(CNN) – Los beneficios del ejercicio son ampliamente conocidos: te ayuda a vivir más tiempo y reduce el riesgo de enfermedades cardíacas, derrames cerebrales y diabetes. Un nuevo estudio publicado el miércoles en la revista The Lancet Psychiatry sugiere que, cuando se realiza con moderación, también ayuda a tener una mejor salud mental.
Los investigadores analizaron las respuestas de 1,2 millones de adultos en Estados Unidos en encuestas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de 2011, 2013 y 2015. La cantidad promedio de días de mala salud mental por persona en el último mes fue de alrededor de 3,4, dice el estudio.
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Aquellos que informaron que ejercitaban tenían aproximadamente 1,5, o 43%, menos días de “mala salud mental, según informaron ellos mismos” en el último mes en comparación con los que no hicieron ejercicio. La mala salud mental en el estudio es clasificada como estrés, depresión y problemas emocionales.
“Cuando un paciente se ejercita con éxito en la dosis correcta, hay una sensación de autoeficacia y confianza que es absolutamente una cosa notablemente positiva”, dijo el doctor Madhukar Trivedi, director del Centro de Investigación de la Depresión y Atención Clínica en el Peter O’Donnell Jr. Brain Institute en UT Southwestern Medical Center en Dallas. No participó en el estudio, pero publicó recientemente un artículo en JAMA Psychiatry que vincula la aptitud física para la mediana edad con un menor riesgo de depresión.
“Incluso caminar solo tres veces a la semana parece brindar a la gente una mejor salud mental que no ejercitarse en absoluto. Creo que desde una perspectiva de salud pública, es bastante importante porque muestra que podemos tener el potencial de tener un impacto bastante grande en la salud mental para mucha gente”, dijo Adam Chekroud, autor del estudio y profesor asistente de Psiquiatría en la Universidad de Yale.
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Se descubrió que el punto ideal para hacer ejercicio son las sesiones de 45 minutos de tres a cinco veces por semana. No hubo una gran diferencia en los beneficios por ejercitarse más de 90 minutos en una sesión, hasta que uno alcanzó la marca de las tres horas. Después de eso, parecía haber una peor salud mental asociada con esas personas en comparación con otras que no ejercitaban en absoluto.
Aunque todas las formas de ejercicio dieron como resultado una mejor salud mental en comparación con no hacer nada, la asociación más fuerte se encontró en personas que practicaban deportes de equipo populares (una carga de salud mental 22% menor), ciclismo (22%) y otras actividades aeróbicas y de gimnasio (20%). Incluso la finalización de las tareas domésticas provocó un descenso del 10% en los días de mala salud mental en un mes, hallaron los investigadores.
Eso sí, “el ejercicio en entornos grupales podría tener un beneficio ligeramente mayor que el ejercicio solo”, dijo Trivedi.
Tras evaluar otros factores, los autores dijeron que la mejora que se observó con el ejercicio fue más de lo que se podía ver con cualquier otro factor social o demográfico modificable, como la educación, el índice de masa corporal o los ingresos familiares.
“En el estudio actual, vemos la inclusión de actividades tales como cuidado de niños, tareas domésticas, corte de césped, carpintería, pesca y yoga como formas de ejercicio”, escribió el doctor Gary Cooney, psiquiatra del Hospital Real Gartnavel en el Reino Unido, en un comentario publicado con el artículo. “El estudio… en su enfoque global, podría considerarse un estudio de actividad física en lugar de ejercicio”.
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Aunque el estudio supuestamente es el más grande de su tamaño, y “en una escala sin precedentes”, tiene algunas limitaciones, dijo Cooney. Los trastornos de la salud mental no son un monolito y existen factores discretos que intervienen en la investigación y los objetivos clínicos de diversas afecciones, como la demencia, el uso indebido de sustancias o el trastorno de la personalidad, dijo.
El psiquiatra llamó la atención entre las diferencias entre enfermedades mentales y que los datos se basaban en encuestas, es decir, respuestas de las propias personas, que pueden estar contaminadas. “En el futuro podemos comenzar a trabajar en diferentes categorías de enfermedades y tal vez veamos un patrón diferente”, señaló.
“Las personas y los pacientes deben estar bien informados y convertirse en consumidores informados y preguntar a sus médicos si este es un tratamiento válido para ellos o no”, dijo Trivedi. “Y si el médico dice que sí, entonces intentas encontrar un plan para asegurarte de que sea igual a cualquier otro tratamiento”.