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Nota del editor: Santiago Peña es economista y político paraguayo, con amplia experiencia en diseño e implementación de políticas públicas. Fue director del Banco Central, ministro de Hacienda y candidato a presidente de la República dentro del Partido Colorado.  Roberto Izurieta es director de Proyectos Latinoamericanos en la Universidad George Washington. Ha trabajado en campañas políticas en varios países de América Latina y España y ha sido asesor de los expresidentes Alejandro Toledo, de Perú; Vicente Fox, de México; y Álvaro Colom, de Guatemala. Izurieta también es analista de temas políticos en CNN en Español. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas de los autores.

(CNN Español) – Generalmente en política y en elecciones gran parte del debate (cuando no es referente a los escándalos) es sobre la ideología de los candidatos o los presidentes: ¿a qué partido político pertenece, o si es de derecha o de izquierda? Sin embargo, hay dos características que definen más el éxito de un gobierno que su posición ideológica: la honradez y la capacidad de gestión. Queremos dedicar este artículo a la segunda.

Cada vez que se escribe un plan de gobierno, se establecen las políticas de estado (seguridad, educación, salud, infraestructura) y cómo priorizarlas dentro de las limitaciones presupuestarias. La experiencia de otros países es siempre una fuente de información que nos permite aprender de los éxitos, pero también evitar los errores. Lo más importante es buscar las mejores prácticas y adaptarlas a la realidad nacional de manera que traigan beneficios a la ciudadanía.

Lo interesante es cuando nos concentramos en las mejores prácticas de la gestión en cada una de estas áreas, vengan de un gobierno de izquierda o de derecha. En general, la mayoría de estas prácticas eficientes vienen de técnicos y profesionales que han estudiado y son expertos en cada una de estas materias, por lo que han podido desarrollar políticas públicas con gran éxito. Es muy raro ver un presidente que le diga “no” a un plan de acción que tendrá bajo costo y altos resultados. Y así surgen las mejores prácticas. En este primer artículo nos queremos concentrar en infraestructura y transporte público. En el siguiente, mencionaremos experiencias exitosas en salud pública, combate a la pobreza y educación.

Durante años en América Latina el transporte público estuvo olvidado: Lima era un gran ejemplo del caos con las llamadas Combis. Curitiba tuvo una experiencia exitosa de cómo hacer un buen transporte público barato para ciudades donde construir el metro era una opción costosa o inviable. La experiencia de Curitiba fue imitada por otros países. Bogotá intentó replicar el modelo de Curitiba pero fracasó porque fue un mal proyecto y con enormes problemas de ejecución. Con este mal antecedente, Quito tomó el riesgo e implementó el sistema Trolebús que finalmente fue un modelo exitoso, imitado luego por la capital colombiana con similares resultados. Luego de dos décadas de discusión, también Asunción está modernizando su sistema de transporte público con corredores rápidos (Metrobus). ¿Cuántos años perdieron los ciudadanos la oportunidad de tener un buen sistema de transporte público? ¿Cuánto dinero habrían ahorrado las ciudades y cuánto tiempo perdieron sus ciudadanos para compartirlo con sus familias?

El diseño y desarrollo de infraestructura es siempre un área de prioridad dentro de la agenda de un gobierno por su impacto económico y social. El gobierno del socialista Ricardo Lagos en Chile se caracterizó por darle un gran impulso a las obras de infraestructura y la participación del capital privado por medio de las alianzas público privadas. El éxito económico de Chile de las últimas décadas se explica en parte por el desarrollo de su infraestructura que lo ubica en unos de los mejores lugares de América Latina, de acuerdo con el Foro Económico Mundial.

La inversión en infraestructura por parte de un gobierno es siempre un tema de controversia porque disminuye los recursos disponibles para hacer frente a otro tipo de demandas sociales de corto plazo que pueden generar mayor beneficio social y electoral. Sin embargo, está demostrado que la inversión en infraestructura genera beneficios a largo plazo, pero con poco retorno político en el corto plazo.

En Paraguay, la inversión pública ha dado un salto enorme en los últimos 5 años como resultado del diseño e implementación de políticas públicas con una visión a largo plazo, invirtiendo en 5 años el doble de lo invertido en los 20 años anteriores. Al mismo tiempo que se mantuvo la prudencia fiscal y se aumentó de manera considerable la red de protección social. Inversiones en autopistas, caminos rurales, así como la construcción de escuelas, hospitales y viviendas sociales han transformado la vida de millones de paraguayos, principalmente de sectores de escasos recursos. Hoy sabemos el costo de ejecutar el mayor plan de infraestructura en la historia del Paraguay, pero la pregunta que nos queda es ¿cuánto costó en términos económicos y sociales no haberlo hecho hace 20 años como lo hizo Chile? Es el tiempo perdido y la oportunidad perdida lo que nunca se recupera.

En el próximo artículo hablaremos de experiencias exitosas en educación, combate a la pobreza y salud pública.