Nota del editor: Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los expresidentes Alejandro Toledo, de Perú; Vicente Fox, de México; y Álvaro Colom, de Guatemala. Izurieta también es analista de temas políticos en CNN en Español.
(CNN Español) – Hacer una breve revisión de lo que sucede hoy en América Latina nos llena de preocupación: Brasil atraviesa una crisis política y económica cuya salida aún no logro precisar; Argentina hace un gran esfuerzo por deshacerse del lastre que arrastra por años de déficit fiscal y falta de financiamiento; en México, Andrés Manuel López Obrador es un enigma en muchos aspectos (y tendrá todo el poder, lo que lo hace más preocupante); Guatemala desarrolla un combate a la corrupción (que todos debemos apoyar), pero sus autoridades apresan indiscriminadamente a propios y extraños dejando a un país parado y un sector empresarial en veremos. No he mencionado Nicaragua y Venezuela porque eso se pasa de toda medida. Colombia, Chile, Uruguay, Paraguay y aún Perú, son espacios en los que podemos seguir aspirando a avanzar.
No he trabajado en Colombia, pero sí tengo mis opiniones. Conocí a Álvaro Uribe y a Iván Duque algunos años atrás en Washington. Iván Duque siempre estuvo muy interesado en los temas de gobernabilidad y —por supuesto— en campañas electorales, por lo que aprovechaba cuanta oportunidad podía para venir a nuestros eventos de la Universidad George Washington, del International Democratic Institute y de otras instituciones de prestigio en la capital estadounidense para aprender y estar en la vanguardia de los debates regionales. Duque luego trabajó en el BID y ahí tuvimos más oportunidades de conocernos, pero sobre todo tuvimos muy buenas posibilidades para conversar y discutir los problemas de fondo que aquejan nuestra región y especialmente, a Colombia. La última vez vino como expositor en The Graduate School of Political Management y salió muy bien evaluado por el auditorio.
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Colombia es un país que ha estado muy dividido y ha enfrentado batallas, guerrillas y guerras en ya casi un siglo, casi todas inútiles. Ahora, parte de los rezagos de esos enfrentamientos se veían en la polarización de esta campaña. Sin embargo, Colombia, al igual que Chile, Paraguay y en cierta medida Argentina, han culminado un largo proceso electoral muy participativo. Y cuando digo participativo, no lo digo solo por el porcentaje de votantes (en la segunda vuelta con el 53,36%); sino porque sobre todo se inició en un proceso abierto de elección interna para elegir los candidatos finalistas, sobre todo en el caso de Iván Duque. Eso es ejemplar.
Durante tres años Iván Duque superó cinco contiendas electorales: ¡CINCO! Fue vocero de la campaña del NO, luego enfrentó una consulta interna dentro de su partido (recordemos que al inicio de este proceso Duque no era el candidato más uribista, y pienso que quizás ni su favorito, pues su nombre tenía un nivel muy bajo de reconocimiento en todas las encuestas), luego pasó a una elección multipartidista (que terminó en su binomio con Marta Lucía Ramírez) y luego dos vueltas electorales. A mi buena amiga y quien fuera su consultora principal de campaña, Gloria Isabel Ramírez (conocida como Gloriza), la noche de los comicios, Iván Duque le dice, “¿por qué no estás ya contenta?” Gloriza le responde, “es que siento que todavía falta otra elección”. Iván Duque ganó por 12 puntos de diferencia contra Gustavo Petro.
Pero lo que hace el caso de Colombia más relevante no es solo que se dieron cinco procesos electorales para probar a Iván Duque, sino que hubo más de 35 entre debates y foros. Eso fue esencial para su triunfo porque además, Colombia tiene altas restricciones para la publicidad; lo que hacía extremadamente difícil para que un candidato nuevo, joven y desconocido pudiera seguir avanzando en su campaña de otra manera. Durante esos debates y foros, Iván Duque probó algunas cosas: su capacidad, preparación y en particular, su resistencia a ser provocado. Provocar era la estrategia de sus oponentes para derrotarlo ubicándolo en un extremo político en un país todavía innecesariamente enfrentado. No lo lograron.
Luego vino la segunda vuelta. En ella, por el contrario, no se dio ningún debate. Iván Duque sostenía, y coincido con él, que ya a ese nivel de la campaña se necesitan debates bien organizados en los que ningún medio es excluido y sobre todo, organizados de manera profesional e independiente. Esta es una gran lección de la elección colombiana: los debates y foros son buenos y deben ser bastante libres durante el proceso de selección de los candidatos; pero en una segunda vuelta (o la recta final), deberían ser obligatorios siempre y cuando esté garantizada su imparcialidad, orden y profesionalismo: en caso contrario sería un circo que no ayudaría a la democracia. Tampoco recomendaría más de tres, porque pierden su valor y atención pública. En tal sentido, México es un ejemplo.
En mi trabajo como profesor de una escuela de gerencia política siempre he sostenido que un proceso de elección abierto, y aún largo, es muy importante para la legitimidad del ganador, pero sobre todo, como toda buena competencia, para escoger al mejor. ¿De qué dependerá el futuro de Colombia? Sin duda tendrá al frente del gobierno a alguien con la capacidad que se requiere para afrontar los retos económicos y de gestión de su gobierno.
Sin embargo, el mayor reto de Colombia, seguirá siendo Venezuela. Colombia debe ser el líder regional en esa lucha porque es la primera línea en el frente de batalla. Colombia es la que recibe la mayor cantidad de inmigrantes (ya son más de cuatro millones los venezolanos que han cruzado la frontera). Reafirmo lo que he dicho desde el inicio en este caso y los demás, que la lucha por el cambio en Venezuela la debe seguir enfrentando el pueblo venezolano; pero al otro lado de la línea limítrofe necesitamos a alguien con la determinación de Iván Duque para apoyar esa lucha de manera solidaria y compartida con toda la región. Duque advierte que América Latina no puede seguir siendo indiferencia ante lo que ocurre en Venezuela, cuyo gobierno califica de dictadura.
¡Adelante Colombia!