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¿Cuál es el impacto de la cumbre Trump-Putin?
02:41 - Fuente: CNN

(CNN) – Mientras la historia recuerde a Donald Trump, habrá un día que vivirá en la infamia.

La cumbre del presidente de Estados Unidos con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en Helsinki este lunes ya es uno de los momentos más notorios en las tortuosos relaciones entre Washington y Moscú.

El presidente de Estados Unidos Donald Trump con su homólogo ruso Vladimir Putin en la cumbre de Helsinki el 16 de julio de 2018.

La humillación de Trump está tomando su lugar junto a los moretones de John Kennedy en manos de Nikita Khrusev, en 1961, y George W. Bush mirando a los ojos de Putin y tratando de descifrar su alma.

Igual que todos esos momentos en la tradición de las cumbres de Estados Unidos y Rusia, es probable que los eventos que se desarrollaron este lunes tengan unas reverberaciones políticas y geopolíticas significativas e impredecibles en Estados Unidos y en todo el mundo.

El hecho de que Trump favorezca la negación de Putin de las acusaciones de interferencia en las elecciones formuladas por la comunidad de inteligencia de Estados Unidos no solo fue la demostración más miserable de cualquier presidente en el extranjero, sino que podría ser el momento que finalmente validara las afirmaciones de que Trump valora sus propios intereses por encima de los de Estados Unidos.

La pregunta más obvia —¿por qué Trump cedió tan espectacularmente ante Putin?— al parecer seguirá nublada en el futuro, al menos hasta que el fiscal especial Robert Mueller encuentre evidencia de que el presidente de Estados Unidos está en deuda con el líder ruso.

Pero habrá consecuencias más profundas en Washington y más allá.

Trump dará la pelea

En 1961, Kennedy salió de un duro golpe en la cumbre de Viena con el líder soviético Nikita Khrushchev y admitió a James Reston, de The New York Times, que esa reunión había sido la peor de su vida.

No es una sorpresa que Trump no mostrara una autoconciencia similar a la de Kennedy en una empática entrevista con Sean Hannity, de Fox News, este lunes, pero la descripción de la humillación de Kennedy sería una buena síntesis del encuentro del 45 presidente de Estados Unidos con Putin.

Objetivamente, Trump salió de esa cumbre con una figura disminuida.

Lucía débil. Fue servil con el líder ruso de cara de piedra y se presentó como desprevenido y fue superado. Parecía lo más distante posible de la imagen que vendió de sí mismo como un negociador intimidante, como el hombre que apareció en la Convención Nacional Republicana en 2016 y que aseguró que “solo yo puedo arreglarlo”.

El mito de Trump como el hombre fuerte estadounidense nunca se podrá recuperar.

Ya está claro que la cumbre es un desastre político a corto plazo para Trump. Para un hombre que cuida su imagen celosamente, la burla escocerá y provocará una reacción violenta.

Los republicanos de alto perfil como el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan, que normalmente no lo critica, puso una distancia entre ellos y Trump.

“El presidente debe apreciar que Rusia no es nuestro aliado, no hay una equivalencia moral entre Estados Unidos y Rusia”, escribió Ryan en un comunicado.

Incluso Newt Gingrich, un partidario de Trump, redescubrió sus raíces como un antiguo guerrero de la Guerra Fría.

“El presidente Trump debe aclarar sus declaraciones en Helsinki sobre nuestro sistema de inteligencia y Putin. Este es el error más grave de su presidencia y debe ser corregido, inmediatamente”, escribió Gingrich en Twitter.

Trump trató de limpiar su desastre en un tuit mientras atravesaba el Atlántico de regreso a casa.

“Como dije hoy y varias veces antes, ‘Tengo una GRAN confianza en la MI gente de inteligencia’”, escribió. “Sin embargo, también reconozco que con el fin de construir un futuro más brillante, no podemos enfocarnos exclusivamente en el pasado: como las dos potencias nucleares más grandes del mundo, ¡debemos llevarnos bien!”.

Un presidente normal debería repensar su enfoque al liderazgo.

Fue su arrogancia y deseo de desencadenarse de su personal lo que llevó a Trump a reunirse con Putin solo por dos horas en Helsinki, alimentando rumores de que está bajo el hechizo del líder ruso. Su afirmación de que estaba listo para lo que sería el tramo “más fácil” de su gira europea ahora parece condenarlo.

¿Qué hará Occidente ahora?

Se supone que Trump solía ser el líder del mundo libre. Pero un hombre así no se doblega ante los dictadores rusos.

La actuación de Trump de este lunes después de la guerra relámpago contra Europa, en el que dividió la alianza transatlántica, y en la que insultó a líderes como Ángela Merkel, de Alemania, y Theresa May, de Gran Bretaña, efectivamente hizo el trabajo de Putin por él.

El debacle en Finlandia fue exactamente lo que los amigos de Estados Unidos temían antes de que Trump siquiera dejara Europa y ya empezó a darle forma a sus cálculos en el futuro.

“Ya no podemos confiar por completo en la Casa Blanca”, dijo el ministro de Exteriores de Alemania, Heiko Maas, al diario Funke, según Reuters.

“Para mantener nuestra sociedad con Estados Unidos debemos reajustarla”, agregó.

A pesar de las críticas de Trump a los aliados de Estados Unidos por el gasto en defensa, la cumbre de la OTAN, de la semana pasada, tomó medidas para reforzar las defensas transatlánticas y las fuerzas de reacción rápida. Sin embargo, en una alianza basada en el principio de que un ataque a uno es un ataque contra todos, el liderazgo simbólico del presidente de Estados Unidos es un problema existencial, y Europa está cada vez más nerviosa.

Así que es significativo que Maas usara las palabras “Casa Blanca” en vez de Estados Unidos, ya que esto refleja cómo los europeos buscan cada vez más maneras de involucrar a Washington a través de otros centros de poder en lugar de hacerlo a través del caprichoso presidente.