían recibido para secuestrar al exdiputado de la oposición Fernando Balda, cuyo delito fue decir que el “gobierno ecuatoriano espiaba a la oposición”.
En medio de las pruebas, que poco a poco salen a la luz, aflora uno de las mayores manifestaciones del folclor de América Latina, que no solo da cuenta de la prepotencia con la que ejerció el poder, sino de los errores garrafales a los que llevó el halo de superioridad intocable que los funcionarios del régimen correista pensaban los protegería de por vida.
Veamos algunas de las mejores perlas que se conocen del caso Balda hasta ahora:
- La Contraloría ecuatoriana cuestiona los rubros gastados en el “operativo secuestro”. ¿A quién se le puede ocurrir cometer un crimen deEstado y llamarlo por su nombre?
- La Dirección de Inteligencia del Estado emitió cheques a nombre del agente de policía encargado del operativo. ¿A quién se le ocurre pagar viáticos con cheque paracometer unsecuestro?
- Con ese dinero se contrató a 5 secuaces para el operativo, y además se alquilarondos vehículos. Uno de ellos,justo tuvo restricción de circulación (pico y placa) a la hora del secuestro, por lo que los secuaces debieron hacer tiempo para ejecutar su trabajo.
- Según comenta el propio Balda en una divertida entrevista, por el camino se perdieron en la ruta y le preguntaron a él siesaera la carretera al norte por la que lo llevaban para entregárselo al agente ecuatoriano encargado de su secuestro.
Todos estos hechos parecen inventados para un monólogo al más puro estilo de programa de media noche anglosajón. Y, de hecho, Rafael Correa no pasó desapercibido para John Oliver en su programa de HBO cuando se refirió a él por la poca tolerancia a la crítica.
La historia del correísmo en Ecuador está llena de esos incidentes de intolerancia e hipersensibilidad a la opinión que no coincidía con la visión presidencial. Muchos de ellos fueron grabados y difundidos en redes sociales, así como confirmados por el mismo expresidente Correa (con su propia interpretación de los hechos) como, por ejemplo, los enfrentamientos públicos con el cantautor Jaime Guevara o el comediante callejero Carlos Michelena. El expresidente Rafael Correa aplicaba un argumento muy rebuscado que penalizaba faltarle el respeto a la “majestad del poder”. Muchos casos fueron juzgados con severidad en su momento. Fue así que se condenó a 15 días de prisión a un concejal de Quito por desacreditar la honra del presidente; a 20 horas de trabajo comunitario a un joven de apenas 16 años por el delito de haber manifestado su opinión política con un “corte de mangas” al paso de la caravana presidencial; a la mayor sanción del Consejo de Disciplina contra un militar por responder a un correo electrónico que el presidente envió a todo el personal militar; y a 85 días de prisión por el delito de terrorismo a quien transportaba un monigote de un borrego en una marcha, en alusión a los seguidores del régimen correista.
Hoy Rafael Correa ya no ostenta el cargo de presidente, y Rafael, como todo ciudadano, sin duda, merece un juicio justo. Pero los hechos descritos en este caso, por los que la jueza ha pedido ya prisión preventiva y hay alerta roja de Interpol, no dejan de ser pintorescos, y parecieran ser partes del relato del realismo mágico al estilo de García Márquez.