(CNN) – La mayor confusión que rodea la investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de EE.UU. de 2016 es que probablemente terminará en algún procedimiento legal que involucre al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero no será así por una serie de razones: la más importante es que el fiscal especial Robert Mueller, quien dirige las pesquisas, no parece creer que el mandatario pueda ser acusado formalmente.
De hecho, el resultado más posible es que Mueller revele los hallazgos de sus investigación en algún momento de este otoño y deje que las fichas, cuando se relacionen con Trump, caigan donde deban hacerlo. Lo que significa que –y este es justamente el punto que el presidente y su abogado personal Rudy Giuliani entendieron hace meses– en últimas no se trata de una batalla legal: es una lucha de relaciones públicas.
Giuliani dio pistas sobre dicha estrategia este lunes durante una entrevista con Alisyn Camerota de CNN. “Estaré aquí con mi versión del informe y ellos tendrán su versión del reporte y los estadounidenses, en ese sentido, tendrán que decidir”, sostuvo el abogado acerca de la investigación de Mueller.
“Mi versión” contra “la versión de ellos”. Ahora, lo que le falta a ese planteamiento de Giuliani es que una de las “versiones” será el resultado de una investigación encargada por el Departamento de Justicia y liderada por el exdirector del FBI, que ya se ha extendido por más de un año. La otra “versión” serán las apariciones en televisión de Giuliani y los tuits del presidente Trump.
Y eso, de manera rotunda, es una comparación entre peras y manzanas. Pero, recuerda lo que Trump y Giuliani saben: el debate acerca de si el hoy presidente infringió la ley y cuánto lo hizo (si llega a darse) probablemente se decidirá en el tribunal de la opinión pública, no en una corte real. Y en esa instancia –particularmente por la lealtad que los republicanos de las bases han demostrado (y siguen haciéndolo) hacia Trump– la comparación resulta mucho más favorable para el lado del presidente.
Rápido, haz este experimento mental: nombra las primeras 10 palabras que se te ocurran cuando alguien dice “la investigación de Mueller”. Si eres honesto contigo, adivino que los términos “no hubo colusión”, “cacería de brujas” e incluso “13 demócratas enojados” llegaron a ese top 10. Lo que significa que incluso si pones los ojos en blanco cuando oyes “no hubo colusión”, estas palabras sí se filtran en tu conciencia y eso representa una victoria para Trump.
Especialmente si también consideras que muchas, muchas personas no ponen los ojos en blanco cuando Trump publica un tuit arremetiendo contra el supuesto sesgo partidista del equipo de Mueller o acerca de cómo toda la investigación está fundada en falsos pretextos. En una encuesta de CBS publicada a principios de esta semana, el 70% de los republicanos describió las pesquisas del fiscal especial como “cacería de brujas”. Ese mismo sondeo reveló que más de 9 entre cada 10 “partidarios fuertes de Trump” confían en el mandatario para obtener “información precisa”, en comparación con el 63% que confía en “familiares y amigos” y el 11% que le cree a “los medios de comunicación principales”.
¿Necesitas más cifras? En marzo, aproximadamente tres de cada 10 republicanos dieron su aprobación a la investigación de Mueller durante una encuesta de CNN. Para mayo, ese número cayó al 17% de aprobación. Los datos están respaldados por otros sondeos. En julio del año pasado, una encuesta de Politico/Morning Consult mostró que el 27% de los republicanos tenían una visión desfavorable del fiscal especial. Para junio de 2018, esa cifra subió al 53%.
Esos números indican la efectividad que ha tenido la campaña de relaciones públicas contra Mueller (y su equipo) emprendida por Giuliani y Trump. También revela el hecho de que esto es principalmente una conversación unilateral. El propio Mueller nunca se pronuncia en público. Su oficina ha publicado apenas un puñado de declaraciones desde que se creó. Mueller está concentrado, con razón, en ejecutar una investigación efectiva y exhaustiva. Pero eso lo deja a él y a su equipo excepcionalmente vulnerables a los ataques de Trump y Giuliani. Y un ataque que no se responde, en el contexto de la política, es algo que parte del público votante termina creyendo. De nuevo, esa no es la preocupación de Mueller. Él está enfocado en sacar conclusiones basadas en hechos y publicarlas en un informe. Él no planea lanzarse a nada.
Trump, por otro lado, se está postulando para un segundo mandato. Y el presidente ha demostrado una y otra vez que está dispuesto a decir y hacer lo que sea necesario para ganar una discusión en el tribunal de la opinión pública. Eso es lo que se ha propuesto hacer durante los últimos seis meses más o menos.
Puedes burlarte cuánto desees de todos los comentarios tipo “no hubo colusión” y “la colusión no es un delito”. Pero recuerda que gran parte de la gente ya cree –antes de que Mueller haya publicado algún hallazgo final– que toda esta investigación es una cacería de brujas partidista que, en primer lugar, nunca debió empezar. Y a menos de que Mueller muestre un correo electrónico de Trump en el que diga “Sí, ¡hagamos una colusión con Rusia lo antes posible!”, esas personas no cambiarán su punto de vista: ya sea frente a Mueller o Trump. (De verdad, incluso si Mueller produjo un correo electrónico de Trump que demostrara claramente la colusión con los rusos, no estoy seguro de que eso cambiaría la visión de las bases).
Ese es el secreto que Trump y Giuliani saben y han estado ejecutando durante meses. Y nos guste o no, está funcionando.